lunes, 11 de marzo de 2013

Un revoleo numérico



Mucho más que unas islitas
Inevitable. Una semana ha pasado desde la muerte de Chávez y la angustia se aplaca para dar lugar a otra forma de presencia. De tan imprescindible que es, debemos buscar maneras de tenerlo y no de recordarlo. El recuerdo es para alguien que se ha ido para siempre. En cambio al comandante lo necesitamos. Como también necesitamos a Kirchner, que está siempre vivo en el corazón de muchos ciudadanos. El impacto producido por la partida del bolivariano todavía es difícil de cuantificar. Y tal vez sea innecesario, por esa dicotomía perpetua entre cantidad y calidad. Seguro, será mayor del que se supone. Aunque era predecible, los medios carroñeros continúan el combate al bolivariano publicando sus fantasías con forma de datos fehacientes y demonizaciones altamente creativas. En el colmo del absurdo, hacen lo imposible para invisibilizar las multitudes que acuden a despedir a su líder y buscan un opositor para sacar al aire hasta bajo las piedras. O van a Miami. Ahora, por supuesto, el candidato con olor a azufre será Nicolás Maduro o cualquiera que pretenda emular a Chávez.
Mientras tanto, los opositores locales apuestan nuevamente por Capriles y todo indica que volverán a perder. Un ensayo para las futuras derrotas. Si bien nadie acusó a Fuerza Bruta por la organización de los funerales del comandante, algún que otro trastornado(a) lo habrá tenido en la punta de la lengua. Una pregunta tentadora: ¿por qué se mueren los buenos habiendo tanta escoria como candidata? Un consuelo: para esos funerales sí necesitarán contratar a algún elenco si quieren que duren unas cuantas horas. Un vaticinio: cuando estos malos se mueran, serán sepultados, no sembrados y de la tierra que los cubra no brotará una mísera flor sino zarzas de las más dañinas.
Pero volvamos al bolivariano. Su legado incluye a toda la región. En muchas ocasiones, hasta hizo suyo el reclamo por la soberanía de Malvinas. Por supuesto que no es el único mandatario que se ha involucrado en esta gesta, pero él lo ha tomado como una causa propia.
Algo parecido quieren hacer los ingleses, pero sin grandes discursos ni argumentos. El resultado de la consulta popular que comenzó el domingo parece tan cantado, que ni hará falta contar los votos. Sin lugar a dudas, decidirán seguir como cómplices del Imperio en la usurpación de nuestro territorio. Quizá no tengan la información completa o el arraigo generacional incide de manera equívoca. Que ellos decidan a quién pertenece el archipiélago resulta una burla más a nuestra soberanía y una desautorización a las distintas resoluciones de la ONU. Esas 1650 almas ponen el cuerpo para desairar las decisiones de la comunidad internacional sobre las colonias que aún mantiene la Corona.
De cualquier modo, no deben ser considerados como invasores, aunque en cierta forma lo sean. Y por si queda alguna duda, nadie los expulsará ni se los obligará a nacionalizarse en caso de que en un futuro no muy lejano las islas se incorporen a nuestro territorio. Lo imposible es considerar como autodeterminación a esta nueva estrategia pirateril. A eso no tienen derecho porque constituyen una población incrustada. “Los habitantes que viven en Malvinas tienen derechos civiles y derechos políticos -afirmó la embajadora en Londres, Alicia Castro- pero no tienen el derecho de dirimir la controversia de soberanía entre Argentina y el Reino Unido”.
El senador Daniel Filmus consideró que el referendo es “una nueva acción política de naturaleza publicitaria pergeñada por el Reino Unido”. En la sesión especial que se realizará en la Cámara de Senadores “debemos denunciar la trampa que esconde la apariencia de ‘participación popular’ en el caso de un pueblo implantado. Esta maniobra publicitaria no tiene ninguna validez para la legislación del derecho internacional”, aseguró. El proyecto de declaración de rechazo que se tratará en el recinto lleva la firma de senadores tanto oficialistas como de la oposición y señala que la consulta “no tiene ningún sustento ni validación en el Derecho Internacional ya que es contraria a toda Resolución emanada de la Asamblea General y de las del Comité de Descolonización de Naciones Unidas”.
Lo que molesta son las interferencias internas. Cabe aclarar que el ex anestesista anestesiado, Hermes Binner, no ha abierto la boca al respecto, por lo menos en estos días. El historiador Federico Lorenz, que ha publicado varios libros sobre Malvinas, presentó una nota el lunes pasado en Página/12 en la que plantea algunas preguntas que despertaron el enojo de la embajadora Alicia Castro. No es para menos, pues algunas de ellas están saturadas de una mala intención opositora. “¿Qué significa reclamar por las Islas Malvinas hoy para una sociedad emergente del terrorismo de Estado, una guerra y una fenomenal reestructuración social y económica bajo cuyas consecuencias aún vivimos?”, como si todo esto nos hiciera merecedores de la pérdida territorial. O ¿es correcto que usemos la palabra “negociar” si no estamos dispuestos a considerar la posibilidad de ‘ceder´?”, como si no hubiéramos ‘cedido’ lo suficiente a lo largo de los últimos 180 años. Y algunos dirán –argumento que utilizan los ingleses- que el hecho de haber desatado un conflicto bélico nos aleja de todo derecho. Pero, y esto no significa una reivindicación de ninguna guerra, ¿acaso no es violento ocupar tierras ajenas durante tanto tiempo, saquear sus recursos naturales y militarizar la zona?
Pero hay otras preguntas de Lorenz que parecen sugerir, no tanto una traición, aunque algo próximo a eso, como “¿nos atreveremos a pensar, al menos como un ejercicio intelectual, que tal vez no tengamos (toda la) razón?” o “¿estamos seguros de que nuestra sociedad está de acuerdo con la idea de no incluir a los isleños en las negociaciones? ¿Qué implicaría hacerlo?”. La última cuestión hasta parece carroñera. Y la primera lo confirma. La única razón que tienen los británicos es la prepotencia… y eso de razón no tiene nada.
Un estudio estadístico realizado entre el 6 y 7 de marzo por la consultora argentina Ibarómetro y la británica You Gov revela que el 61 por ciento de nuestros compatriotas considera que las islas deben ser argentinas, mientras, en Inglaterra sólo el 40 por ciento cree que el Reino Unido debe seguir con el dominio insular. Además, el 54 por ciento de los argentinos considera que son buenas las reacciones y medidas del Gobierno Nacional mientras que sólo el 46 por ciento de los ingleses evalúa como positivas las acciones del gobierno de su país.
Pero más allá de estos números, no debemos dudar de que las islas son nuestras, que nos fueron arrancadas en la primera mitad del siglo XIX y que queremos recuperarlas. Todo esto forma parte de un mandato constitucional. Además, la causa Malvinas forma parte de una historia de humillaciones, entrega y sometimiento. Hoy, que nos estamos recuperando, que nuestra autoestima asciende a niveles humanos, no debemos dejarnos engañar por los que claman la rendición. El país que estamos construyendo necesita todo su territorio y las Islas Malvinas conforman el glorioso sueño de una región que avanza en el camino de su consolidación.

2 comentarios:

  1. Creo que si se insiste en este camino integrador de Patria Grande, la recuperación de las islas puede no ser un sueño imposible de cumplir
    ¿ y si ofrendamos las islas como primer territorio comun de nuestra america ?

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  2. El hecho de que todos los países de la región reclamen por la soberanía argentina puede convertir la recuperación en territorio compartido, aunque no es la idea. De cualquier modo, no va a pasar mucho tiempo antes de la reconquista del archipiélago. La Corona está cercada, aunque los principales países que integran el consejo de seguridad de la ONU desplieguen declaraciones formales. Algo va a cambiar este año, que Argentina integrará ese hipócrita organismo en representación de Suramérica.

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