Ni en los feriados descansan
los fabuladores de Clarín. El lunes publican un informe de los peritos de parte
en donde aparecen “pruebas contundentes” que rebaten la hipótesis del suicidio del
fiscal Nisman. Y si no participaron terceros en su muerte, habría que
verificar si “no hubo segundos”, plantea la nota no firmada. Sin
dudas, ya escriben para burros. El martes sacan en tapa la foto de una testigo
del allanamiento al departamento de Puerto Madero, que confiesa tener miedo. Si
tiene miedo, ¿para qué posó en la foto? Y si estaba amenazada, ¿por qué Clarín
la escracha en su portada? El mentidero impreso hasta hizo enojar a la
fiscal Fein, que parecía impasible a las constantes operaciones del “periodismo independiente” de toda concepción
ética. No hay nada que hacer: el
monstruo se está volviendo insoportable para todos y todas. Sus aprietes
mafiosos con formato periodístico son tan obvios que hasta una mascota los
decodifica. Sólo unos pocos siguen
confiando en ese libelo porque sus prejuicios necesitan el alimento que la
realidad les niega.
Mientras tanto, sus aliados del campo comienzan a desempolvar sus
tambores de guerra, algo habitual cuando
se aproxima una voluminosa cosecha. Como el precio de la soja continúa
bajo, pretenden que el Gobierno reduzca los derechos de exportación. La
resolución 125 tan rechazada por los estancieros establecía descuentos en las
retenciones en una situación así. Ahora,
que vayan a llorarle a Cobos y su famoso voto
no positivo. En todo caso, si
están tan necesitados de dinero, que desinflen un poco los “gigantescos gusanos
rurales”, que están rebosantes de granos. Un informe del Departamento de
Agricultura de EEUU afirma que casi la
mitad de la soja encanutada en el
mundo está guardada en Argentina. Casi treinta millones de toneladas de porotos
amontonan estos miserables y encima tenemos que soportar sus lamentos golpistas.
Para tranquilidad de toda la
población, parece que la Mesa de Enlace
está a punto de desenlazarse. Desde que Eduardo Buzzi dejó la presidencia
de la Federación Agraria para fracasar en la política, la relación de los
pequeños y medianos productores con el Ministerio de Agricultura comenzó a ser
más armoniosa. El Gobierno Nacional habilitó
al Banco Nación para financiar a los sojeros que almacenen sólo el diez por
ciento de su producción y con un tamaño comercial inferior a las 600
toneladas. Esto alteró el ánimo de los patrones, que pierden así a sus aliados más bullangueros. Los patricios están
cada vez más solos.
Los
laberintos de la realidad
Pero el Campo no es el único sector que se fractura. Los industriales de la
UIA también fueron víctimas de la
malversación informativa. Mientras CFK firmaba los sustanciosos acuerdos
con China, el grupo Techint boicoteaba un gran negocio que lo tenía como
principal beneficiario. Un oposicionismo
patológico con sabor a destitución. Inclaudicable aliado del Grupo Clarín,
aporta sus esfuerzos para desalojar al Kirchnerismo de la Casa de Gobierno. Entonces,
cualquier producto intestinal que salga
de sus cerebros se convierte en operación periodística con el habitual y desaforado impacto mediático. Aunque
han ganado una fortuna en estos años, la
continuidad de este proyecto se convierte en la peor pesadilla. Para Ellos,
no para la mayoría de la población. No sólo la Presidenta se molestó por este
sabotaje político: el empresario metalúrgico y ex directivo de la UIA, Juan
Carlos Lascurain, reveló la indignación
que produjo la vocinglería criticona del presidente de Techint, Paolo
Rocca.
“La
UIA realizó una operación de prensa iniciada por Ignacio de Mendiguren –relató
Lascurain- con críticas al acuerdo
basados en un artículo de El Cronista”. De Mendiguren, ex titular de la
entidad y actual diputado por el Frente Renovador, hizo circular un documento–que
ni siquiera se había debatido en el
consejo directivo- de rechazo a la relación con el Gigante Asiático. En una
reciente reunión, uno de sus miembros resaltó que Brasil había logrado mejores
condiciones. Entonces, “pedí ver el
tratado Brasil-China pero no lo tenían.
No lo conocen”, concluyó Lascurian.
Sin dudas, estamos ante la
presencia de la expansión del espíritu
cacerolero. Un cacerolero no es sólo un ciudadano indignado que produce
bochinche con sus cacharros de cocina en una ceremonia catártica: también es aquel que se queja de todo sin
conocer nada; el que analiza el universo encerrado en su ombligo; el que
rechaza todo lo que no apunte a su exclusivo beneficio; el que ve todo mal aunque no sepa por qué; el que ha incrementado
su nivel de consumo aunque afirme estar siempre en crisis. Por eso todos los individuos con pretensión ciudadana
pueden ser caceroleros y en todos los sectores nos encontramos con personajes
así. Periodistas, políticos, dirigentes opositores se han contagiado de este
espíritu y necesitan ver todo mal para
poder mantener su cada vez más insignificante incidencia.
En el contexto de la muerte de
Alberto Nisman y el impulso de creer en
un homicidio político para convertirlo en mártir, el juez Daniel Rafecas
parece estar en una encerrona. No es para menos, pues en sus manos está la
infructuosa denuncia del fiscal contra La Presidenta por un encubrimiento inexistente y la digerida síntesis de Gerardo
Pollicita, que elimina las inconsistencias originales pero pide la indagatoria de funcionarios sin establecer ningún delito.
Si es por coherencia judicial, el documento presentado por la Procuraduría
General de la Nación bastaría como contraprueba para desechar la denuncia. Pero
la presión de los carroñeros es de tal magnitud, que esta juiciosa decisión podría condenarlo al escarnio mediático.
Porque esta
caterva opositora necesita una excusa para articular su desarticulada campaña
ausente de propuestas. La continuidad de
las sospechas permitirá enmascarar la oscuridad del programa de gobierno que
pretenden restaurar. Un juez que tiene en sus manos una denuncia inconsistente
y una decisión crucial: actuar con
justicia o alimentar operaciones. Si la marcha opositora tiene una
cuantiosa concurrencia no es porque el reclamo que portan sea valedero. Hay mucha manipulación acumulada en esas
cabezas que se escudan en la muerte del fiscal. Todos creen –casi sin
dudar- que el Gobierno lo asesinó. Los cacerolazos anteriores portaban la impronta no-política de los que sólo
estaban en contra, aunque sin tener en claro por qué. La novedad de esta
marcha es la necro-política, con la
necesidad imperiosa de creer en un homicidio, avalada por algunos fiscales
y todos los políticos que no encuentran su lugar en la campaña.
No quieren verdad
ni justicia: sólo la cabeza de Cristina. No
importan los motivos porque sobran las excusas. Otra vez la grieta
insuperable entre la alegría de recuperar derechos y la pulsión de escamotearlos.
Buitres, gorilas, hienas, burros y demás comparaciones zoológicas que expresan
su disconformidad, sin pensar que acaban
siendo funcionales a intereses oscuros. Todo articulado y pergeñado por el
ex Gran Diario Argentino. Las tapas de Clarín deberían venir con una
advertencia: "los textos aparecidos
en esta publicación son producto de la putrefacta imaginación de sus autores. Cualquier relación con hechos reales es
porque se nos habrá escapado en la corrección. Si algún lector cree en
ellos, corre por cuenta de su propia ingenuidad".
Felicitaciones! No siempre comento pero siempre te leo y aprendo. Gracias por tu constancia!
ResponderBorrarMe conmueve cuando reconocen el compromiso de estos textos. Yo también aprendo cuando los escribo. Gracias por tener la constancia de leerlos. Abrazo
BorrarMuy bueno su análisis... encarna la honrosa tradición de las grandes plumas argentinas que forjaron el lenguaje combativo de los argentinos. A veces me pregunto si vamos a salir fortalecidos después de tanta tergiversación y manipulación mediática. Clarín es un fondo del cual, por lo menos, ya no se puede seguir cayendo... ya no se puede hacer otra cosa más que empezar a levantarse, salir definitivamente a tomar aire.
ResponderBorrarRomina
Estimada Romina: por supuesto que vamos a salir fortalecidos. La mayoría no estará dispuesta a estar gobernada por esta mafia. Ya se han puesto en evidencia. Todas estas movidas son los últimos recursos porque saben que con las urnas no pueden conquistar el poder. Calma. Abrazo enorme.
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