viernes, 26 de julio de 2013

Recaudar para incluir



Lo que muchos se niegan a mirar
En un escenario de campaña electoral parece que es lícito decir cualquier cosa. Desde hace unas semanas se instaló una muletilla respecto a los planes “no trabajar, sino descansar” que debería avergonzar a sus creadores, algunos de ellos beneficiarios del saqueo neoliberal. Por supuesto, cualquier cosa es válida para sumar porotos cuando los candidatos no tienen nada para decir. Pero es irresponsable opinar sobre lo que no se conoce, más aún cuando son aspirantes a ocupar un cargo representativo. Un poco más claro: una opinión debe estar basada en un hecho, no en un prejuicio. Los planes Trabajar fueron reemplazados por los planes Jefas y Jefes cuando Duhalde oficiaba de presidente de prepo y hoy ya no existen. Por lo tanto, lo que muchos recitan como si fuera una pieza maestra de la ironía no es más que una insuperable gansada. Si pretenden aportar algún granito de arena para la reconstrucción del país deberían tomarse el trabajo de conocer los diferentes proyectos que se han diseñado como formas de inclusión y evaluar sus resultados. Claro, demasiado trabajo para aquellos que tienen asistencia perfecta en los estudios televisivos pero conservan sus bancas frías gran parte del año.
Un poco sorprendente es que, en su afán de desterrar al kirchnerismo de la historia, lleguen a pronunciar conceptos insultantes destinados a los posibles votantes. Ningún beneficiario de los diferentes programas elaborados por el ministerio de Desarrollo Social considerará siquiera escuchar los dicterios que pretenden seducirlos. Con los prejuicios disfrazados de críticas, los postulantes no hacen más que expresar el desprecio que sienten por los que han sido desplazados de cualquier forma de dignidad, menos aún, cuando están camino a recuperarla. En todo caso, como parte del juego de la política, con sólo entrar a la página de ese organismo podrán enterarse de qué va la cosa. Ya sería demasiado pedir que confíen en las cifras que allí se difunden, pero al menos tendrían más elementos para elaborar una crítica. Con tanta desinformación que los deja en ridículo sólo alcanzan a cacarear algunas frasecitas protestonas. Lo único que se les pide es un poco de seriedad.
Pero claro, como parten de una lectura desacertada, el discurso que pretenden sostener no es más que un licuado indigesto que trata de conquistar el voto de un individuo enojado y confundido. Con “el país normal” y la mirada fija de Binner, con “Argen y Tina”, con el hartazgo y los límites y con las buenas ondas de amor y paz sólo están disputando el corpus acotado de los que sólo están en contra sin saber bien por qué. No están construyendo otra cosa más que un conjunto de sujetos irascibles que resultará muy difícil de representar. Y también, de conformar porque, con una sola declaración favorable sobre alguna de las medidas del Gobierno Nacional serán acusados de traidores, vendidos, cooptados, choripaneros y otras cosas peores.  No sólo por los seguidores de a pie, sino por los medios con hegemonía en desvanecimiento.
En Tecnópolis, La Presidenta entregó unos documentos que para los que han tenido un tránsito apacible por la vida tal vez no signifique nada, pero para los destinatarios representa un paso muy importante. Ese papelito certifica que alguien completó sus estudios cuando ni soñaba con la posibilidad de hacerlo. Cerca de 430 mil jóvenes y adultos superaron ese escalón con la ayuda de un plan de asistencia económica que pocos conocen. El plan FINES no está destinado a trabajar o descansar, sino a estudiar. No es un dinero mal gastado sino bien invertido: el Estado en su mejor faceta para superar la desigualdad.
El plan que puede desorientarlos es Argentina Trabaja, que tiene como objetivo fomentar la cultura del trabajo solidario y cooperativo. Marcas colectivas, proyectos socio-productivos “Manos a la obra”, microcréditos para pequeños emprendimientos, ingreso social con trabajo son algunas de las variantes dispuestas por este programa que sólo busca reparar lo que se destruyó en las décadas pasadas. Con sólo leer los objetivos y comprobar cómo se ha desarrollado desde su aplicación, se podrá comprender que no está destinado a los haraganes.
En fin, como no saben dónde están parados, muchos candidatos tienen que apelar a publicistas ingeniosos para inventar sus consignas, sacuden cifras que no tienen sustento y amplifican denuncias que no pasarán de la mesa de entrada del juzgado de turno. Y todo por considerar al kirchnerismo como una anomalía pasajera, por defender lo que no pueden confesar, por negarse a pensar un modelo de país que nos incluya a todos. Todo por seguir una agenda que se elabora en las oscuras oficinas de los centros de poder.
Mientras Mauricio Macri suplica un poco más de atención mediática y política, Sergio Massa dirige su mirada al 2015, seguro de que sus cantos líricos tendrán buena llegada en las urnas. El Metrobús con que flageló la avenida más ancha no ha tenido el impacto electoral que esperaba el Jefe de Gobierno porteño. A los globos amarillos se sumaban los reclamos de los desatendidos de su insustancial y elitista gestión. No alcanza a entender que es por eso que el Intendente de Tigre se haga tanto el distraído. Porque a la vez que presenta el hachazo a la 9 de julio como una obra de cara al futuro, los vecinos de la CABA reclaman los subsidios prometidos para paliar los estragos de la última inundación.
Sin globos ni grandilocuencias, el Gobierno Nacional cumplió con el esquema de contención que había diseñado ante aquella emergencia. A través de los préstamos Argenta, créditos del Pro.Cre.Ar y otros aportes de la Anses, desembolsó casi 160 millones de pesos. Y quedan unos 100 millones más para reparar los estragos producidos en parte por la fiereza del fenómeno meteorológico y en parte por la desidia de las autoridades correspondientes. A pesar de que Macri siempre declama ante los medios el abandono de Nación, la CABA recibió unas 6200 prestaciones con una suma superior a los 22 millones de pesos. Números que explican a qué se destina todo lo recaudado, que no se pierde en bóvedas escondidas en los rincones de El Calafate. Todo está a la vista para el que lo quiera ver. El que no, disfrazará su extravío político con absurdos cortos televisivos.
Una cuestión de decidir de qué lado se está. Solucionar los problemas de los argentinos no es adornar la inoperancia. Mirar al futuro no es protestar por todo. Construir un nuevo país no es prometer una normalidad indefinida. Respetar las instituciones no es generar desconfianza. Gobernar para todos no es obedecer a las corporaciones. “En la vida hay que elegir –explicó una vez más CFK– y nosotros elegimos al pueblo, los estudiantes, los trabajadores, los empresarios nacionales, los comerciantes y todos aquellos que quieran venir a este país que construimos entre tantos millones de argentinos”.

1 comentario:

  1. Excelente y necesaria explicación en esta etapa de la historia argentina, de reconstrucción de la palabra, del diálogo político, silenciado y confuso desde el genocidio... (Aristóteles 2000)

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