Nuevas
amenazas de los saboteadores
Con un poco de esfuerzo pero
sin llegar a la paranoia, algunos hechos de esta semana pueden convivir en un
mismo texto. Desde la humillante
sospecha hacia Evo Morales hasta los intentos de algunos conspiradores
vernáculos contienen una evidente dosis de deslegitimación. El atropello
diplomático padecido por la delegación presidencial boliviana está impulsado
por un decadente –pero aún riesgoso- espíritu imperial. La gravedad del asunto
no pasa sólo por una reivindicación de las raíces indígenas del Presidente Evo:
sólo la condescendiente mirada del colonizador puede convertirlo en un mero incidente
racial. La afrenta alcanza a toda la
región y debe afectar a cada uno de sus presidentes. No fue la
particularidad de una etnia la vulnerada, sino la institucionalidad de un
continente. Y también de todo el mundo. Las
alucinaciones paranoicas de un país no pueden alterar la convivencia del
planeta. En realidad, así ha sido el clima internacional después de la
Segunda Guerra, cuando EEUU comenzó a consolidar su hegemonía y diseñar
enemigos a la medida de sus necesidades. Ya no basta con señalar la prepotencia
demoledora del país que más conflictos
ocasiona en nombre de la paz. De una vez por todas, hay que ponerle un
freno.
Un límite discursivo, por ahora.
En algunos de nuestros países sabemos de qué se trata eso: desmoronar un sentido común colonizado para entronar un pensar
colectivo soberano. Precipitar la caída de las máscaras para que los
rostros muestren todo su horror. Interpelar a los conceptos para descubrir los
intereses de quienes los sostienen. Escuchar
la historia de los pueblos para garantizar el futuro de las naciones, porque toda
construcción empieza desde abajo. Como esto no pretende ser una receta,
podemos interrumpir la enumeración de infinitivos y buscar una síntesis. Si un
statu quo resulta extremadamente nocivo, hay
que invertir toda la energía necesaria para modificarlo y una vez comenzada la
tarea, es imprescindible llegar hasta el final. De lo contrario, cuando
retorna, puede ser más destructivo.
Evo Morales recibió un trato más adecuado para un forajido que para
el presidente legítimo de un país. En esos países que pusieron en vilo la
seguridad del avión boliviano tratan con
más respeto a los especuladores financieros que están hundiendo a sus
pueblos. Por eso, la reacción de UNASUR fue la más acertada. “Nuestro pecado es ser indígenas y
antiimperialistas”, afirmó el presidente de Bolivia, después de haber
estado de rehén en Austria. “Que pidan
perdón –exigió CFK en Cochabamba- alguna vez en la vida que pidan perdón por
lo que han hecho”. El acto de
apoyo y desagravio a la Nación Latinoamericana se realizó en el estadio Coliseo
de la Coronilla, donde los representantes de los pueblos quechua y aymara,
sindicatos y de otros colectivos sociales se sumaron a cinco presidentes y
delegaciones de diferentes países. “Indigno
presidente Rajoy –clamó Nicolás Maduro- que
pretendió revisar el avión presidencial de Bolivia”. Después de acusarlo de
abusador, calificó el episodio como la muestra de “una derecha enloquecida de odio y desesperación”.
Pero tanto odio y desesperación
no inspira sólo a los enemigos externos. Fronteras
adentro, cada país de la Patria Grande tiene lo suyo. En simultáneo con el
conflicto diplomático padecido por Evo, nuestra agenda se vio nutrida por los dolorosos
obstáculos que pergeñan los grandes saboteadores locales, que pretenden sacudir la apacible escena electoral con conflictos
artificiales. Primero, los productores y acopiadores trigueros que,
empecinados en doblegar al poder político, esconden
las espigas para negarnos el pan. Después, los ferroviarios que, como en
2011, pretenden pisotear las urnas
arrojando piedras a una estación de trenes. Y lo que se viene: un
paro-puente de los camioneros con movilización incluida.
Desde
hace un tiempo, los dirigentes de la Mesa de Enlace apelan a la extorsión
para socavar la legitimidad del Gobierno Nacional. Eduardo Bussi, de
Federación Agraria, aconsejó muchas veces aguantar lo más posible los productos
antes de volcarlos al mercado. Esconder, ni más ni menos, lo que la tierra de
nuestro país produce. Especular para ganar más y acaparar para desfinanciar
al Estado. Protestar para molestar. Lloriquear para perjudicar.
Pero
si con sus fintas esperaban doblegar a La Presidenta, otra vez se equivocaron. No
estamos en 2009, por si no se enteraron. Ante el apriete de los
agroexportadores con el trigo, vino la respuesta del Ejecutivo. El enemigo de
los conspiradores, el secretario de Comercio Guillermo Moreno, firmó la
resolución 67/2013 para que “los
distintos sectores intervinientes en los procesos productivos de trigo ejecuten
las acciones comerciales tendientes a proveer adecuadamente al mercado interno”.
De la advertencia del miércoles, pasó a la acción. Ahora, de no atender
esta orden, el Gobierno podrá decomisar el trigo estoqueado para enviarlo a los
molinos y hasta podrá aplicar sanciones a los que no cumplan. Si todo
funciona como corresponde, el precio de la harina deberá descender para no presionar
más el bolsillo de los ciudadanos. Pero hay que estar atentos. Mientras no
se modifiquen las relaciones de fuerza en nuestra estructura económica, siempre
estaremos a merced de los angurrientos.
También
de los violentos. Un injustificado paro ferroviario termina con destrozos en
una estación de trenes. Una medida de fuerza sorpresiva y venenosa por un
retraso que no fue tal. Una cámara se cuela en el conflicto; o mejor dicho, en
la cabina de los conductores. Y, como otras veces, sicarios disfrazados de
pasajeros indignados dispuestos a incendiar y romper todo. Por ahora, el
Ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, presentó una denuncia
penal contra el titular de La Fraternidad, Omar Maturano, por incumplir las
disposiciones que regulan la prestación de los servicios públicos. Los
agresores detenidos tal vez conduzcan a los cerebros organizadores de tamaño vandalismo.
Pero
hay más. Porque si algo está muy claro es que no nos darán respiro. Estos
oscuros personajes apelarán a sus más sucias tretas para restar algunos
porotos a los candidatos del oficialismo. Ahora toman la posta los
camioneros, que después de atacar a los trabajadores tintoreros, planean un
paro general para el lunes. Una forma un poco malsana de conquistar un
feriado puente. Así es: Hugo Moyano convocó a un paro de 24 horas que
afectará la recolección de residuos, provisión de caudales y distribución de
diarios y transporte de combustibles. El impuesto a las ganancias es la
excusa y generar caos, el verdadero propósito. "La soberbia tanto de la presidenta como la del
ministro de Trabajo de no escuchar un legítimo reclamo de los trabajadores
lleva a esta consecuencia: a un paro nacional”,
explicó Moyano en una radio capitalina.
Para nada amedrentada con estos gruñidos, La
Presidenta aseguró que no tolerará “la
extorsión de nadie” y exhortó
a realizar “un gran esfuerzo para que los
conflictos se encaminen y se resuelvan democráticamente”. Sobre todo,
aquéllos que se originan más por la angurria que por la necesidad. Aunque
parezca increíble, los que más tienen son los más quejosos. Y los que tienen
mayor capacidad de daño. Algo que debe cambiar cuanto antes. ¿Quién deja
una ametralladora cargada en manos de un orangután enloquecido?
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