Metáforas
opositoras con forma de elogio
Que el senador Carlos Reutemann
vuelva a ser el mimado de los
micrófonos es un insulto al intelecto. O a la vida en general. Pero las naderías que destila se convierten
en titular con mucha facilidad. También confirman que el estrellato
político del que gozó en otros tiempos ha sido más que inadecuado. Y pensar que
algunos lo soñaron presidente. Los
argentinos debemos agradecer que sus tenebrosas alucinaciones visuales nos
hayan salvado de semejante experiencia. En estos días, la metáfora del toro
que destinó a La Presidenta no deja dudas sobre su manera de pensar las
relaciones de poder. Sin intenciones, por supuesto, argumentó como nadie la necesidad de profundizar este camino para
construir el país con el que muchos soñamos. Tanto los exponentes de la
oposición como las figuras mediáticas de otoñal prestigio disparan denuncias y bosquejan
comparaciones que, más que de preocupación por el futuro, parecen producto de la más desesperada irresponsabilidad. En este
año electoral, como en todos, lo crucial es contraponer ideas, formular
críticas, confrontar recorridos. Sin embargo, desde el flanco del anti-kirchnerismo
sólo arrojan antojadizos presagios y desconcertantes analogías. En lugar de aprontarse para la contienda,
parece que se estuvieran mentalizando para arrojar la toalla.
Desde que en febrero de este
año el Gobierno Nacional estableció un acuerdo de precios con los
supermercadistas, los que pretenden recuperar las riendas no tienen paz. Claro,
la inflación es una de las principales críticas que esgrimen pero, para eliminarla,
pretenden la aplicación de las recetas
neoliberales que tanto daño causan en otros países: recortes del gasto
público, precarización laboral y mucha pero mucha libertad para el mercado
especulador financiero. Buscar
soluciones por fuera de esos preceptos significa una declaración de guerra.
Por eso recurren a esta broma de mal
gusto, las insostenibles comparaciones con el régimen nazi. Por eso
publican fotos de góndolas vacías para despertar el miedo del desabastecimiento.
Por eso los movileros hurgan en los estantes de kioscos, mini-mercados y
almacenes, para construir una imagen de descontrol y fracaso. Que la campaña “Mirar para cuidar” termine con éxito el control de los precios
sería una derrota más de los vapuleados carroñeros.
Cuando Moreno comenzó a dar los
primeros pasos, miraron con sorna y siguieron alimentando la imagen monstruosa
que de él construyen, casi al borde de una caricatura elogiosa. Sin embargo, estas primeras medidas
permitieron vislumbrar el origen del abuso en los precios, que se produce en la
inasible cadena de comercialización. También, quedaron en evidencia los desmesurados
descuentos que efectúan los bancos a los comerciantes por cada venta realizada
con las tarjetas de crédito. La respuesta fue la creación de la tarjeta Supercard,
que se presentará en sociedad el 20 de junio, en el contexto de un acto por un
nuevo aniversario de la muerte de Belgrano. Ahora está en marcha otro capítulo de la lucha contra las avivadas en
los precios. “Mirar para cuidar” involucra
a militantes políticos, sociales, religiosos que, junto a inspectores con
autoridad, recorrerán los grandes supermercados para controlar que no haya
incrementos en los 500 productos que entran en el listado acordado. Como puede dar buenos resultados y
convertirse en un hábito de gestión que se extienda en el tiempo, desde las
usinas de estiércol surge la comparación con las juventudes hitlerianas.
No fue el editorial de La
Nación quien dio el puntapié inicial para tan descabellada analogía. Desde que los jóvenes comenzaron a
visibilizarse en el espacio K, los voceros del establishment compiten para
ver quién la utiliza de manera más contundente. Un Marcos Aguinis en
connivencia con Mariano Grondona se esboza en las sombras de la memoria. Los representantes populares con inserción
en las masas despiertan la tentación de evocar al nazismo. Como los
gobiernos populistas se convierten en pesadillas para las minorías, en afán de
desacreditarlos, apelan a esas siniestras imágenes para provocar el rechazo.
Sin que importe demasiado la veracidad histórica. La sola mención debe provocar escalofríos en los prejuiciosos. Por
eso, el titular del Banco Ciudad y exponente del PRO, Federico Sturzenegger
abusó del recurso y traspasó el ridículo. Para el Banquero Amarillo, los
muchachos de La Cámpora son la reencarnación de las juventudes hitlerianas. En
cuanta ocasión se le presentó, insistió
en que enviar a los jóvenes a controlar los precios ha sido “una política usada por los regímenes
totalitarios”. Además de confirmar
la desesperación en la que se encuentran los adoradores del pasado, las exageradas críticas que ha recibido
este programa invitan a augurar un nuevo éxito.
Un éxito más que convida a
seguir conquistándolos. El ministro del Interior y Transporte, Florencio
Randazzo, anunció el final de la concesión del Tren de la Costa y de dos
ramales cargueros por serios incumplimientos en los contratos. La Década Ganada es consecuencia del nuevo
sentido que toma el Estado como garantía de crecimiento y redistribución del
bienestar. Si en los noventa el Estado debía asegurar los negocios del
sector privado, en la segunda década de este siglo todo debe estar en función
del desarrollo y la inclusión. Y eso es
lo que más molesta a los nostálgicos de la rapiña.
Los que acrecentaron sus arcas
a costa del despojo de la mayoría nunca han visto con buenos ojos a un gobernante dispuesto a gobernar y no
a ser gobernado. Todavía se resisten, pero en vano porque casi todos
descubrimos el juego. Muchos sabemos que todo
lo que dicen está dirigido a resguardar sus privilegios, tímidamente amenazados,
y no a ampliar derechos y menos aún, a compartir las ganancias. La recaudación impositiva
tiene como objetivo convertir en realidad la inclusión de los sectores más
vulnerables, los desplazados por obra de
La Libertad que tanto reclaman.
La Presidenta anunció esta semana que los ingresos tributarios alcanzaron una
marca histórica en mayo. Sin embargo, “en
materia de derechos de exportación, sobre todo para algunos que hablan todo el
tiempo, no tuvimos ningún record porque sabemos lo que están haciendo, ya nos
dimos cuenta”, advirtió CFK. Los
cerealeros especulan para obtener mayores ganancias, en los mejores casos, o buscan
desfinanciar al Estado para provocar un enfriamiento de la economía.
A pesar de estas maniobras
destructivas, Cristina explicó que “la
capacidad recaudatoria se vio incrementada en la última década no porque
aumentamos los impuestos, se vio por la
virtuosidad del modelo, por los puestos de trabajo que se generaron, por las
nuevas empresas que se crearon, por los nuevos comercios que se abrieron”. Y
esto permite que el salario mínimo, la asignación familiar y las jubilaciones se ubiquen por encima de las que se
perciben en Brasil, Uruguay y Chile, aunque los agoreros insistan en que
somos lo peor en todo.
¿Qué
es lo que les molesta a los exponentes del establishment? Todo esto perturba
sus noches, que cada vez estemos un poco
mejor y que el futuro sea auspicioso. Y
sin atender a las ideas coloniales que nos condujeron a la destrucción.
Otra crítica de ocasión es la que recitó Reutemann. Convencido de disparar un
dardo letal, el ex corredor de Fórmula 1 aseguró que La Presidenta “tiene idea muy fija de muchas cosas y no
acepta ningún tipo de diálogo". Como se afirmó muchas veces en estos
Apuntes, el diálogo se da entre pares. Cuando
hay disparidad en las relaciones de poder, no hay diálogo sino orden. En
realidad, es lo que quiere el Poder Fáctico, retornar a la obediencia que tanto
los ha beneficiado en otros tiempos. La
metáfora que elaboró Reutemann para cuestionar a CFK, se convierte en elogio.
Ella es “como el toro que embiste contra el torero. Baja la cabeza y embiste de
frente contra todo". Si, contra todo lo que se oponga a la
construcción de este sueño. Y en
ese caso, todos podemos ser toros.
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