Pisotear
la Democracia para “defender la República”
Si
esperaban lágrimas, súplicas, berrinches o alguna otra muestra de debilidad,
quedaron defraudados. Si en algún momento pensaron que La Presidenta
se iba a refugiar en su cucha con el rabo
entre las piernas, si sospecharon
siquiera que arriaría las banderas de la construcción de un nuevo país, los
hechos muestran que estaban equivocados. Si
consideran un triunfo borrar con un codo arbitrario y corporativo lo que se
escribe con la pluma de la democracia, deberán planear el destierro de la
sardónica mueca que deforma sus rostros desde que se conoció el fallo de Los
Supremos. Porque las cartas están echadas y en la pista se ven los pingos. Porque ahora está más claro que quienes
dicen defender la constitucionalidad de las leyes, la pisotean sin miramientos.
Porque una máscara más ha caído y deja al descubierto el peor de los rostros,
el de la más cruda hipocresía. Justicia ilegítima, injusticia ilegítima o injusticia
legítima. Con el nombre que se elija,
seis de los miembros del Máximo Tribunal sentenciaron su fecha de vencimiento.
Dos de ellos ya
deberían estar presentando su renuncia, porque su permanencia contradice lo
dispuesto por la Constitución, en el artículo 99, inciso 4. Sólo una de las
tantas acordadas de la Corte que pone
entre paréntesis las disposiciones republicanas por las que tantos se rasgan
las vestiduras. Con ironía y con mucha fortaleza, CFK presentó la realidad
de los jueces como un aristocrático privilegio: "si sos juez no pagás impuesto a las ganancias, no declarás nada,
viajás a donde querés sin informar nada”. Como un argumento por el absurdo,
La Presidenta confesó que en 2015 quiere
ser jueza "para tener una
lapicera y un papel para firmar una cautelar y ¡qué me importa el voto de la
gente, qué me importan los senadores, los diputados y el presidente!".
Pero antes de
estas palabras, Cristina bailó en Córdoba. Una
danza tribal como una ceremonia de guerra. No festejó lo ocurrido, porque
los miembros de la Corte “perdieron la oportunidad de protagonizar un
proceso de cambio dentro del Poder Judicial”. Con ese baile, La Presidenta no buscó consuelo, sino que absorbió la energía del colectivo que
la aclamaba para tomar impulso y dar los próximos pasos. “La carga es pesada y difícil y sé que me la van a querer hacer todavía
más difícil –explicó en su discurso por el nuevo aniversario del
fallecimiento de Manuel Belgrano- porque cuando uno toca determinadas corporaciones
y poderes, enseguida viene el vuelto". “Si mi rol en la historia es
haber abierto el debate por una Justicia democrática y legítima, estoy dispuesta a bancar todo lo que se me
venga encima –desafió, con el Monumento a la Bandera como fondo- No tengo ni miedo ni temores, mi compromiso es con la historia, el pueblo
y la memoria de quienes dieron su vida por una Argentina mejor".
Antes del arribo
de La Presidenta, los medios rosarinos
ya estaban construyendo una escenografía adversa. Los noteros evidenciaban
su indignación ante la presencia de los militantes de La Cámpora, el Movimiento
Evita, Kolina que, supuestamente, impedían el ingreso de las familias que
deseaban participar de un insípido y
despolitizado homenaje a la bandera. Pero las cámaras mostraban algo
diferente: una convivencia armónica
entre unos y otros, un cálido amontonamiento en medio de tanto frío. Al
contrario, los militantes se ubicaban con sus banderas lo más lejos posible del
palco, para dejar paso a los que asistían sin identificación partidaria. Como
ocurrió el 25 de mayo en la Plaza. Eso
no lo ven porque no quieren verlo. Para ellos, las celebraciones patrias
deben ser desideologizadas, porque
quieren una Historia híbrida, descafeinada, sin conflictos.
El ex gobernador
Hermes Binner es un adecuado exponente de esta concepción. Por eso dice lo que
dice. El líder del explosivo FAP acusó al Gobierno Nacional de hacer una “utilización política del acto oficial por
el Día de la Bandera”. Y, como el
pensador sesudo que no es, advirtió que “convirtieron
un acto con sentido profundo de Patria en un acto playito”. Como nunca entiende nada, acostumbra
regalar insostenibles consignas. Para confirmar esto, agregó que “el blanco o negro superó al celeste y
blanco”. Después, vía twiter, iluminó
a sus seguidores: “suspendieron el
desfile, cambiaron el himno y usaron a Manuel Belgrano para hacer política
partidaria. Pobre Argentina”. Pobre
Argentina si alguien como él accede a la presidencia, pues con su tibieza
congelaría al más ardiente. Y dejaría las puertas abiertas para los
depredadores de siempre.
Pero no es el
único adicto a las incoherencias. El diputado socialista Roy Cortina consideró
que CFK “pretende sembrar un manto de
sospechas y degradar a la Corte”. Como
si no bastara el accionar de algunos de sus miembros para lograr algo así.
El diputado del GEN, Gerardo Milman, advirtió que La Presidenta “quiere ser re reelecta violando las leyes y
la Constitución”. Pero el diputado fue más allá. “El mejor mecanismo de participación ciudadana –afirmó- es el juicio por jurados”. Incongruente: si –de acuerdo al fallo- el
ciudadano no está capacitado para elegir consejeros, menos lo estará para
dictar sentencias.
En cambio, la vicejefa de
Gobierno porteño, María Eugenia Vidal, en su afán de defender el fallo, realizó
casi una confesión. “La Constitución protege a las minorías y
garantiza la independencia de los jueces –declaró- para que ellos, que tienen que juzgar casos de corrupción de
funcionarios, no sean puestos por esos mismos funcionarios”. En su
concepción de la Justicia, la delfina de
Macri considera que la independencia de
los jueces sólo es posible si amoldan la Constitución para proteger a las
minorías, que es lo que están haciendo, precisamente. Si han sido las minorías las que han impulsado los golpes de Estado y
han hundido la economía doméstica para su propio beneficio. La Constitución
debe proteger a la mayoría de la angurria de la minoría.
El senador
Marcelo Fuentes, integrante del Consejo de la Magistratura, destacó que “en
el fallo de la Corte subyace un triple desprecio: a la soberanía popular
expresada por el voto universal, al Congreso de la Nación en sus facultades y a
los partidos políticos en general, a los que descalifica colocándolos como
condicionantes de la independencia judicial”. Pero hay otro desprecio que
el senador omite: en la sentencia del
Supremo Tribunal lo que se vulnera es la letra de la Constitución, pues la
conformación del CM depende de una ley dictada por el Congreso.
La familia
judicial ganó esta partida. Los Supremos, por ahora, están a salvo. Pero tienen en sus manos dos casos que los
sitúan en una encrucijada: la LSCA y la cautelar de La Nación. Con cualquier
resolución que tomen cosecharán nuevos enemigos. Y ya no pueden seguir
estirando el asunto. Porque, como afirmó
Cristina en Córdoba, “la historia es
indetenible. Aquellos que creen que pueden a
través de alguna resolución impedir el crecimiento y el avance de la democracia,
sepan que sólo lo podrán hacer por un tiempo”. Alineamientos obscenos como los presenciados en esta semana dejarán
cada vez más solos a los saboteadores de este luminoso camino. Las
elecciones legislativas están a la vuelta de la esquina. Las urnas esperan la
Palabra del Pueblo. Por ahora, vociferan los que toman como una victoria el
fallo de la Corte. Después, llorarán por
los rincones la derrota. Tarde, bastante tarde, advertirán lo amarga que es la soledad que supieron construir. Los
demás, celebraremos una victoria en serio. Tal
vez, la definitiva.
Excelente compañero!
ResponderBorrarGracias.Un abrazo enorme
BorrarExtraordinario y alentador para los que defendemos este proyecto de gobierno. Muchas Gracias.
ResponderBorrarExcelente como siempre. Lo publico. Y te tiro dos precisiones... la palabra "estamentos" en la C.N. no aparece, y en fallo a cada rato. La definiciòn de "equilibrio" que toman de la RAE es la cuarta que aparece ahì... la primera y tercera los contradicen...
ResponderBorrarPublicado con unas imágenes extrañas pero que seguramente vas a aprobar... http://adriancorbella.blogspot.com.ar/2013/06/un-desperdicio-de-sinrazon-por-gustavo.html
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