La nueva tapa de la revista Noticias parece desafiar la paciencia de la
mayoría. Cristina crucificada y la leyenda “Vía
crisis”, como una provocación más
del pasquín opositor. Una nota plagada de mentiras y sandeces completa la
edición para seguir alimentando los prejuicios de sus lectores. Mentiras que se desmienten en el mismo
texto, lleno de supuestos y fuentes inexistentes. Como si el autor fuese
una mosca capaz de inmiscuirse en lugares recónditos para recoger los
testimonios más secretos. Pero, ya lo sabemos, esos volátiles y molestos
insectos nunca se han mostrado
preocupados por los asuntos políticos porque disfrutan más sobrevolando el
estiércol. Y esta mosca-periodista no es la excepción. Como muchos otros
que, no sólo gozan con los hedores de ese material de desecho, sino también lo
producen en abundancia y lo convierten en textos. Desechos periodísticos que encuentran cualquier tema de inspiración,
hasta una de las imágenes más sagradas que tiene una parte considerable de la
sociedad. Y seguirán así porque de esta manera consiguen un modesto éxito. Eso
sí, cada vez más reducido. Mientras
Cristina y su equipo destinan ingenio para consolidar este proyecto en la recta
final de este mandato, los siervos del establishment no saben hacia dónde
disparar sus envenenados dardos.
Según el libelo publicado por Noticias, “el peronismo la deja sola y le promete un calvario hasta el fin de su
mandato. La Cámpora: su ‘iglesia’ fuera del poder”. Mucha estrechez de miras hay en esta
alucinada línea. La soledad, el suplicio, el final, presentados más como
expresión de deseos que como una lectura certera de los hechos. Que algunos exponentes del peronismo hayan
huido del kirchnerismo habla más de especulación politiquera que de honestidad
intelectual. Si la foto que miran es el imán en que se ha transformado el
massismo, están considerando que los eternos saltimbanquis tienen en claro el
país que quieren construir. Sin intenciones de apelar al peronómetro, quienes se sienten tentados de sumarse al ex
intendente de Tigre ya han abandonado el ideal de un país para todos. Y, en ese sentido, que se hayan fugado
hacia la propuesta política del Poder
Fáctico es sumamente alentador.
Otro tanto ocurre con la agrupación La Cámpora que, desde sus inicios,
se ha convertido en blanco de las más absurdas demonizaciones. Violentos,
trepadores, aduladores, imberbes, fascistas. Todo se ha dicho de ellos, lo que induce a pensar que no deben ser tan
malos. “Hay una estrategia permanente
por estigmatizarlos –consideró el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich- pero son jóvenes con un idealismo
extraordinario, con una formación política muy sólida, con una capacitación
técnica adecuada para dirigir y conducir los destinos del país”. Quizá esta respuesta del funcionario sea
una exageración para contrarrestar tantos improperios. Lo seguro es que
muchos de los integrantes de La Cámpora están demostrando su capacidad de
gestión y su compromiso con la transformación del país. Pero no es la única
agrupación que abreva en el kirchnerismo. Un
colectivo militante se apresta para continuar este sendero. Eso es lo que
asusta en serio a los cancerberos de los patricios.
Y para no destinar más espacio a tamaña escoria periodística, una última
frase para desmontar. “Desde que ganó con
el 54 por ciento de los votos en octubre del 2011, paradójicamente, cayó en picada”, fantasea el texto del folleto
opositor de Fontevecchia. Lo más interesante de esta afirmación es el adverbio
‘paradójicamente’. Si todos los medios
hegemónicos y demás aliados de los poderosos afirman a cada rato que el
gobierno de Cristina es un desastre, ¿por qué considera la caída de su imagen
como una paradoja? Algo no cierra. O será que la paradoja está en que, a
pesar de los logros que esta gestión acumula, hay una disminución del fervor
que supo despertar. ¿Cuál será el contrasentido que encuentra el autor de ese
mamarracho textual? ¿Que con tan poco ingenio mediático hayan logrado construir
una oposición cacerolera a la década más luminosa de la historia reciente? ¿Que hayan conseguido enloquecer a un
público cautivo explotando sus prejuicios con esos esperpentos que llaman
noticias?
¿O no será que la paradoja está en que, a pesar de los esfuerzos
desplegados para horadar la legitimidad de CFK, deben seguir mintiendo para sostener el espantoso panorama que
pretenden esbozar? Porque si hay una disminución de la adhesión al
kirchnerismo, los principales sondeos de opinión consideran que no es tan
alarmante. Por el contrario, es lo más
lógico que puede ocurrir cuando un mandatario atraviesa la mitad de su segundo
período. Lo paradójico es la obscenidad a la que apelan las plumas
opositoras para seguir denostando un proyecto que ellos consideran en retirada.
¿Para qué ensuciarse tanto si creen
estar cerca del triunfo? ¿O será que, por el contrario, les queda cada vez
más lejos?
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