Nuevos
argumentos para la victoria
A pesar del empuje brindado por
los medios con hegemonía en bancarrota, el
intendente de Tigre está perdiendo terreno. Su discurso plagado de imágenes
angelicales parece más propio de un pastor que de un candidato a diputado. Tanta miel empalaga, sobre todo en política.
Pero no será el único que morderá el polvo. Según una encuesta reciente de
Poliarquía, Martín Insaurralde está creciendo en la preferencia de los
votantes. Los perdedores perpetuos serán los que hablan de hartazgo, límites y
divisiones. Los que quedarán terceros
con comodidad y con poco porcentual son los que evitan decir qué proponen para
que el país esté mejor. Como parten de una lectura falsa de la realidad, de una imagen catastrófica
del estado del país, sólo pueden decir tonterías. Como piensan que el
kirchnerismo ha fracasado, sólo sueñan con su pronta disipación. Como no tienen ni idea de qué proponer,
sólo presentan desvaríos publicitarios. En cierta forma, parecen
acorralados, encerrados en su ferocidad opositora, esclavizados en la defensa
de intereses inconfesables. Porque el escenario en que ellos interpretan sus
iracundos personajes no se parece en nada a la vida real.
Por supuesto, todavía no
estamos en el paraíso, pero el infierno
del que partimos ha quedado muy atrás. Y no es casualidad que así sea.
Tampoco un designio divino, aunque el Papa parezca jugar para el equipo local.
Si hasta los opositores más empedernidos pueden enumerar algunos logros, aunque
se esfuerzan en ocultarlos. Lo que no
podrán aceptar de ninguna manera es el recorrido. Por eso hablan de peleas,
de dos países, de límites. Ellos proponen la
magia como única herramienta para combatir la exclusión, para fomentar el
desarrollo, para garantizar el empleo. Alejados de toda realidad, diseñan un
futuro armonioso donde todos sean felices, disfruten de los bienes y hagan lo
que les venga en gana con absoluta –inexistente- libertad. Sin embargo, olvidan que para conquistar derechos hace falta combatir
privilegios, porque esos privilegios devienen de derechos escamoteados. Y
eso no se logra con los sonsonetes del diálogo y el consenso. Si los que se han
enriquecido a costa de succionar nuestros bienes tuvieran la gentileza de comenzar con una justa devolución, la
encantadora escena que plantean estos ilustres
opositores podría convertirse en un hecho. O en un titular: “Los que saquearon el país durante las
últimas décadas del siglo XX se arrepienten y restituyen todo”. Pero no: son los que más se quejan, a pesar de haber
hecho fortunas en los últimos años.
Una muestra de eso es el discurso
del presidente de la Sociedad Rural en la inauguración de la exposición anual.
Más duro que nunca, a pesar de la cosecha récord, aunque tan clasista como la
entidad que dirige. Como el Gobierno no obedece las órdenes del Poder Económico,
es el indigno enemigo a destruir. “Mienten –leyó Luis Etchevehere ante un
público desbordado de oposición- desde
los índices económicos hasta el pensamiento de nuestros próceres. Mienten,
desde los antecedentes profesionales hasta las declaraciones juradas de los
funcionarios. Mienten, día tras día mienten. Y así van construyendo un
interminable rosario de anuncios incumplidos, de datos falsos y de enemigos
inexistentes”. Un discurso basado en
los titulares con que se envenena, como buena oposición que se precie de tal.
“Y
la realidad es muy diferente de los anuncios oficiales, que pretenden sostener
un modelo que ha fracasado y elogiar una gestión caracterizada por la
corrupción y la ineficiencia”, continuó, esforzándose por
hacer creíble un discurso que pocos creen. “Tenemos
una política agropecuaria insólita, y nos quedamos sin el trigo, sin la harina
y sin la torta”, probó con la ironía
pero le salió infantil, porque ya todos sabemos que lo del trigo fue pura
especulación. Y entonces, sobre el final, apeló a los dicterios más
enardecidos: “el mundo se nos cayó
encima, señora Presidenta, y su gobierno dilapidó esas oportunidades y malgastó en subsidios, politiquería barata,
prácticas populistas, corrupción y propaganda”. Puros prejuicios, dura
bestialidad, fatal incomprensión, absoluto egoísmo. Tanto asco como siempre.
Despreciable. Monigotes deformados por
el odio que regurgitan cada vez que intentan hablar. Esos son los que se la
pasan pregonando sobre la necesidad del diálogo y el consenso, versito con el
que algunos individuos todavía comulgan. ¿Qué posibilidad de diálogo existe con sujetos tan mezquinos?
Pero los datos desmienten sus
apocalípticas pinturas. Lejos del panorama
de fracaso que muchos opositores desean que se convierta en realidad, la
Cepal –Consejo Económico para América Latina- dio a conocer la edición número
65 del Estudio Económico de América Latina y el Caribe del bienio 2012-2013,
que tiene como subtítulo “Tres décadas de
crecimiento desigual e inestable”. Aunque en este organismo no está bajo la
influencia de Guillermo Moreno sino de la ONU, el documento presentado la semana pasada en Santiago de Chile aporta
datos muy contundentes para descolocar a los agoreros. Desde el punto de
vista económico, consideran como perdida la década del ’80, y la del ’90, dominada
por la inestabilidad financiera y el crecimiento de la desigualdad. Lo que seguramente provocó taquicardias y
cuadros de hipertensión en los desorientados opositores es que el informe
denomina Ganada a la primera década
del nuevo siglo, en términos de
disminución de la pobreza e indigencia y en las mejoras en la distribución del
ingreso. Un poco de claridad para los lectores distraídos: lo de La década ganada no es sólo una consigna
de Cristina y sus secuaces, sino una realidad que no se puede ocultar.
La década iniciada a partir del
2000 es ganada porque “en el entorno
externo de la región se produjeron
cambios muy pronunciados que se tradujeron en períodos sostenidos de crecimiento”,
continúa el documento. Entre 2003 y 2008, el crecimiento de nuestro país ha sido el más alto de la región,
con una tasa del 8,5 por ciento. Pero además, la Cepal destaca que Argentina,
Ecuador, Venezuela, Honduras, Nicaragua, Colombia y México son los países que
lograron la mayor reducción de las tasas
de pobreza e indigencia. Si las medidas que el Gobierno Nacional ha tomado
para reducir el tendal de exclusión que dejaron las dos décadas anteriores, ¿no es injusto que tanto Etchevehere como
muchos de los opositores más acérrimos hablen de politiquería barata y
prácticas populistas? A simple vista, la lenta pero constante distribución
del ingreso encarada por esta gestión ha
tenido más éxito que los anteriores modelos de acumulación angurrienta y
desigual.
Por eso no hay que hacerles
caso. Que se harten de gruñir, que se
cansen de hartarse. A las bestias hay que domesticarlas. Y, de a poco, lo
estamos logrando. La contienda está en
curso y ostentamos la fuerza del colectivo. Esta vez debe ser para siempre.
“Si se viene una política como la que
tuvimos durante décadas –señaló CFK durante el acto inaugural del nuevo
estadio de Deportivo Morón- donde mandaban
las corporaciones y los presidentes aceptaban mansitos los que se les decía, se
viene la noche de vuelta". Oscuridad
que ya conocemos en todas sus facetas y debemos evitar para que de una vez por
todas gobierne la luz.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario