En un esfuerzo de producción más artístico que industrial, el
titular de la UIA, Héctor Méndez, aportó su granito de arena para desmoralizar a la población. En el Día
de la Industria, “no están dadas las condiciones para celebrar nada”, expresó con
tono lúgubre. Esperanzador mensaje
que no está inspirado en ninguna crisis económica y menos aún en una debacle
del sector, sino en un rotundo rechazo al proyecto de Ley de Abastecimiento, a la que “van a resistir hasta el final”. Para estos patrones, una norma
que controle sus monumentales ganancias significará un “retroceso enorme”, aunque su objetivo fundamental sea defender el
bolsillo de los argentinos. Lejos del escenario crítico que algunos tratan de
dibujar, nuestro país transita una
meseta más provocada por conspiradores internos que por errores del proyecto.
Ya no saben qué hacer: hasta un exponente de la oposición vaticina un
adelantamiento electoral, no como una advertencia sino como amenaza. O cuanto
mucho, expresión de deseos.
Si las cosas estuvieran
verdaderamente mal, los números de la AFIP no habrían registrado un incremento de más del 30 por ciento en
la recaudación. Como siempre, los que aportaron bastante menos fueron los
estancieros, que mantienen los gusanos gigantes llenos de soja, a la espera de
un aumento del dólar para liquidarlos. Para eso es necesaria una ley que
controle a estos angurrientos, para que
lo que se produce en nuestro país no se convierta en una herramienta de
especulación, de presión y de confabulación.
Como puede apreciarse, si
estamos atravesando por un momento de recesión, es porque así lo quieren los
exponentes del establishment. Mientras se enriquecen succionando los recursos
que deberían reinvertir, presionan al Gobierno para que satisfaga sus egoístas
anhelos. ¿Qué es lo que quieren?, preguntará algún lector distraído. Que saquen los impuestos, que liberen el
comercio exterior, que bajen los salarios y que los dejen saquear nuestras
billeteras. En definitiva, que hundan al país como en las últimas décadas
del siglo pasado, porque ganan más en las peores crisis. Cuando un mandatario
está encerrado en un laberinto, acosado en cada pasillo por las más monstruosas
fieras y las más angustiantes pesadillas, accede a cualquier cosa para contener
la situación. Ya los hemos descubierto;
ya sabemos de sus oscuras tretas; ya nos llega el hedor de sus fauces babeantes.
Mejor será que se adecuen cuanto antes a los requerimientos del país porque no
estamos dispuestos a perder lo que tanto nos ha costado conseguir.
El
elegido del Círculo
También sabemos, aunque el
enigma no demanda demasiado esfuerzo, quién es el candidato ideal para estos
personajes. Ya está dicho en el Apunte anterior, Mauricio Macri es el mejor candidato no por su capacidad sino por la
coincidencia con los intereses del Poder Económico. Y sin lugar a dudas, su
programa de gobierno debe ser un listado de los requerimientos del Círculo Rojo.
Con Macri no habrá grieta, ni discusiones o peleas; habrá un solo país
conformado por un diez por ciento de la
población que goza con las riquezas generadas por el resto.
Ante el auditorio de la Cámara
Argentina de la Mediana Empresa, se dio el lujo de explotar al máximo su cinismo.
Unos días después de firmar un decreto de ajuste para saldar los vencimientos
de deuda triplicada durante su gestión, consideró que en el Gobierno Nacional “hay mucho despilfarro”. El ‘despilfarro’ para Macri no es otra cosa
más que la inversión que se ha hecho para el desarrollo tecnológico y los
recursos que se destinan a los que menos tienen. Aunque no hacía falta, se
sacó una de las últimas máscaras que esconden las intenciones clasistas que
quiere llevar a la Rosada. Con alguien como él en el Sillón, la desigualdad se profundizará y nada nos
quedará que se parezca a la soberanía. Quien lo vote, será cómplice de una
nueva caída. El desprecio con que se refirió al Arsat, nuestro primer satélite,
es un anticipo del lugar que ocupará la investigación tecnológica: el de
lavaplatos.
“Hacen
empresas tecnológicas que no hacen falta –pontificó Macri- se generan empresas satelitales que no
funcionan…” No se requiere conocimientos en semiótica o filología para
traducir esta frase. Lo primero que se evidencia es la desinformación y lo
segundo, el prejuicio. En su ideario,
como en los noventa, comprar tecnología es mejor que producirla. ¿Para qué
vamos a ponernos a investigar si hay otros que ya lo hacen? De ahí a
desmantelar todo proceso industrial para convertirnos en el granero del mundo
que tanto parece idolatrar el Alcalde de la CABA hay un solo paso. Y como un niño enfurruñado rechaza lo que
desconoce y desdeña lo que jamás se le ocurrirá realizar.
Lo tercero –y no por eso menos
importante- es el abandono de toda idea
de soberanía. Como ya lo ha demostrado en nuestro conflicto con los
buitres, con su propuesta de someterse al caprichoso fallo del juez. Como lo
demuestra siempre, con esa pose de exiliado
yanqui en un lugar deplorable. Como lo demostrará hasta que se termine su inexplicable
preponderancia política: un país como el
nuestro sólo está destinado a ser una colonia y debe poner sus recursos al
servicio del Imperio y de sus acólitos. Macri, el primero. Para él –y muchos
como él- la bandera es un trapo que se agita cada tanto y no hay nada detrás de
eso que se parezca a un valor. Lo único que vale para él –y no sólo él- es la
persecución que hacen algunos individuos de todo lo que tiene precio. Esa
carrera para alcanzar fortunas infinitas. Millonarias
cuentas en manos de una minoría egoísta que considera la pobreza como un
fenómeno climático y no el resultado de su angurria.
Macri y todos los que son como
él nunca entenderán que la bandera es mucho más que un trapo. La bandera es la construcción constante de
una idea que dista mucho del país que trama el Candidato Amarillo. En la
bandera vive un pueblo que busca su emancipación, con un recorrido plagado de
fracasos y traiciones pero iluminado por algunos triunfos. La bandera portada por un colectivo que ahora sí sabe cuál es el camino
adecuado. Esa es la bandera que Macri desprecia, la que tiene historia y
persigue sueños, la que defiende derechos y encabeza conquistas, la que piensa
en colectivo, la que tiende la mano, la que incluye. Esa es la bandera que quieren destruir los integrantes del Círculo Rojo.
Y ésa es la que tenemos que proteger a partir de ahora, todos los días. Esa
bandera que es una sombra suave, un cómodo cobijo o una indestructible muralla
en los momentos difíciles. No la vamos a
entregar, justo ahora que estamos comenzando a disfrutar del bienestar que produce
tenerla de nuestro lado.
MAS DE LO QUE HAN GANADO LOS INDUSTRIALES, ES IMPOSIBLE, QUE GANEN MAS, SALVO, QUE EMPIECEN A VACIAR EL PAIS COMO EN LOS 90, PEDIR CREDITOS Y QUEDARSE CON ELLOS QUE EL ESTADO PAGUE SUS CUENTAS, COMO ESTA SUCEDIENDO, CON LOS FONDOS BUITRES, MI DESEO ES QUE NO VUELVAN NUNCA MAS LOS NEOLIBERALES NI ACA, NI EN NINGUNA PARTE DEL MUNDO, ESTOS BUITRES, QUE SE QUEDARON SIN ESCUPULOS, CON LOS MILLONES QUE FUERON ENVIADOS POR EEUU, AL CONGO, LOS QUE EXTORSIONAN AL MISMISIMO PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS, ESOS , TIENEN QUE DESAPARECER DEL MAPA, DEBE HABER UNA FORMA DE BORRARLOS PARA SIEMPRE, BUITRES Y NEOLIBERALES, NUNCA MAS.
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