En los últimos tiempos, periodistas y políticos de la oposición
fantasean con un futuro sin kirchnerismo. Y no sólo eso: además están
planeando deskirchnerizar el país,
como intentaron hacer los impulsores de la Fusiladora.
Si la autoproclamaron “libertadora” fue, ni más ni menos, porque liberaron a Argentina de las garras del peronismo. Y tanto la
liberaron, que hoy todavía estamos reciclando el ideario del General. Muchos no entienden que es imposible
eliminar por decreto los mejores sentimientos de un pueblo y su impulso por alcanzar
la felicidad compartida. Por eso deben recurrir a las amenazas de
revanchismo. Algunos analistas lo hacen cuando auguran el fin de ciclo o exigen
achicar el gasto; los políticos, anunciando
que van a derogar todo lo que deba ser derogado; y los caceroleros, anticipando
que cuando gobiernen los que ellos quieren, los demás nos quedaremos sin nada. Todo esto adornado con los más floridos
insultos, las más desopilantes mentiras y las más obscenas manipulaciones.
Pero para llegar a La Rosada,
hay que ganar las elecciones, un pequeño detalle que algunos pasan por alto. Con
el aliancismo viciado que están pergeñando no van a llegar demasiado lejos.
Sobre todo los radicales, que están doblando
y retorciendo tanto al partido centenario que más que romperse, va a estallar
en mil pedazos. El encuentro del lunes en San Fernando tuvo mucho de eso.
En el documento final que tardaron siete horas en elaborar dejaron abierta la
posibilidad de hacer cualquier cosa menos pensar en lo que harán en caso de
llegar al gobierno. Desde el principio, el sólo considerar la posibilidad de sumar al macrismo y al masismo en una
incongruente interna pan-opositora sugiere un extravío muy difícil de superar.
Y si es difícil de superar es
porque ellos mismos se encierran en la incoherencia. Por un lado, los radicales
quieren “ratificar la construcción del
Frente Amplio Unen, redefiniendo su conducción, sus reglas de funcionamiento e
institucionalidad, con el objetivo de su fortalecimiento”. Pero por el
otro, al amontonarse con el Frente
Renovador y el PRO están desdibujando mucho más ese espacio. Para agregar
más desconcierto al asunto, los mismos que alentaron esta ensalada no-política
–periodistas y opinadores hegemónicos- ahora la consideran como “rejunte o bolsa de gatos”. Esto trastorna a cualquiera. El escrito
también explicita la necesidad de “plantear
a todas las fuerzas de oposición que compitan con la UCR un acuerdo de gobernabilidad que incluya un compromiso programático
parlamentario”. Esta propuesta es mucho más grave de lo que parece
porque sugiere que esa gobernabilidad tendrá
como objetivo satisfacer los intereses del establishment. Los dirigentes
del radicalismo sacrifican la historia de su partido y los pocos principios que
quedan para obtener la aprobación de los integrantes del Círculo Rojo. Y a la
sociedad ofrecen un Frankenstein que, como el personaje de Mary Shelley, no es otra cosa que un rompecabezas
construido con los más hediondos cadáveres.
De
héroes pequeños y traidores insignificantes
Aunque en esta historieta Macri
y Masa aparezcan como los focos organizadores de la oposición, tampoco tienen
las elecciones ganadas: ninguno de los
dos alcanza una intención de voto que garantice la victoria. Mientras más
elaboran su discurso en base al marketing, a medida que se alejan de las
definiciones políticas, más riesgos
tienen de perder terreno en esta carrera. Más aún cuando, en lugar de basar
sus propuestas de campaña en estudios responsables, sólo repiten los alarmistas y amañados titulares de los diarios más
importantes, aunque en notoria decadencia. Muchas veces los hemos escuchado
hablar de la división en la sociedad, la crispación, el autoritarismo, el
miedo, la crisis económica que siempre se avecina, la censura, el avance sobre
la propiedad privada. Cuentitos que sólo
apuntan a reforzar los prejuicios de un sector cada vez más reducido de la
sociedad. Secuencias casi copiadas de otros momentos de nuestra historia
pero presentadas a todo color y en HD.
Pero a pesar de que los hechos
los desmienten a toda hora, a cada minuto, siguen insistiendo con estas
sandeces. Lo de los dos países -la grieta- más que un invento del kirchnerismo
es el sinceramiento de una sociedad que
se está comprendiendo a sí misma. Hasta sería saludable asumir de una vez
por todas que hay ciertos personajes que no consienten con reforzar nuestra
posición soberana, sino que aspiran a
restituirnos como neo-colonia. Y que no buscan el bienestar para todos sino
ampliar sus privilegios para acrecentar el ya desmedido patrimonio que ostentan.
Enemigos del pueblo que ya no pueden
mimetizarse.
“Aislados
del mundo”, han recitado hasta el hartazgo, intentando una expresión de
seriedad. Y lo siguen diciendo, sin
considerar que una situación así sería imposible a esta altura de la vida.
Ni siquiera en el caso de Cuba, que padece el injusto y desproporcionado bloqueo
del Imperio, se podría hablar de aislamiento. Nuestro aislamiento telúrico incluye un creciente movimiento
en comercio exterior, la participación en numerosos bloques multilaterales y el
incremento de extranjeros que eligen nuestros paisajes para vacacionar o
nuestras ciudades para iniciar una nueva vida. Si esto es estar aislado, ¿qué será la integración: la invasión o la
disolución de las fronteras?
Tan aislados estamos que gran
parte de los países del mundo están atentos a la batalla con los buitres. Batalla
que no sólo es económica y legal, sino también simbólica, porque podría derribar el sistema de acumulación que bastante
desequilibrio ha ocasionado en el planeta. Contienda que ha recibido la
solidaridad de mandatarios de la mayoría de las naciones. Cotejo que apoyan los
pueblos que padecen la desigualdad y la exclusión, provocadas por tanta
avaricia descontrolada. Una lucha
heroica contra un enemigo despiadado y omnipotente, que se transformará en un
hecho significativo de este siglo. No sería exagerado afirmar que nuestro
caso ya se ha convertido en un ejemplo y promete trocar en tendencia de
temporada.
Por la enfermedad de La
Presidenta, nos perdimos un discurso histórico. En Australia y ante los
miembros del G-20, Cristina se hubiera lucido, como casi siempre. El ‘casi’
para no parecer un fanático. Pero viajó el ministro de Economía, Axel Kicillof,
que logró representarnos muy bien. Por supuesto, los medios trataron de arrojar su habitual estiércol, cada vez menos
efectivo. Su edad, el marxismo, el avión, la corbata, los deditos en V y demás refunfuños pueriles del que está
desesperado por el deterioro de su otrora todopoderosa incidencia.
Hasta se han burlado de la
estatura del funcionario, cuando aparece junto a presidentes que le llevan más
de una cabeza. Pero en mitos y cuentos, las
más heroicas hazañas son cometidas por los más pequeños. David, Pulgarcito,
Frodo, Jack y Harry Potter han vencido a enemigos mucho más poderosos. En la
vida real, Cuba o Palestina son pequeños que resisten el asedio de gigantes. El tamaño no importa en los espíritus
valerosos, más aún cuando están impulsados por el interés colectivo. En
cambio, los timoratos que se doblan ante el suspiro del Amo, los peleles que
bailan al ritmo de los poderosos, los monigotes que tiemblan ante el menor
enojo ya no son pequeños sino diminutos,
casi insignificantes. Y estos personajes jamás ingresarán en el álbum de
los héroes, sino en el de los traidores.
Los tiempos que transitamos no permiten distracción y menos aún cuando las fotos
están tan nítidas que resulta muy sencillo distinguir unos de otros. Hasta parece que de ahora en más, jamás nos
equivocaremos en el cuarto oscuro.
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