Por ahora lo están logrando.
Desde hace veinte días tienen el comando
de la agenda informativa y la potestad de malearla a su antojo. Y muchas
veces, en nuestro afán por rebatir sus malsanas invenciones, nos extraviamos
por intrincados laberintos en lugar de
fortalecer el camino que hemos emprendido hace más de una década. Todos
parecemos embelesados por los
altisonantes chillidos del instrumento de viento que da nombre al Grupo y
seguimos los pasos de la macabra danza que propone. Y lo peor es que nos están conduciendo al terreno que mejor
conocen: la extorsión mafiosa, la desconfianza permanente, el abandono de
la política. Un territorio en el que siempre tuvieron ventaja y en el que despliegan
las tretas que han condicionado a los gobiernos democráticos. Entonces, lo mejor que podemos hacer es dejar que
sigan mordisqueando los restos del fiscal mientras nos dedicamos a
consolidar lo que hemos conseguido en estos años y convocar a los dispersos
para planear nuestros futuros pasos.
Si
ya sabemos que todo es una operación para derrocar a La Presidenta; si no
podemos esperar que alguna vez publiquen algo que sea cierto; si nunca van a
acatar la vida democrática porque no les conviene; si hay un manojo de
individuos ansiosos por cacerolear ante cualquier titular agorero; si los políticos de la oposición ya están
desdibujados por obedecer los caprichos de Los Jefes; si hay jueces que
ponen sus cargos al servicio de los privilegios de esta minoría patricia. Si ya
sabemos todo esto, ¿por qué no dejamos que
se sigan enredando en sus intrincadas tramas hasta que terminen contaminados
por su propio veneno? No les perdamos pisada, pero tampoco sigamos su
juego.
Si ya sabemos que con los
dueños del Poder Fáctico nada podremos
construir que sea beneficioso para todos. Sólo debemos elaborar las
estrategias para contenerlos cada vez más y reducir su capacidad de daño. Con
la telenovela de Nisman lograron alterarnos un poco, pero es indudable que no buscan revelar ninguna verdad, sino
acelerar los tiempos electorales para coronar como presidente a alguno de
sus títeres. Si el fiscal se suicidó o lo mataron fue por el rol protagónico
que le asignaron los guionistas. El
guión lo necesitaba muerto para arrojarlo en la vereda de la Casa Rosada. Y
ahora, muerto y todo, siguen haciéndolo hablar, pensar y actuar hasta que deje
de ser funcional para sus nocivos intereses.
Por si quedan dudas de esta afirmación, sólo
basta echar una mirada a la oposición, que
se trepó a la carroza fúnebre para encontrar su razón de ser. Si algo
positivo deja este episodio es la necesidad de reformular los organismos de
inteligencia, pero en lugar de asistir al plenario de comisiones para modificar
la propuesta del oficialismo, los
opositores protestan sobre la falta de diálogo ante las cámaras de TV. Las
discusiones sobre las leyes se dan en el Congreso, no en los medios. Y resulta
por demás de paradójico que, negándose a
asistir al lugar institucional para conformar y aprobar las leyes, se
maquillen para quejarse sobre la falta de diálogo.
Todo el año pasado repitieron
esta historia: no concurren a las sesiones para gobernar el país a través de
las leyes porque denuncian que no hay diálogo. Estimados cráneos de la oposición: si no van, nunca va a haber diálogo. Mentira
que no pueden introducir modificaciones en los proyectos: el año pasado, muchas
iniciativas han recibido los cambios reclamados y así y todo se negaron a
aceptar esas leyes. Lo que les molesta
es no ser mayoría y no poder conquistarla siquiera en sus más delirantes sueños.
Porque esa mayoría se obtuvo con el voto popular y no por el azar de un sorteo.
Y si se niegan a dialogar con la mayoría parlamentaria, nos están despreciando a
todos los que la votamos. Como sus patrones del Círculo Rojo, no quieren diálogo, sino obediencia y
eso no es democracia, sino todo lo contrario. Como tampoco quieren encontrar
ninguna verdad, sólo aprovechar lo de Nisman para escamotear algún
poroto.
Tierra
de gigantes
Mientras estas mezquindades
tratan de entretener a los televidentes veraniegos, la visita de La Presidenta a la República Popular de China busca un
lugar en los informativos. Pero lo logra a medias porque los comentadores mediáticos
sólo se burlan de esta estratégica alianza. Como ancianas feas y envidiosas se acodan en el desvencijado balcón
para mofarse de los logros de la vecina más favorecida. Después de
lamentarse a toda hora con el absurdo de nuestro aislamiento del mundo, ahora
que nuestra relación con la principal economía mundial se convierte en realidad
no hacen más que mirar su pelusiento
ombligo y refunfuñar por los rincones.
En julio del año pasado, la
visita de Xi Jinping había dejado la
firma de 20 acuerdos comerciales, financieros y de desarrollo. Ahora, se han firmado 15 más para garantizar el futuro
de todos los argentinos. Una central nuclear, una estación espacial, dos
represas, explotación minera, empresas de telecomunicaciones, nuevas
formaciones ferroviarias y hasta la
inauguración de la primera sucursal del Banco de la Nación Argentina en el
gigante asiático. Y esto no termina acá, porque los empresarios chinos
están deseosos de invertir en nuestro país.
Por supuesto, China es una potencia económica y no una
sociedad de beneficencia. Como cualquier país desarrollado que ha posado
sus plantas en nuestro territorio quiere obtener ganancias de sus inversiones.
Los detractores de cualquier proyecto que no sea el de ellos añoran los tiempos del Centenario,
cuando los patricios de entonces se enorgullecían de formar parte de la Corona
Británica a costa del empobrecimiento de
gran parte de la población criolla; o los años en que el neoliberalismo
convertía nuestros acuerdos con EEUU en
una sangría despiadada y la multiplicación de las fortunas se volvía una deuda
impagable. Pertenecer a la Corona o al Primer Mundo no nos ha traído grandes
beneficios, sino nuestra ruina.
Cuando uno trata con gigantes,
siempre corre el riesgo de terminar aplastado con la más tierna caricia. Los grandotes de otrora no nos han mimado
demasiado y sin embargo terminamos hundidos. Esos gigantes del Norte,
encima nos quieren colonizar para trasladar su catastrófica crisis a nuestras
tierras. Más ahora, que algunos países
de la Eurozona comienzan a despabilarse. Este gigante –el chino- al menos
nos apoya en nuestras causas cruciales: los buitres y Malvinas. Los otros, en cambio, son los que nos han
generado estos conflictos. Siempre conviene tener un amigo fortachón que
nos proteja de los abusones y que contribuya a sanear los agujeros que nos
dejaron las décadas anteriores.
Esta alianza con China servirá
para pensar el país del futuro que nos merecemos, siempre y cuando los
gobernantes se preocupen por distribuir
con equidad el desarrollo conseguido. Como lo ha hecho hasta ahora el proyecto
K. Sin dudas, ya nada podrá pensarse con los parámetros del siglo pasado, el de la sumisión a los poderosos y las
relaciones carnales. Los que sueñan con suceder a Cristina, en lugar de
mirar todo esto, ensayan ante el espejo su mejor expresión para hablar de
Nisman en los estudios televisivos que
les hacen creer que son algo.
Excelente post, Gustavo. Acabo de conocer su sitio y me parece muy, pero muy bueno.
ResponderBorrarGracias. Espero que seas un visitante frecuente. Abrazo enorme y si te parece, ayudá con la difusión
Borrar