Las
burlas hacia la gestión amarilla y sus funcionarios proliferan por las redes sociales todos los días. Las fotos
trucadas que muestran a un burro con traje o con banda presidencial, los
disparatados diálogos que se reproducen -algunos reales y otros inventados- y
demás muestras de la fructífera imaginación de los usuarios son divertimentos, pero no pueden constituir crítica. Si
los colores de la bandera francesa estaban invertidos puede ser un problema de
proyección y la enseña argentina con las franjas verticales también apareció en
algunos actos de Cristina. Estos detalles entretienen y por eso, nos distraen del fondo del entuerto en el
que estamos metidos. Pero no todas las fotos son distractivas: la imagen
del encuentro entre Macri y Francisco vale –en serio- más que mil palabras. Y además muestra un fondo, el de una
relación de cordialidad casi imposible. La ausencia de sonrisa en el rostro
del Papa –que abunda en otras ocasiones- arruinó
la foto que Macri más deseaba. Seguramente, el portarretratos al que esté
destinada no tendrá un lugar muy
destacado en la repisa donde se ubiquen estas cosas.
La
excusa esgrimida por el opo-oficialista Juan Manuel Urtubey –convalecencia por
unas líneas de fiebre- se desmorona con
el siguiente encuentro que tuvo el Sumo Pontífice. Después de aburrirse con
Macri, el ex Bergoglio mantuvo una
reunión con el obispo de Quilmes, Carlos José Tissera, donde las sonrisas abundaron. Y los minutos también, porque duró
53, contra los 22 que le concedió a Macri. Sin dudas, ni ganas de fingir tuvo Francisco durante la visita del empresidente. Encima, que el ex
Alcalde haya trasladado la interna del Justicialismo hasta el Vaticano fue un aporte para el malhumor papal. Y
más aún cuando la gobernadora de Tierra del Fuego es sobrina del cardenal
Tarcisio Bertone, con quien el Papa mantiene una relación tensa. En estas condiciones, cualquier foto puede
tener interferencias.
Pero
hay algo más que dibujó esa mala cara en el rostro de Francisco. Macri representa lo que el Papa condena:
la angurria empresarial, el individualismo, la exclusión y el modelo del
derrame. Si alguien duda de esto, basta
hacer una rápida lectura de los dos textos que le regaló al empresidente:
la exhortación Evangelii Gaudium y la
encíclica Laudato si. Algunas frases
pueden esclarecer más los motivos del gesto ceñudo del Pontífice: “el gran riesgo del mundo actual, con su
múltiple y abrumadora oferta de consumo, es
una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la
búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada”; “así
como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor
de la vida humana, hoy tenemos que decir
«no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata”; “algunos
todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por
la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión
social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los
hechos, expresa una confianza burda e
ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los
mecanismos sacralizados del sistema económico imperante”. Si Macri leyera
estas cosas, entendería que esa incomodidad
del Papa expresa más que mil marchas en su contra.
Provocaciones, trampas y algo más
Además
de los dos documentos, Francisco entregó a Macri un medallón con un olivo que “une lo que está separado”,
un obsequio que acostumbra a hacer a los jefes de Estado. Después del
encuentro, el Ocupante Temporal de La Rosada recitó uno de sus más emotivos hits: “con el Papa hablamos de la gran
preocupación por unir a los argentinos, de dejar atrás los rencores, de la importancia que depongamos
posiciones extremas”. Claro, para él y los que piensan como él, para llegar a ese objetivo hay que
erradicar todo rastro K. Por eso sus intentos de dividir el PJ, derogar con
decretos leyes sustanciales, desmantelar organismos y denostar con fábulas inverosímiles los grandes logros de la Década
Ganada. Una vez que el país se deskirchnerice
todos estaremos unidos y dominados.
Aunque
se creen triunfantes, sólo han logrado
un empate apenas inclinado. Aunque lograron enceguecer el presente
individual, los PRO no podrán vulnerar
la memoria colectiva. Aunque sueñen con quedarse el resto de la historia, apenas estamos viviendo un breve paréntesis.
Aunque reciten las excusas de la pesada
herencia, el afán destructivo de
estas fuerzas de ocupación ya está en evidencia. Aunque muestren los
colmillos, cada vez somos más los que
queremos recuperar el país.
Sin
dudas, la crisis que vamos a padecer en nada se relaciona con las condiciones
pre-existentes: es pura creación
amarilla. Si esgrimen el Estado quebrado para justificar los despidos,
¿para qué renuncian a la recaudación
tributaria con el mercado externo? Si están preocupados por la inflación,
¿por qué toman medidas que, sin dudas,
la disparan? Si el objetivo es la Pobreza Cero, ¿por qué sus decisiones acrecientan la desigualdad? Si quieren
combatir el narcotráfico y la corrupción, ¿por qué desmantelaron la UIF y
nombraron al frente a funcionarios de bancos sospechados de lavado de dinero? Si quieren unir al país, ¿por qué
Milagro Sala sigue presa, a pesar de que no
han formulado ninguna acusación judicial en su contra?
Tampoco
quieren un país en paz. En tiempos del kirchnerismo, los medios hegemónicos
hablaban de crispación para
sintetizar la disputa del Gobierno con
el Poder Económico; dramatizaban sobre divisiones y adoptaron la grieta como la mejor metáfora para
graficar una realidad que atraviesa toda
nuestra historia. De aquel lado está la oligarquía de siempre pero con
trajes distintos; de éste está el pueblo, que
aún no termina de despertar. De aquel lado están los enemigos, sus adláteres
y los sirvientes de siempre; de éste, un
colectivo solidario que ya encontró, una vez más, el camino hacia el país que
nació en 1810. De aquel lado están los cipayos de otrora, después, neocoloniales
y ahora, indisimulables agentes del
Imperio Global; de éste, ciudadanos que comprenden el peligro que nos acecha. Pero en el medio, habita un
número indeterminado que aún no ha encontrado con quién identificarse, que ha olvidado su raíz, que ha extraviado
su rumbo. A veces, se inclina por un lado y otras, por otro. Un nuevo
vaivén inicia este capítulo de Nuestra Historia.
Si
será breve o eterno no depende de la voluntad divina, sino de la paciencia para soportar los golpes y provocaciones que nos
destinan los amarillos. Los despidos, recortes, retrocesos, torpezas, mentiras,
amenazas forman parte de las agresiones que día a día destinan, tanto a los que no votaron por ellos como a
los que sí confiaron en las promesas del cambio.
El paro de ATE fue una primera reacción; el tan peligroso protocolo de
seguridad, la advertencia. La ilegal
prisión de Milagro Sala, el castigo;
las movilizaciones y protestas nacionales e internacionales, la respuesta. Las
modificaciones en el impuesto a las ganancias, el cebo; el clima de impotencia y malhumor como caldo de cultivo
para un descontento mayor.
En lugar de buscar la concordia, quieren provocar
el caos. La visita de Obama
parece una afrenta en plena
conmemoración del 24 de marzo. El re estreno del culebrón de Nisman, semeja la burla de un mal vencedor. La
citación de Bonadío a Cristina, una
chispa sobre un polvorín. O una ostentación del más absurdo poder. Como si quisieran unirnos, pero todos de
este lado. Como si quisieran que hagamos
lío, para despertar la sonrisa de Francisco.
El Papa se ganó el odio de los cacerolos. Espero que a la larga entiendan el porqué de ese gesto serio. Y se arrepientan de haber votado a Mugricio
ResponderBorrarUna pena que no pusiste tu nombre. Algunos ya se están arrepintiendo y otros, pronto lo estarán. Abrazo
BorrarDon Gus, ¿No se estará usted reconciliando con la Iglesia, no?...
ResponderBorrarDe ninguna manera. Sigo siendo el hereje de siempre. Mi valoración de Francisco es sólo política y temporal. No me olvido que Bergoglio habló de la Guerra de Dios en tiempos del matrimonio igualitario
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