Muy oportuno el título de la
muestra que Luis Majul vendió al gobierno de Santa Fe por 300 mil pesos: “de
Walsh a Lanata”. La línea histórica que
une a estos dos periodistas es indudablemente declinante. Y si incorporamos
a Alfredo Leuco estaríamos zambulléndonos en las aguas del ridículo. Su última
Carta Abierta –dirigida al Papa- no sólo
presume de una valentía innecesaria sino que se basa en unas cuantas mentiras.
El año pasado, Leuco había deleitado
a sus seguidores con una similar dirigida a My
dear Mr Griesa, en donde le contaba al Juez Imperial lo desarrapados y revoltosos
que somos los bárbaros del Sur. En su
última creación, reprende a Francisco
por haber invitado otra vez a Cristina. Ambos textos, bien leídos y con
risas grabadas tendrían buen efecto en una muestra de stand up. Una pena que
los profesionales de los medios
hegemónicos hayan caído tan bajo, pero más alarmante que aún exista un público tan colonizado, incapaz de
descreer en aquéllos que le han mentido siempre. Odiadores que no están dispuestos
a abandonar sus banderas cargadas de prejuicios y se abrazan a cualquier consigna, por más absurda que sea.
Desinformados que pretenden
tener la razón, aunque cada vez estén más lejos de tenerla. Malformados por los
contenidos que consumen. Mufados
perpetuos que no encuentran calzado que les venga bien, para no usar una
metáfora más usual, pero inapropiada para este espacio. Todo esto aparece en la
carta de Leuco, además de la impotencia
de una clase por no lograr imponer su mirada a gran parte de la sociedad. Encima
el Papa, al que pensaron como un aliado incondicional y un francotirador opositor,
invita por quinta vez a Cristina. Y como
un oportuno chiste, justo el 7 de junio, día del Periodista en Argentina.
¿Cómo no se van a enojar los periodistas agoreros? ¿Cómo no va a arriesgar
Leuco el poco prestigio que le queda
para exigir cordura al Jefe de Estado
Vaticano?
Después de algunos empalagosos elogios,
el periodista advierte a Francisco que “una
mayoría de compatriotas piensa que está por cometer un error”. ¿Una mayoría o una minoría emperrada que se
llevará el chasco de su vida dentro de algunos meses? Por supuesto, hace
una infaltable referencia a la famosa foto en la que el Pontífice sostiene una
camiseta de La Cámpora, a la que califica como “una de las organizaciones más dogmáticas y agresivas del cristinismo”.
Pero Alicia Barrios, periodista de Crónica y amiga desde hace mucho tiempo
de Bergoglio, asegura que, a pesar de la
fiebre, valoró mucho ese momento. Un poco más extraviado, Leuco califica a
este gobierno como “el más corrupto de la
historia”; y exagerado, más aún si
tenemos en cuenta la última dictadura, que no sólo dejó muertos y
desaparecidos, sino que sextuplicó la deuda externa. Pero sus afanes opositores permiten cualquier cosa, hasta una de sus
más desopilantes mentiras: “la
mayoría de los argentinos según todas
las encuestas, cree que el ciclo de Cristina tiene fecha de vencimiento” cuando,
un par de días antes, en su programa televisivo sostenía, junto a su hijo y dos periodistas más, todo lo contrario.
Más lejos aún de la verdad cuando las últimas encuestas, hasta las más
opositoras, dan a CFK una imagen
positiva superior al 40 por ciento y una intención de votos similar al
Frente Para la Victoria. Cuando se recurre a la mentira no es sólo por falta de
argumentos, sino porque se está
desesperado.
Una
epístola que no avergüenza
Bastante lejos del modelo de
exclusión que pretende reinstalar el establishment y al que son funcionales este tipo de expresiones, Francisco envió en
serio una carta, pero no al periodista sino a los mandatarios reunidos en
Panamá, en la VII Cumbre de las Américas. En ella asegura que “la inequidad, la injusta distribución de
las riquezas y de los recursos, es
fuente de conflictos y de violencia entre los pueblos, porque supone que el progreso de unos se construye sobre el
necesario sacrificio de otros”. El crecimiento desmedido de la riqueza
de una minoría produce necesariamente la
pobreza de la mayoría, por la que muchos se conduelen y escandalizan.
El Jefe Vaticano considera que “hay bienes básicos, como la tierra, el
trabajo y la casa, y servicios públicos, como la salud, la educación, la
seguridad, el medio ambiente de los que ningún
ser humano debería quedar excluido”. Por supuesto, no propone ninguna
solución a esto, primero porque no está en campaña y segundo, porque ya se sabe
que los recursos para concretar esa inclusión no provienen del Espíritu Santo, sino de una justa distribución de la
riqueza. Y para que no queden dudas, especifica que “la teoría del ‘goteo’ o ‘derrame’ se ha revelado falaz: no es suficiente esperar que los pobres
recojan las migajas que caen de la mesa de los ricos”.
Aunque todos los presidentes
reunidos en Panamá agradecieron la carta del Papa en sus discursos, no todos deben haber comprendido su
verdadero sentido. Si no, no se hubieran mostrado tan complacidos. A varios
kilómetros de Panamá, el presidente de la UIA, Héctor Méndez, cometió un
sincericidio. De haber leído la carta del Papa, se habría inhibido de verter
sus comentarios radiales sobre las paritarias, en defensa de las ganancias empresariales y en demanda de una reducción
impositiva. Siempre hay que tener en cuenta que, cuando estos personajes
incluyen términos como competitividad, están
clamando por un incremento de su propia renta, acrecentando la brecha entre
ricos y pobres. Sólo una golosa pulsión
puede inspirar esas ideas.
Sin dudas, la reducción de la
pobreza no depende de la Voluntad Divina. De ser así, deberíamos esperar
sentados. No, como la desigualdad es producto de la avidez de unos pocos, la única solución es que los más ricos
interrumpan su succión y empiecen a ceder gran parte de sus bienes mal habidos.
O al menos, contribuir con sus fortunas a la búsqueda de la equidad y no
protestar tanto por tener que pagar impuestos. Y si no lo hacen por propia
voluntad, que los Estados los obliguen,
que para eso están, para mediar las relaciones en una sociedad. Que el
bienestar de los pueblos sea el objetivo
principal de cualquier gobierno y no la satisfacción de esas despiadadas
angurrias será el punto de
partida para un nuevo mundo.
“La
región ha cambiado para siempre –resaltó el presidente de
Bolivia, Evo Morales- Ya no es como antes. Ya no pueden
imponer dictaduras militares. Hemos dejado de ser la región obediente,
disciplinada, doblegada y sumisa. Hoy
tenemos un continente en rebeldía”. Al menos, mientras continúen
gobernando proyectos inclusivos. La gran
paradoja la planteó Cristina y con ella, señaló una hipocresía: "creo en la palabra de aquellos líderes
que dicen que quieren un mundo más
justo, pero entonces me pregunto por qué se tilda de populistas a los
gobiernos que más logros de equidad,
salud y educación han conseguido". Si la pobreza es la
consecuencia directa de la extrema riqueza, los recortes y ajustes no tienen
que hacerse por abajo, sino por arriba porque
ya han gozado demasiado de los frutos de su avaricia. Y el resto –la
mayoría- la hemos padecido en carne propia.
Maravilloso artículo Gus! (confieso q no sabía d la carta de Leuco al Papa) Está tan enfermo de Odio,el Periodependiente Mafietista,q creo q ya no le queda sana una sola neurona,como para observar Su Actitud,Palabras,insultos,etc...Absolutamente #Reprochables
ResponderBorrarAhh,y en cuanto a "ése público (o consumidores clarinistas,Mafietistas)",nunca voy a entender por qué no Miran la Realidad Real,salen a la calle posta,analizan su situación desde 2002 hasta hoy,y COMPARAN (?) En fin...
ResponderBorrarTu pregunta es muy difícil de responder. ¿Porqué se dejan llevar de las narices por los medios hegemónicos? ¿Por qué son tan irracionales en sus críticas? Uno no dice que esto es el paraíso, sino que vamos por el buen camino. Pero los manipulados dicen que está todo mal y no saben cómo justificarlo. No se puede creer: sólo recitan titulares, consignas y denuncias mediáticas sin fundamento. Encarnizados y ciegos.
BorrarExelente artículo
ResponderBorrarMuchas gracias. Abrazote
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