Desde hace años los exponentes
del establishment intentan desalojar al kirchnerismo del país, como si fuera un invasor molesto en lugar
de una fuerza política con una legitimidad democrática indiscutible. Lo han
intentado casi todo, desde sacar tractores a la calle como si fueran tanques
hasta multiplicar hechos delictivos para que parezcan millones. También probaron con la inflación, la
negación de los logros y la siempre redituable corrupción. No estuvieron
ausentes en este asedio la calificación de populismo
y las comparaciones con los nefastos sistemas autoritarios de otrora. Ahora,
con una estrategia casi de manual, la sucesión de fracasos condujo a que
apunten cada vez más alto: el blanco más
preciado es La Presidenta. No como en otras ocasiones, apelando a síndromes
psiquiátricos disparatados con diagnóstico a distancia o revolviendo los
rincones más impensables de su intimidad. No. Desde mediados de enero, con la ya desmantelada denuncia casi de
traición presentada por Nisman, el punto fatal se dirige a su cabeza.
Después de la muerte del fiscal, han
traspasado el límite del denuncismo más descarnado. Sin siquiera dudarlo,
la acusan de asesina por lo que parece un suicidio.
Para que quede más claro: el homicidio –aunque sea de manera
indirecta- es el delito más grave por el
que se puede incriminar a una persona. Un grupo considerable de dirigentes,
representantes, candidatos, analistas, periodistas, locutores y algunos
fiscales, todos de indiscutible impronta
opositora, están sembrando la peor de las sospechas. Y como ya se ha dicho
muchas veces, sin un solo dato que conduzca a esa alocada
hipótesis. Sólo el prejuicio conduce a todos estos personajes a creer –o simular que lo creen- que CFK ordenó
el asesinato de Nisman como venganza por la vergonzosa denuncia que presentó.
Con toda esta arenga justiciera sólo apuntan a exaltar al consumidor de los medios carroñeros para que salgan a la
calle a pedir la renuncia de Cristina. Ni justicia ni homenaje: sólo eso, que la pesadilla
kirchnerista termine de una vez.
Nunca habían llegado tan lejos
los integrantes del Círculo Rojo. Claro, antes resultaba más fácil, cuando las botas bailaban al ritmo de
tamaña avaricia. Alfonsín se vio presionado muchas veces por estos desestabilizadores
profesionales. Menem también recibió tímidos amagos, pero el Infame Riojano meneaba su rabo al instante y obedecía la orden con
un tímido gemido, como buen faldero. A De la Rúa lo sacudieron como un felpudo
y así quedamos, ahogados en el polvo y
otra vez contando muertos. Pero, desde 2003 no les ha resultado tan fácil
condicionar a los gobiernos democráticos y eso los desconcierta. También los enfurece. A la vez, tanta
exposición los debilita, como la luz del sol a los vampiros.
Máscaras
para los peores rostros
En estos días, los que cuestionan
el 18F tuvieron la precaución de recordar el derecho constitucional de
manifestar libremente. Y vale agregar que cuestionar
no es prohibir, a pesar de los que
–sin rubor- consideran como censura
cualquier crítica dirigida hacia ellos. Desde este punto de vista, la
marcha es legal. Lo que incomoda es su ilegitimidad, porque parte de una premisa falsa y contiene fines enmascarados.
Aunque todos los que adhieren incluyen el homenaje a Nisman y el reclamo de
justicia, el trasfondo expresa otra cosa.
Cada uno es libre de homenajear
a quien quiera, salvo que el homenajeado haya sido condenado por un delito de
extrema gravedad, a tal punto que el homenaje se convierta en
apología. El fiscal Alberto Nisman, si bien ha sido cuestionado por su
actuación durante los diez años que dejó dormir la causa AMIA y por su
obediencia ciega a los dictados de la embajada de EEUU, no llegó siquiera a un
proceso judicial. Por lo tanto, al no tener condena, puede ser homenajeado al
cumplirse un mes de su muerte. Lo que
hace mucho ruido es el reclamo de justicia. Si se verifica la hipótesis del
suicidio, ¿cómo piensan juzgarlo estos paladines de la justicia? ¿Estarán tan extraviados de los procesos
judiciales que piensan procesar a un muerto?
Si exigen justicia es porque
piensan que hay un culpable. Y ahí entra en juego la necesidad de pensar que el Gobierno “ordenó” –vaya a saberse
cómo- su suicidio. Lo necesitan para
esconder muchas cosas a las que se oponen. Todos los que asistan a esa
marcha están disconformes por lo que sea. Y
detrás de lodenisman se ocultan esas
disconformidades a las que no saben poner nombres. Todas esas cosas que
antes llamaban el Campo, la libertad, el derecho a comprar dólares, la
inflación, la grieta, la crispación, la inseguridad, ahora se enmascara en lodenisman.
Hasta el verso del aislamiento del mundo entra en lodenisman. Por eso minimizaron con sus
ya conocidos artilugios la trascendente visita de La Presidenta a China, pero aportaron una importancia inusitada a
la denuncia del “Grupo de tareas contra Argentina” –los fondos buitre- sobre
el supuesto enriquecimiento ilícito de Florencio Randazzo. Tan aislados del
mundo estamos que la diputada Elisa Carrió afirmó
que lodenisman es un escándalo
internacional. Escándalo que se nutre con los titulares amañados de los
medios carroñeros que contaminan el planeta. Tan aislados del mundo estamos que
la ONU –ajena al casi suicidio del fiscal- comenzó a debatir una propuesta argentina para regular los canjes de deuda y
evitar que otros países padezcan el asedio de los fondos buitres.
Sin dudas, están aferrados a lodenisman como si fuera una tabla de
salvación. Tan crucial les parece que se
han olvidado de otros temas con los que antes se obsesionaban. La
inseguridad parece inexistente, el dólar blue se ha desteñido, la inflación se
ha vuelto cosa del pasado y hasta han dejado pasar por alto que durante algo
más de una semana el ultra-demonizado
Amado Boudou estuvo a cargo de la presidencia. Por eso, en el 18F se
concentrarán los ansiosos que no ven la
hora de vestir con la banda a un representante del establishment: fiscales
alineados con sectores minoritarios que claman por la independencia judicial,
candidatos que necesitan un muerto para incluir en su campaña, insatisfechos
por todo aunque disfrutan a cuatro manos del incremento del consumo.
Si después de este carnavalesco
acto público se confirma el suicidio de Nisman, es de esperar que los organizadores y adherentes tengan la
honestidad de pedir disculpas a la sociedad. A todos, incluidos los
manipulados por las diatribas mediáticas que batirán sus cacerolas para apurar
una sentencia a CFK. Pero sobre todo a los familiares del fiscal que, al dolor
por la sorpresiva muerte, deben sumar la
humillación y la impotencia que padecen por el uso de sus restos que hacen los
oportunistas que no han aprendido cómo hacer una campaña.
Todo se articula ,desde el tomala a vos damela a mi de los jueces con la causa de denuncia ,que pasados 40 dias podia ser analizada y desestimada ,dejando sin motivo al gobierno de ser el asesino, una fiscal q un dia dice una cosa y al otro lo contrario,una diputada q frente al juez no dice nada pero frente a la camara recuerda una confesion del muerto,la espera de una declaracion del espia que mando denunciar a CFK , q no acepto su custodia y q seguro buscara comprometerla mas ya q ella lo echo, la marcha de los corruptos, la adhesion de lo peor de la politica argentina ,los poderes mediaticos fogoneando los fondos buitres atacando los candidatos , estamos ante el desembarco de Normandia o es solo el principio Abrazo
ResponderBorrarEstoy feliz con todo esto. La marcha terminará siendo un resumidero donde se juntan las peores intenciones. A tal punto está claro el panorama que nadie podrá decir que va "de buena fe" a rendir un homenaje a semejante corrupto. Gracias por tu comentario. Abrazote
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