Gracias
a la simulación, los amarillos
conquistaron la presidencia y por ahora, con la misma estrategia se
mantienen. Los medios hegemónicos –vale recordar- aportaron su granito de
arena… o mejor dicho, sus toneladas para
cegar el entendimiento de una porción importante del electorado. De no ser
por eso, Mauricio Macri no hubiera traspasado los límites de la Bombonera o tal
vez, ni siquiera hubiera conquistado ese
primer escalón en su ascenso al poder. En realidad, sus primeros pasos
datan de los tiempos de la dictadura, cuando la familia multiplicó la cantidad de empresas de siete a más de 40, con una
estatización de deuda privada mediante. Desde ese momento a esta parte, una
serie de episodios oscuros hicieron asomar cada tanto su cabeza, como el extraño secuestro y el contrabando
de autos cuando presidía Sevel. A pesar de este prontuario, muchos lo
eligieron por sus promesas de transparencia y honestidad, entre otras cosas.
Pero la cáscara es tan delgada que está pronta a quebrarse y de sus fisuras comenzarán a filtrarse las
sombras que quiere expandir a todo el país.
Su
cinismo cada día es más evidente. Quienes se sientan cómodos con eso, será
porque son tan cínicos como él. Los demás no lo advertirán, enredados por el clima entre festivo y
distraído que instalan día a día los medios que hoy son oficialistas. El contraste entre sus promesas de
campaña y las primeras medidas es una clara muestra de que no estamos sólo ante
una andanada de contradicciones o desprolijidades de inexpertos, sino ante un plan diseñado desde mucho
antes de soñar con la presidencia. Tanto para él como para sus adláteres,
la hipocresía es más que una actitud: es esencia y como tal, se ha convertido en plan de gobierno.
Eso es cinismo.
Que
en campaña Macri haya dicho que quería terminar con “el curro de los Derechos Humanos” y en estos días se haya
preocupado por mostrarse paseando por la ex ESMA es un ejemplo que pega donde
más duele. Si esto fuera una toma de conciencia, vaya y pase, pero no lo
es. Esto es más que una contradicción.
Ahora necesita mostrarse interesado por estos temas tan profundos porque en los próximos días nos visitarán dos
mandatarios que también son buenos simuladores. Porque Barack Obama quiere
visitar ese Espacio de la Memoria, se
acercó para conocerlo y como François Holland desea reunirse con Abuelas de
Plaza de Mayo, ahora concede la
entrevista que antes negó. Y a tanto llega su cinismo que en una entrevista
con el Washington Post aseguró que está "listo para ser la voz en defensa de los
derechos humanos en el mundo". ¿Sabrá de lo que habla? ¿Escuchará lo que dice?
Pero
no es el único capaz de esto. La
vicepresidenta, Gabriela Michetti, ocupa el segundo puesto en el podio:
pontifica en contra de los ñoquis quien batió
récords de inasistencia al Congreso, pregona el respeto al que piensa
distinto y cuando abre su boca despide una
catarata de improperios y pretende erigirse como modelo de transparencia y el episodio con la maleta de joyas debería
dejarla fuera de juego. Además de todo esto, exhibe un desconocimiento sorprendente sobre cualquier tema que aborda.
Un país para los argentinos
En
una rueda de prensa, Michetti realizó una revelación que asusta: “basta de industrias; el modelo de Macri es
India”. Hay de todo en esta frase pero, sobre todo, abunda la desinformación. Si bien en ese país ha crecido el área de
servicios y software, el desarrollo industrial tampoco se detiene. Por lo
tanto, ‘India’ no se contradice con la
industria. Pero la vice cae en la
trampa de poner con liviandad un modelo extranjero como si fuera un cambio de camiseta. Sin embargo, en India, la
desocupación alcanza el 20 por ciento, la pobreza, un 30 y la organización por castas de esa sociedad hace imposible el ascenso
social. Y en nuestro país, como todos sabemos, las vacas no son sagradas,
sino invitadas especiales en nuestra
mesa, aunque las medidas económicas
traten de alejarlas.
Este
es el resultado de mirar más allá de nuestras fronteras. Después de años de
machacar con la tontería del aislamiento
del mundo, a menos de tres meses de asumido el gobierno amarillo, los presidentes del Norte hacen fila para
visitarnos. Esta foto asusta un poco. El Primer Ministro italiano, Matteo
Renzi fue el primero en visitar estas tierras. Los próximos serán Hollande y
Obama. Ahora que está Macri en La Rosada, parece que advierten que nuestro país
puede ser un terreno fértil para trasladar sus respectivas crisis, como han
hecho en otras décadas. Y el Gran Equipo, en lugar de pensar en nuestros
intereses, sólo priorizan las apetencias
ajenas.
En
lugar de repudiar la intromisión de Thomas Griesa en nuestra legislación, el empresidente presiona al Congreso para que derogue las leyes que nos protegen de los
picotazos buitrescos. Esta será una discusión crucial. Allí se podrá
apreciar quiénes están realmente comprometidos con la defensa de nuestra
soberanía. Un repaso sintético: en medio de la injusta situación generada por el Juez Imperial, la actitud de la
gestión amarilla no sólo es sumisa, sino
que pone en riesgo nuestro futuro. La estructuración de la deuda lograda
con tanto esfuerzo negociador y que ha servido como base para acuerdos futuros
a nivel global, puede quedar aniquilada
en el afán de satisfacer al siete por ciento de los acreedores. ¿Y todo
para qué? Para incrementar una deuda que no servirá para impulsar nuestro
desarrollo, sino para multiplicar las
cifras que los fugadores seriales guardan en los paraísos fiscales. Si en
estos días la fuga de capitales ha batido los récords que ya no bate el consumo
interno en alimentos, indumentaria, vehículos y turismo. Y esto no es magia, sino pura perversión.
El
primer día de marzo, cuando el gerente de La Rosada inaugure las sesiones
ordinarias del Congreso, exigirá a
nuestros representantes que contribuyan a la gobernabilidad. Esto significa
que permitan que las grandes corporaciones internacionales y lo peor del
sistema financiero hagan sus negocios en nuestras tierras, reeditando una remake del modelo del derrame en su más nefasta versión.
Allí, en el Congreso, descubriremos quiénes
son los cipayos y quiénes los patriotas; quiénes se desentienden de nuestro
futuro y quiénes lo defienden; quiénes quieren que seamos una colonia, un
granero, un supermercado o un prostíbulo para el mundo y quiénes quieren que
nos convirtamos en un país soberano y
equitativo para todos los argentinos.
El
cinismo del gobierno amarillo se puede apreciar en cada uno de sus pasos: en
afirmar que nos cuidan, que velan por nosotros, que nos aman, que no nos
sacarán nada cuando, en realidad, están
haciendo todo lo contrario. Lo más
grave que puede pasarnos es que el resto de nuestros representantes se contagie
de esa impronta. Por eso, en la calle
debe estar nuestra voz, para defender lo que tanto nos ha costado recuperar y para conquistar lo que nos falta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario