Los tironeos
vernáculos al Sumo Pontífice
Y claro que sigue dando letra. Como sea, nos
involucra. Para bien o para mal, Bergoglio nos arrastró hacia el Vaticano. Ahora habrá que ver la manera en que
Francisco derrama el Vaticano hacia el mundo. Hasta el momento, muchas
señales auspiciosas. Si los opositores locales esperaban un espaldarazo para
comenzar una Guerra Santa contra el
kirchnerismo, muchas ñatas quedaron contra el vidrio, observando
el amistoso encuentro entre el Papa y La Presidenta. Durante casi tres horas
estuvieron juntos desde el intercambio de regalos hasta el extenso almuerzo,
que, según dicen, escapa de los protocolos vaticanos. Y, conociendo a ambos,
deben haber hablado mucho sobre muchas cosas. Un poco de maldad: Macri admitió
que, en su breve encuentro, no supo qué decir. Lo que demuestra que hay
personas que no cambian con nada. Porque
después, el Jefe de Gobierno porteño salió a declarar por los medios las mismas
inconsistencias y generalidades de siempre. En medio de todo esto, la
vigilia, el asueto y los números ameritan un desarrollo que puede llevar a
conclusiones más que interesantes.
Algunos memoriosos no pudieron evitar la
comparación entre la novedad del primer Papa latinoamericano con la del primero
elegido fuera de Italia, el polaco Karol Wojtyla. Con apenas 58 años, su irresistible carisma transformó a aquel
personaje en un Papa con mucha onda. Los
jóvenes se vieron profundamente identificados con ese inusual Pontífice que era
capaz de cantar y bailar al ritmo de los temas de moda. Durante los primeros
tiempos, hubo un incremento de la asistencia a misas y parecía que el
catolicismo estaba conquistando nuevos adeptos. También, y sin necesidad de
acudir a estadísticas, se convirtió en el emisario divino que más salió del
Vaticano. Pero, su papado se caracterizó,
además del acercamiento a otras expresiones religiosas, por un empecinado
anticomunismo. En aquel entonces, el llamado Juan Pablo II jugó un rol muy
importante en el derrumbe del comunismo, que comenzó en su país natal. En apenas
diez años, la disolución de la URSS
dejaba el modelo de occidente como el único posible. Y el capitalismo se
cebó. A mediados de los setenta el dólar abandonó el patrón oro y se
convirtió en un valor más ficticio que real. Ronald Reagan abrió las puertas y de ahí al neoliberalismo despiadado
había un solo paso.
Francisco también surgió como una novedad y como
una esperanzada promesa de importantes cambios. Tanto para adentro como para
afuera. El entusiasmo que despertó su asunción puede ser leído de diferentes
maneras. Para algunos mezquinos protagonistas de la politiquería berreta, el Papa puede significar un inestimable
auxilio para superar los escollos en pos de la derrota definitiva del
kirchnerismo. Una especie de opositor con trascendencia divina, algo que
Carrió ha intentado durante mucho tiempo sin resultados favorables. Sin
embargo, el ex Bergoglio los defraudó. Y Cristina también. Ambos sintonizaron enseguida las necesidades del momento y se tomaron
de la mano, a pesar de la distancia. El encuentro entre el nuevo Pontífice
y CFK fue distendido, prolongado y sustancioso. La expresión ‘Patria Grande’ sorprendió en boca del
Jefe del Estado vaticano.
El alcalde porteño, Mauricio Macri, no fue
incluido en la comitiva oficial, como era de esperar. Pero, con ingentes esfuerzos y sacando tiempo al descanso perpetuo que
significa su cargo, viajó por su cuenta utilizando la tarjeta de papá para
obtener una imprescindible foto con Francisco. Y el Papa preguntó por Antonia,
el único miembro de la familia Macri-Awada con quien se pueden mantener
conversaciones interesantes. El ex presidente de Boca sólo pudo balbucear
algunas palabras en medio de su incontenible emoción, poco creíble en alguien
tan inexpresivo. “Espero que esto ayude a
que nos volvamos a unir”, dice Macri que le dijo al Papa. Aunque parezca una frase de ocasión, no
deja de ser sugestiva.
¿Qué significa para alguien así esta idea?
¿Quiénes se tienen que unir y para qué? Porque ya ha sido dicho con
anterioridad en estos apuntes: esas hermosas y conmovedoras demandas del
empresario devenido político no significan más que un retorno a nuestro pasado
más infausto. Cuando el Poder Económico pide diálogo, consenso y unión, lo que está exigiendo es obediencia,
sumisión y libre succión de los recursos de todos. Ese “nos volvamos a unir” de Macri no es más que la retirada del Estado
para que los angurrientos de siempre ejerzan una vez más la despiadada sangría
a que nos tienen acostumbrados. La unión que necesitan es la del
establishment para convertir nuevamente a nuestro país en un coto de caza para
colmar sus insaciables arcas. Por último, cuando Macri pide la unión de los
argentinos, no está pensando en todos los habitantes: sólo en los que serán bienvenidos
a su proyecto político basado en la exclusión y abandono de los sectores más
desprotegidos.
Algunos ingenuos podrán pensar que la unión encierra una idea más o menos
parecida a la de Patria Grande. Por el contrario, son casi opuestas. La
Patria Grande sugiere la unidad del continente para lograr un bloque sólido de
países, al punto de considerarse como Uno. En cambio, la unión es un pegote forzado y arbitrario que no busca la solidez sino
una sumatoria circunstancial. Además, por sus intereses cortoplacistas, no persigue
el Bien Común sino el beneficio de unos pocos. Pero además de hablar de “la Patria Grande de Bolívar y San Martín”, Francisco
entregó a Cristina el Documento conclusivo de la V Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en Aparecida, Brasil en
2007. En sus 330 páginas el escrito destaca que “trabajar por el bien común
global es promover una justa regulación de la
economía, finanzas y comercio mundial”. Además, plantea la
necesidad de proseguir en el “desendeudamiento
externo para favorecer las inversiones en desarrollo y gasto social”. Algo que está muy lejos de la limitada
imagen que el Ingeniero tiene de un mundo
perfecto.
Pero también la asunción de Francisco puede
provocar el retorno de muchos jóvenes –y no tanto- a la práctica del
catolicismo. Si bien la Conferencia Episcopal Argentina asegura que hay un 88
por ciento de argentinos bautizados, los
registros de bautismos muestran que ese número se reduce al 75 por ciento.
En una reciente encuesta del Conicet, sólo
el 23 por ciento de la población admitió que asiste frecuentemente a los lugares
de culto. La mayoría de los que se reconocen católicos apela a una idea
poco sostenible: soy católico pero a Dios
le rezo a mi manera. Para aclarar algunos puntos, la pertenencia a una
religión implica una práctica comunitaria. Toda
religión es colectiva, no individual. No es posible pertenecer a una
religión desde la soledad del hogar. Además, hay muchos bautizados que se han
transformado en ateos, aunque sigan registrados como católicos. Un sinceramiento de muchos conciudadanos en
la relación con esta Institución facilitaría los análisis y restaría un poco
del poder que ostenta.
En fin, nos estamos acostumbrando a esta
trascendencia geopolítica que desde el fin del mundo nos arrastra a una
centralidad inusitada. No podemos arriesgarnos a que el primer Papa que
exportamos fracase en su gestión. Algo así como si fracasa Francisco, fracasamos todos. Aunque peor sería que se nos vuelva en contra. Que Francisco sea
una especie de caballo de Troya que encierre en su vientre lo peor de la
Humanidad. Que sus palabras comprometidas sobre la pobreza y la región sean
sólo un señuelo y que bajo la sotana
esconda un garrote para demoler nuestros sueños. Que la elección tenga como
objetivo operar un retorno al neoliberalismo en aquellos países que se están
escapando de sus horrores. Tal vez
destine algunos rapapolvos a los voraces especuladores y frene un poco la
rapiña. O nada de esto. Quizá su intención sea invertir su tiempo en
arreglar los chanchullos internos y se olvide un poco de nosotros. Puede ser que esto sea lo más apropiado para
seguir construyendo nuestro futuro.
Estimado,Franciso,ayer el ciudadano Bergoglio, es al fin, un representante mas de una institucion a la que le cuesta demasiado cambiar debido a su estructura autocratica y su rol
ResponderBorrarCreo que es mas importante estudiar el rol de la religiosidad popular que analizar en que palo peronista esta parado Bergoglio
Bien dice el dicho: "más desorientado que kirchnerista con Papa argentino". Más que ver en qué palo peronistas está parado Bergoglio interesa más qué mensajes va a dar. Me conformo con que no moleste tanto. La religiosidad popular debe sincerarse y la apostasía es el camino adecuado para eso.
ResponderBorrarLe corrijo un dato: el patrón oro lo abandonó EEUU con la crisis del petróleo de mediados de los 70, no con Reagan.
ResponderBorrarGracias. Tenía esa duda y no pude confirmarla. De cualquier modo, Reagan contribuyó ampliamente a la llegada del desastre.
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