Un
puñado de emociones
Desde hace un tiempo, el
autor de estos apuntes impulsa la erradicación de un adjetivo bastante
perjudicial. Y se usa mucho, no tanto
para calificar lo existente sino para señalar lo imposible. La Presidenta
lo usó el sábado, en la presentación de los candidatos del FPV de todo el país.
“No somos perfectos, no somos los
mejores, tenemos también errores y equivocaciones”, aclaró en una parte de
su discurso. De ‘perfecto’ y sus
derivados, estamos hablando, de un
adjetivo inventado para garantizar nuestra frustración. No tenemos
experiencia de lo perfecto porque no sabemos qué es. Un calificativo ligado a
lo absoluto, a la divinidad que creó
seres imperfectos destinados sólo a la imperfección. Sólo un perverso puede haber inventado una palabra así. Por más
que lo intentemos, nuestras obras jamás serán perfectas, aunque se aproximen
bastante. ¿Por qué seguir utilizando un
vocablo que tiene como principal objetivo desmerecer todo lo que hacemos?
¿Para qué seguir socavando la autoestima?
Claro que lo perfecto no
es sólo lo impecable, sino también lo acabado. Un proyecto de país jamás será perfecto porque está en permanente construcción.
Y esto sin contar con los ataques, traiciones y demás delicias con que los angurrientos intentan engrosar sus arcas.
Acciones que sin dudas provocan retrocesos notorios y dejan ruinas a su paso.
En 2001 vimos eso y dos años después comenzó la recuperación que todavía
estamos transitando. Un anticipo para los ansiosos: jamás tendremos un país perfecto; sólo podemos aspirar a un país mejor.
Y quien logre dar algunos pasos en ese sentido se convierte en una garantía. Porque
la cosa no pasa por la perfección –algo imposible, como ya se ha dicho- sino por el compromiso. "Quienes tienen la responsabilidad de
gobernar un país eligen todos los días. Eligen si van a favorecer a los más
vulnerables o a los más poderosos", aclaró CFK el sábado en
el micro estadio de Argentinos. Y por la sinceridad: "nosotros no nos disfrazamos de nada, nunca. Y no porque no nos
gusten los disfraces. A mí me encantan, pero para el carnaval. Para la política
no. En política nos gusta dar la cara y
decir lo que pensamos", explicó, una vez más, La Presidenta.
Tal vez cierta idea de la
corrección inspire la utilización del vocablo ‘perfecto’. Nadie en su sano juicio podrá afirmar que su vida desborda de
perfección. En todo caso, el ‘nadie
es perfecto’ caracteriza a todos los seres humanos, hasta los que han
alcanzado la excelencia en sus obras. Además, siempre hay algún criticón dispuesto
a encontrar algún defectito. Entonces, para abandonar definitivamente tal idea,
podemos acordar que si nos comparamos
con Dios –al menos con la idea que tienen de Él tanto creyentes como ateos-
siempre corremos con desventaja. Si
no se decide a perfeccionar nuestros actos y menos aún hacer las cosas por
nosotros, parece más saludable renunciar
a todo intento competitivo. Ya los mitos nos advierten sobre las
consecuencias que pueden acarrear los desafíos a la divinidad, como el episodio
de la Torre de Babel, por ejemplo.
Lejos de las ingenierías
fabulosas, tenemos en nuestras manos un país en construcción. Y el recuerdo de
un modelo que nos dejó empantanados en la derrota. Un modelo que muchos intentan reinstaurar, aunque sin decirlo
abiertamente. Ningún candidato va a prometer la ruina. Por el contrario,
todos aseguran que sus propuestas garantizan el bienestar. Y si no, mala
suerte, ‘nadie es perfecto’, se
escudará el cínico candidato. Quizá haya una manera de distinguir entre las
buenas plataformas y las que no lo son tanto. Mientras más generalidades o más imprecisiones contengan, más penosos
serán sus resultados. Porque lo que el ciudadano vota es un plan, un camino
acorde con los objetivos. Una meta sin recorrido parece algo incompleto. Una
trayectoria sin meta puede ser cosa de locos. Y aunque parezca mentira, algunos
proponen como meta lo que debe ser el punto de partida.
El sábado, La Presidenta
sintetizó en una frase una fórmula que incluye origen, tránsito y destino. "Somos
un país, una Nación, con 40 millones de argentinos, con 40 millones de sueños.
Y sólo un proyecto que tenga una idea rectora de Nación, un ideal de país que tenga en su historia, en su pueblo y en su
geografía profunda los basamentos de su accionar político, es el único que
puede garantizar la movilidad social ascendente", exclamó ante el
exultante público. Con estas
palabras, no está delineando una utopía inalcanzable. A diez años de gestión K,
ya no se pueden ocultar los avances.
Y no hemos llegado hasta aquí por puro azar. Una historia plagada de episodios
dramáticos ha inspirado esta década amigable. Por contraste, se entiende. De repetir las apolilladas recetas que
algunos siguen ofreciendo, no hubiéramos salido de ninguna pesadilla. De
los malos sueños se escapa con sólo despertar.
Y parando la oreja. Un país normal no puede tomarse como
meta ni como recorrido. Hace mucho tiempo, la esclavitud era normal. Hace no
tanto, en nuestro país era normal un Estado garante y cómplice del
enriquecimiento de una minoría selecta. Unos
años atrás, la normalidad sugería la
pobreza y la exclusión como única manera de gobernar. Gobernar era sinónimo
de obedecer las sombrías órdenes del Poder Fáctico. Gobernar significaba
satisfacer las angurrias de los personeros del establishment. Gobernar era
exigir nuevos sacrificios a los sacrificados perpetuos. La normalidad es tan ambigua y subjetiva, que parece un concepto
individual; hasta caprichoso. Lo normal resulta tan arbitrario que puede
llegar a ser un peligro. Más aún cuando
la normalidad es definida por una minoría.
En contra de lo afirmado por
algunos analistas políticos, CFK no presentó a sus candidatos. Y eso lo dejó muy en claro en su discurso. "Los
hombres y mujeres de las distintas provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires que hoy están aquí son los
candidatos del proyecto nacional y popular que transforma el país y al cual
tengo el orgullo de conducir. No son los candidatos de Cristina. Que nadie se
confunda". Más allá de lo que sea en realidad el armado de las listas
y las tensiones enormes que ese trabajo genere, la diferencia está en la
selección de los nombres. Tal vez los
nombres no interesen tanto como la integración a un colectivo.
Los agoreros no alcanzan –o se
niegan- a entenderlo, por eso atacan a
los individuos, pensando que así desconciertan al conjunto. “Pero la memoria del pueblo es más
importante que cualquier título periodístico”, definió Cristina. Aunque
apuesten al desánimo, al descrédito, los
hechos los dejan descolocados. “Cuando
pasó lo de la Fragata Libertad decidieron iniciar una colecta –recordó CFK– Hoy Ghana les hace pagar ocho millones de
dólares a los fondos buitre. Miren si les hubiéramos hecho caso”. Desde
hace un tiempo, hablan de diálogo y consenso; acusan de soberbia a La
Presidenta; aconsejan; presionan; amenazan. Con la prédica negadora sólo logran convencer a un hatajo de individuos
irritados y prejuiciosos. La Primera Mandataria apostó a un desafío, el de “ganar otra década para recuperar 50 años de
atraso”. Un atraso, vale reiterar, provocado
por aplicar modelos importados, cuyo fin no era precisamente el beneficio
de la mayoría. Como siempre, las
palabras de Cristina despiertan pasión, tanto a favor como en contra. Y
como ella lo sabe, sentenció: “lo
importante es elegir de qué lado estás”. Y un agregado para el final: los
que aseguran no estar en ninguno de los dos lados, en realidad, están tan atornillados que no se dan cuenta
que las sombras están a punto de devorarlos.
MUY MUY BUENO, GRACIAS. Daniel
ResponderBorrarGracias a vos y a todos los que leen y comentan en este espacio. Abrazo enorme.
BorrarComo siempre, de excelencia Gustavo!
ResponderBorrarMUY BUENA SINTESIS Y COMPLETA. NO PODRIA AGREGAR NADA Y APOYO TODA Y CADA UNA DE TUS EXPRESIONES. ESTAS SON LAS DIFERENCIAS EN CADA UNA DE TUS PALABRAS SE NOTA LA ALEGRIA QUE BROTA DE TU ALMA AL ESCRIBIR ESTAS PALABRAS. A CADA UNO DE NOSOTROS NOS PASA LO MISMO. AGRADEZCO A DIOS QUE ME HAYA PERMITIDO VIVIR ESTOS MOMENTOS CUANDO UNO PENSABA QUE YA ESTABA TODO PERDIDO. MUCHAS GRACIAS GUSTAVO. UN FUERTE ABRAZO.
ResponderBorrarEstimado Juan: algo así pasa. Las palabras no surgen desde la intelectualidad, sino desde otro lado que emociona. Por eso tenemos que cuidar y profundizar este camino. Abrazo a todos
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