Dos
sensaciones confluyen en los que lamentamos
que Macri haya conquistado la presidencia. La primera es que la capacidad
de sorpresa ante sus medidas se
encuentra tan desbordada, que parece comenzar a adormecerse. La segunda,
que todos los días esperamos una
decisión que se convierta en el acabose. En realidad, para nosotros el
colmo ha llegado hace rato pero siempre estamos
a la espera de la catarsis del otro. En cierta forma, aguardamos el
elemento que aporte la excusa perfecta para que algunos de los votantes del cambio practiquen su deporte preferido:
meter bullicio con cacharros. Si bien comienzan a asomar unos tímidos
arrepentidos, el porcentaje extra que convalidó la minoritaria propuesta
amarilla mantiene una expectante adhesión. Un poco porque no han sido afectados por despidos, suspensiones o recortes y otro
poco porque atribuyen el incremento de los precios y los tarifazos a la “pesada
herencia” con la que machacan los apologistas.
Y
la parafernalia mediática bombardea con estrategias
distractivas de manual, como las rencillas entre personajes de la farándula
y las consabidas epidemias, catástrofes e invasiones: zica, dengue, tormentas,
camalotes, serpientes y hasta abejas carnívoras. Todo para demostrar que los males no son producto de las medidas
económicas y políticas sino de una naturaleza empecinada en poner piedras
en el camino del patricio mandatario. Para sintetizar: todo lo malo proviene del anterior gobierno o de fenómenos
impredecibles. Como han hecho durante los ocho años de su gestión en la
CABA, pero ahora los medios redoblan su
esfuerzo para expandir su oficialismo y se han convertido en un refugio
antimisiles para cobijar a Macri.
Entonces,
para una reacción más o menos contundente habrá que esperar que alguna de las
tantas tropelías cometidas o por cometer atraviese la orquestada protección. Una coraza bastante gruesa y que abarca
casi toda la superficie. El que dude de esta afirmación, podría preguntarse
cuál sería el tema central de los programas principales de los medios
hegemónicos si el escándalo de las joyas
lo hubiera protagonizado un funcionario K y no Gabriela Michetti; o cuál
sería la reacción si la trampa del impuesto a las ganancias la hubiera
realizado Cristina; o qué dirían los principales analistas sobre los cuantiosos
despidos en distintas áreas del Estado. Antes, se quejaban por la falacia de
que a los panelistas de 678 le pagábamos con la plata de todos, pero hoy nadie dice nada sobre los 900
millones de pesos que pone el Estado para que los canales de aire hagan
negocios con el fútbol. Ahora, gracias a la magia de la TV, el nombramiento de familiares, iletrados e
inexpertos no irrita a nadie, a diferencia de lo que pasaba hasta hace
apenas unos meses, cuando denunciaban
hasta las cucharaditas de azúcar que ponían al café. Y la inflación, que
antes titilaba en titulares todo terreno, ahora aparece como el sacrificio necesario para reflotar al
país, el purgatorio inevitable para alcanzar el paraíso. Y enciman pintan a Macri como una víctima más del
monstruo que su Gran Equipo liberó.
La conquista del Estado
Para
proteger a Macri, los grandes medios apelan al ocultamiento, la distracción y la apología extrema. La
prepotencia y el destrato de los despidos en distintas dependencias del Estado
debería despertar cierta indignación, pero
la etiqueta de ‘ñoqui’ justifica cualquier cosa. Que alguien vaya como cada
día a cumplir con su trabajo y se entere de que está en una lista de
indeseables es mucho más que humillante.
Algo muy lejos de la intención
dialoguista con que Macri conquistó el corazón de los confundidos.
La
marketinera frase “todos somos dueños del Estado y no puede actuar como
un aguantadero de la política” funciona
porque una parte de los que la escuchan
no tiene filtro. Sólo el
prejuicio y el retorno del discurso único le dan sentido. Para esa mirada
antojadiza de las cosas, ‘política’ es sinónimo de kirchnerista y por tanto, es
repudiable, execrable, desechable. Además, considera
la política como algo ajeno al Estado y hasta a la vida misma. ¿O no es una
decisión política nombrar como funcionarios a gerentes de grandes empresas o
extranjeros que se nacionalizan para ocupar un cargo? El Estado no debe ser
ningún aguantadero –ni de la política ni de las empresas- sino la institución que nos consolida, que nos
protege, que nos ordena. No es un adorno ni un obstáculo, sino la columna vertebral de todo país.
Pero el ideario
de Macri y sus secuaces considera que el
Estado es un escollo para sus apetencias. Por eso tantas diatribas, tantos
recortes, tanto desfinanciamiento. Mentira
que quieren su eficacia para mejorar nuestra vida. Si bien algunos se
muestran tan necios que hasta pugnan por su desaparición, saben que es necesario para garantizar sus negocios y contener
a los cuantiosos excluidos que dejan a su paso. Un ejemplo de lo primero:
nuestro país dejará de comprar gas a Bolivia –en donde abunda ese fluido- para
importarlo de Chile, que no tiene; el ministro de Energía, Juan José Aranguren usará al Estado para beneficiar a una empresa
chilena de Shell, de la que era gerente. Así de simple, aunque en el medio
de este episodio esté la valija con
joyas que ingresó ilegalmente Gabriela Michetti. Un ejemplo de lo segundo:
el protocolo para la protesta social, que sólo busca desalentar a los descontentos y orientarlos hacia la resignación
para proteger el latrocinio que se viene. Ese es el Estado que tanto han extrañado
en estos años. Y ése es el que quieren reconstruir.
Porque esto
recién empieza. Detrás de las frases cargadas de buenas intenciones se esconde un negocio que beneficiará a
unos pocos. Arreglar con los buitres significa zambullirnos en las
turbulentas aguas del endeudamiento, que no beneficiará nuestro desarrollo pero
engrosará las cuentas de especuladores,
fugadores y negociadores. El plan canje de celulares aparece como una
excelente iniciativa para modernizar los equipos y garantizar el acceso a la
tecnología –recién descubierta por el ministro de Comunicación, Oscar Aguad- a los
que menos recursos tienen. Pero en realidad, es un gran negocio para el Grupo Clarín, que acaba de comprar Nextel.
Nunca incluyen Pymes o cooperativas; siempre a las grandes corporaciones. Después hablan de aguantadero.
Pero estas
cosas que parecen tan claras no están en los titulares. Por supuesto, si son los principales beneficiarios.
Si para esto han operado durante los últimos años, para retornar al Estado-mayordomo de la mesa de los grandes señores. Y
nosotros, otra vez, peleando por migajas. Ese es el escenario más deseado por
Ellos, el país normal sin divisiones ni
conflictos. Muy lejos del país soñado que, por un tiempo, estará entre
paréntesis. Breve, eso sí, porque ya descubrimos sus mañosas tretas y sus oscuras intenciones. No todos, pero sí los
suficientes para que esta pesadilla dure
lo menos posible.
Gracias, mucha claridad.
ResponderBorrarSi bien es cierto que los macristas reclacitrantes hablaran de la herencia K para justificar ciertos padecimientos, lo interesante sería preguntarles hasta cuando el gobierno M se tomará para neuttalizarla. En ese meridiano sería bueno recordarles qua a Nestor solo le llevó unos meses apagar el incendio del 2001 y un año poner al país en marcha.¿O acaso macri tendrá la defachatez de decir que recibió el país en peores condiciones que NESTOR"?
ResponderBorrarGracias x ayudarnos a comprender la verdadera realidad social, q para hacerlo, a veces tenemos q convertirnos en Mandraque. Saludos. Lorena
ResponderBorrarEs parte de lo que desarrollen en Cambiemos. Les implica temor el concepto de Libertad, y no garantiza durabilidad en cualquier situación a la nos quieran llevar . Desarrollan en aquellos que lo siguen, el entendimiento superficial, y las interacciones son confusas y limitadas. Cambiemos no soporta un ordenamiento que pueda ser significativo de identidad como grupo,tienen fisuras de identidad importantes. Cada dirigente es completamente individual, se unifican solo por conseguir el beneplácito de ese poder. Lo mismo entienden que no conseguirán logros de ninguna índole. No aceptan ser libres, y por lo mismo no pueden interpretar la libertad. Los goces de esa libertad negada, los identifica en el sentimiento del autoritarismo. Ese autoritarismo es la necesidad que les permite sobrevivir en la estructura del deseo . La respuesta a lograr de una economía igualitaria no llega en este arquetipo de banalidades. Consta que viven de la apariencia, van hacia un colapso económico y se incrementará en los meses venideros.
ResponderBorrarRemarco esto:
No aceptan ser libres, y por lo mismo, no pueden interpretar la libertad .
La evolución cultural no puede ser detenida ni subvertida. En ningún momento pudieron, ni podrán frenar la evolución del pensamiento.