Una improvisada prosa para calmar tanto
dolor
Un Gran Hombre nos ha dejado por un ratito. Después del dolor, retornará un gigante
imbatible. En nuestro país ya lo hemos comprobado. Cuando la angustia se
despeja, reaparecen más vivos que nunca. Y
mucho más fuertes. Números para el recuerdo: 5 del 3 de 2013 a las 1625. Los que celebran estas muertes deben estar
secos de vida. Los que hacen combinaciones con los trágicos números para
alguna nefasta apuesta, jamás podrán disfrutar de ningún premio. Los que descorcharon champaña, padecerán de
acidez. La peor noticia para los pueblos es la mejor para los carroñeros. Por
un tiempito, nomás. Luego viene una
inversión gloriosa que desconcierta a esos infaustos personajes y finalmente, los derrota. De
existir, Dios debe ser un mal tipo. De
puro egoísta, se lleva a los mejores. Pero los mortales nos quedamos con lo
inmortal, el recuerdo, el amor, la obra, las ideas. Eso no se lo podrá llevar nunca, por más Dios que sea.
El vicepresidente Nicolás Maduro, en medio de su dolor, pidió
algo difícil de cumplir: “es prohibido llorar, levantemos su
espíritu”. Las lágrimas son
inevitables, pero se niegan a brotar. Están congeladas, tímidas, con el temor de interrumpir el retorno de
una leyenda. Y si brotan, servirán como abono para un futuro luminoso.
La peor noticia para escuchar, pero se esperaba. La
confirmación de estas cosas siempre es cruel. Uno esperaba volver a verlo, bailando con las palabras frente a su
pueblo, es decir, todos los pueblos de América latina. El comenzó todo y
ahora continuará con más fuerza. En uno de sus discursos de campaña, Hugo
Chávez habló del viento. Exuberante, como siempre, afirmó que su rival,
Henrique Capriles Randoski, representa la vieja política y en cambio, él
representa lo nuevo. “Está bien –aclaró
ante la multitud- tengo 58 años, pero el viento es más viejo… y sigue
soplando”. Ahora ya no será viejo, pero se ha convertido en un
ventarrón. Un tornado imparable que
barrerá la resaca de los enemigos de este proceso de transformación de la
Patria Grande. Porque cuando el mártir muere, nace el héroe, el mito que nunca abandona, el faro que jamás
se apaga.
Difícil olvidar su inagotable palabra, siempre plena de
desafíos. Y no cualquiera, sino el
desafío que busca desterrar la
vileza de los poderosos. Difícil cualquier olvido, si fue el primero en
comenzar a impulsar la integración latinoamericana en este nuevo siglo, como el único camino para un futuro
luminoso. Si fue el primero en recuperar la política como herramienta de transformación de su pueblo, sumido
en la inequidad. Si no sólo es el Padre de la resurrección de un país, sino también de la restauración de un
continente. La muerte de Chávez provoca una ausencia que sabe a historia
inconclusa. Pero, como su paso por la
vida se convierte en sendero, la conclusión de esta Gran Historia queda en
manos de sus herederos, de todos los que sentimos una angustia incontenible a
flor de piel.
Las hienas están
atentas, pues se excitan con el olor a muerte. Los chacales se relamen en sus
madrigueras. Los buitres, disfrazados de águilas del Norte, despliegan sus alas
para recuperar su hegemonía. Esta vez se
quedarán con las ganas. Ahora hay un Pueblo
sin Fronteras dispuesto a defender lo conseguido y tomar los jirones de cualquier mártir para convertirlos en un poderosa bandera
de victoria. Ahora hay presidentes que se parecen a sus pueblos y pueblos
que se alimentan con sus presidentes.
La solución a la crisis política que puede provocar esta
lamentable noticia está en manos de sus seguidores. Ahora son los pueblos los encargados
de continuar con su obra y, por supuesto, de reconstruir su Vida. Su alegría contagiosa nos despierta una
sonrisa desde las sombras que tratan de opacarlo. Su brillo vencerá
cualquier tiniebla y destruirá las cadenas que quieran condenar a los muchos a
la inequidad y la pobreza. Ahora, no hay
enemigo que pueda vencernos, porque tenemos las mejores armas: Muertos luminosos y algunos presidentes con
vida dispuestos a portar semejante luz.
Enumerar sus logros, las transformaciones que derramó sobre
nuestras tierras, el motor que desterró a los explotadores quedará para más
adelante, cuando el vacío comience a llenarse. Después de liberar las lágrimas,
la marea roja seguirá su huella y se extenderá hacia cualquier tierra desolada.
El Palacio de
Miraflores se convertirá en un lugar mágico del que sólo saldrá el milagro de
Su Revolución. Su
mano siempre tendida se transformará en un puente indestructible que permitirá
cruzar cualquier abismo. Su palabra viva retornará por siempre, esa palabra
inspirada por Bolívar, Martí, San Martín, Kirchner. Ahora, seremos Todos los facultados para que sus discursos permanezcan resonando
en los oídos del corazón. Podemos llorar un poco por la pérdida, podemos
extrañar unos días su presencia, podemos añorar su imagen poderosa. Pero no por
mucho tiempo. En honor a él –y también a
Kirchner- debemos trocar tanto dolor en fortaleza, convertir sus ideas en
realidad y bailar hacia el futuro al ritmo de sus palabras.
Excelente!!!! Me encanta leer lo escribis!!!
ResponderBorrarGracias. Es un incentivo interesante recibir palabras de aliento. Abrazo enorme
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