Mientras
la menguante Corte Suprema de Justicia –o de Justicia menguante- insiste en despertar nuestra indignación,
los aprovechadores de siempre nos siguen provocando, y no sólo asco. También,
mucha vergüenza. Que el Presidente Supremo haya sido reelegido una vez más
puede parecer monarquía, pero que este hecho se haya producido con tantos meses de antelación suena a
desafío. O precaución, porque prevé que no serán sus favoritos los que
continúen con las riendas del país. Un
gesto tan desafiante como la permanencia de Carlos Fayt, un miembro momificado que supera largamente
los noventa años y no con ostentación de vitalidad, precisamente. El lujo de hace unos años se está
transformando en bochorno. El aire fresco que significó la renovación del
Máximo Tribunal se está enviciando con fétidos soplos que no provienen del
pueblo, sino de los más nocivos centros
de poder. Una vez más, deberemos apelar a los vientos del sur para que arrastren toda la pestilencia y que la
barran para siempre.
Porque
parece que de eso se trata: de una batalla de vientos. Uno del Norte: espeso y
reiterativo; prepotente y destructivo;
imperial y sofocante. El otro, el que ha comenzado a soplar en 2003, el del
sur: fresco, dinámico, ecuánime, vivaz. El primero, restaurador. El segundo,
transformador. Uno erosiona lo que
encuentra a su paso y lo corrompe; el otro, frena la nefasta destrucción para
revertirla. El primero amontona acólitos, sirvientes y hechizados a través
de sus cada vez más obvios engaños. El
segundo convoca a desposeídos y solidarios para construir un colectivo plural.
¿A
qué viento responden los especuladores, esos que abusan de su poder para sacar
deplorables ventajas? Ya es sabido que las cenizas de un volcán chileno dificultan
la vida de los habitantes del sur cordillerano. ¿Con qué nombre llamar a los
comerciantes que aprovecharon la
situación de catástrofe para incrementar el precio de barbijos y botellas de
agua? ¿Merecen sólo una multa, una clausura temporal o algo más severo? Más
aún si, en lugar de pequeños comerciantes son empresarios con gran poder en la
zona. Seguro que sus corazones no
reciben el soplo del lugar en que habitan, sino que deben boquear ante el
viento del Norte que creen avizorar en el oscuro horizonte.
Pero
más allá de esas estafas oportunistas, están aquellas que son cotidianas. Una
vez más, la Secretaría de Comercio detectó una
de las tantas avivadas de las grandes
empresas: en más de 400 mediciones, constató que en muchos productos, el envase anuncia un peso superior al
contenido. El 2,3 por ciento en promedio que se hurta significan ganancias extraordinarias para los
supermercados y los productores. Algo de todos los días; un saqueo de las
billeteras que será castigado con las multas correspondientes. Esto demuestra
que no es posible dejar de vigilarlos
porque, en cuanto uno se descuida, los
malos vientos los impulsan a actuar como vulgares ladrones a gran escala.
El inexplicable fenómeno amarillo
Contra
todo lo que proponen algunos candidatos a la presidencia, la libertad de mercado no es el mejor camino para alcanzar la equidad.
Al contrario: el mercado es voraz, no solidario. Cuando sólo el interés de una minoría gobierna, la mayoría padece la
escasez. Con esos vientos tan mezquinos, la brecha entre ricos y pobres se
acrecienta. El Estado producto de estas brisas es el distraído, bobo, ausente o cómplice. O todo eso
junto. Esos vientos del Norte acarrean un Estado PRO, un modelo de gobierno-gerente que basa su eficiencia en buenas
estrategias de marketing.
Sin
dudas, todavía no comprendemos al PRO. Menos aún a los ciudadanos que ven en
las fuerzas amarillas una esperanza para el futuro. ¿Qué alucinógeno arrastrarán esos vientos que circulan por la Capital del
país? Para que coronen a Horacio Rodríguez Larreta como el candidato más
votado debe ser muy poderoso. Nada de carisma, de belleza o de intelecto. Con el espaldarazo de Macri, el sapo se
transformó en príncipe de cuento de hadas. Con la magia de esos vientos,
una gestión desigual, desaliñada, opaca puede parecer todo lo contrario. Que esos vientos incluyen el blindaje y la
confusión de los medios hegemónicos es indudable. Un método que da
resultado, al menos, en algunos puntos del país.
Pero
sobre todo en la CABA. Claro, ahí se
concentra todo el esfuerzo vocinglero. En ese espacio mínimo de nuestro
territorio se construye un discurso estético que pugna por imponerse al resto
del país. Un gigantesco ombligo que se
pretende fundacional. Una remake de la lucha entre unitarios y federales,
una batalla por el discurso, un choque de vientos.
Una
vez más, los ciudadanos porteños optaron por la continuidad amarilla. A pesar
de las falencias administrativas, estructurales y sociales, los habitantes de
la CABA se sienten conformes con la gestión PRO. Allá ellos. Lo grave es que están permitiendo que esa
impronta egoísta, limitada y elitista se propague al resto del país. Porque
con su voto confirman la edulcorada visión mediática que se difunde y que los
ciudadanos del interior no pueden palpar. Con el apoyo incondicional al modelo
amarillo están validando el engaño de
los medios dominantes.
Y
para quien piense que estas presunciones son producto de la paranoia, un par de
frases del domingo por la noche bastarán para desalentar esas interpretaciones.
La diputada Elisa Carrió, exultante, anunció que “la Capital es de la República y no de La Cámpora ni de Aníbal
Fernández”. Después se quejan por la
grieta, cuando son personajes como éste los que la ensanchan. La
legisladora se transforma en un juglar
que relata los resultados de una batalla y celebra el triunfo de sus partidarios.
Los unitarios de un lado y los federales
del otro. La civilización de la mano
de los conquistadores de la Capital; la barbarie
está en los derrotados, los salvajes de La Cámpora y su líder, Aníbal Fernández.
Un absurdo que será convertido en mantra
por la amplificación mediática.
La
derrotada en la interna amarilla, Gabriela Michetti, con una dignidad de manual, felicitó a su rival,
Rodríguez Larreta. Y también afirmó su deseo de amarillear el país. “La Argentina necesita cambios profundos y
el PRO tiene dos desafíos importantes: ganar la Ciudad y ganar las
presidenciales de la mano de Mauricio Macri”, amenazó con una energía inusitada. Cambios profundos que no se han
realizado en el principado de la CABA. Ni
los kilómetros de subte prometidos ni las obras para evitar inundaciones figuran
entre los logros de Macri. Ni la urbanización de las villas ni la
construcción de viviendas. Ni la salud ni la educación pública. Estos cambios
con los que sueña Michetti, parecen más pesadillas. Pesadillas que tientan a sus votantes, vale siempre recordar.
“No tengamos miedo”, alentó el padre de la criatura, Mauricio Macri, aunque
no aclaró de qué. Como si fuera un predicador yanqui con mal doblaje, el Alcalde
Amarillo anunció: “el país espera otra
forma de hacer política. Si logramos mejorar la educación en la Ciudad, hay que
hacerlo con toda la Argentina. Hay que
replicar a la Metropolitana en toda la Argentina”. Después, bailó, al
ritmo de esos vientos norteños y
desideologizados que prometen el peor pasado. La batalla de los vientos
continúa su curso. Ahora deberemos decidir cuál viento la gana para continuar
escribiendo esta historia.
Los miedos y la busqueda de fundamentos del analisis del triuunfo de Del Sel viajaron en el tren de Ranzazzo a la CABA , dejandonos un poco sorprendidos del odio de mis conciudadanos al modelo y a la figura de CFK que votan en forma refleja en contra , la situacion del viernes en la que Carrio llamo a votar a Lousteau su enemigo de la 125 en contra de su "amiga" Michetti dio resultado , y con el consuelo que aportamos los viejos, y bue en la CABA no gano ni Peron en el 73 ( el candidato que perdio con De la Rua en ballotage para senador era Sanchez Sorondo ) aunque en el interior los resultados son bastantes buenos Salta Neuquen y Sta Fe mismo en legisladores Abrazo y esperar tiempos mejores
ResponderBorrarJ.Pierantoni