Por
un lado, se hacen campañas contra la explotación y la trata, se intenta desplazar la imagen de la mujer
objeto y se prohíben los avisos de oferta sexual, pero por el otro, se
galardona a Tinelli como personalidad destacada de la cultura de la CABA. ¿No
es retroceder demasiado? Pero la trama es más compleja: no es sólo poner del
lado del PRO a un propagandista eficaz, sino
validar un sistema de superficialidad
mediática, eso que las Fuerzas Amarillas entienden como cultura popular. Esa trituradora de cerebros
que, entre luces y estridencias, pechos y traseros, propala consignas caceroleras para adecuar el terreno al retorno
neoliberal. Y así celebró Tinelli su noche
de gloria, vociferando que en este país, “si pensás diferente, te crucifican”. Una tontería que no merece un
mínimo análisis. Pero el Alcalde y todo su equipo elevaron a categoría de cultura un exitoso producto mediático que, con un
poco de esfuerzo, pronto resultará obsoleto. Este episodio no puede
entenderse fuera del contexto electoral y hasta parece un paso desesperado para mejorar los números, tanto de las
encuestas como los del rating.
Ambos están alicaídos y han decidido darse una
mano. Hasta aquí llega toda concepción de cultura, por más definiciones de
Wikipedia que recite Tinelli. Macri, en cambio, no se atrevió a tanto. Si la cosificación de la mujer es cultura,
habrá que dejarlos cada vez más solos. Porque la cultura construye y
respeta, no avasalla ni abusa. La cultura siempre es popular porque crece desde
abajo, desde la raíz de los pueblos. Lo
otro sólo es masivo, vertical, impuesto. Por eso Tinelli necesita que Macri
le dé su aval político. Y Macri requiere que Tinelli le aporte su potencial
mediático. Rating a cambio de votos. O viceversa. El creador de Showmatch supo ser buen vendedor y Macri se ha convertido
en el nuevo producto a promocionar. Si antes llenaba su boca con alfajores,
ahora la colmará de lemas, bravatas y generalidades para conducir el voto de un público menos entusiasta por semejante bulla
televisiva.
Con
cada paso que da Macri hacia la Rosada, revela
lo más oscuro de su pensar. Despectivo, cínico, clasista, hipócrita y
machista son algunos calificativos que inspiran sus declaraciones. Y a partir
de eso devela que su proyecto de país es
el que, con tanto esfuerzo, comenzamos a abandonar desde hace un tiempo;
ese modelo importado que nos hundió en lo más profundo del pantano cuando reinaba
el discurso único proveniente de la
ortodoxia económica. Los que quieren retornar a aquellos angustiantes días
denuncian a los cuatro vientos que son
víctimas de la intolerancia cuando, en realidad, son ellos los intolerantes.
Como nuestra democracia está encontrando su sentido –defender los derechos de
los ciudadanos- hay una minoría que manifiesta su fastidio. Después de obtener la
legitimación del PRO, el conductor
televisivo pondrá su voz a disposición del discurso que tanto daño nos ha hecho
y, como recompensa, podrá seguir
pisoteando toda dignidad.
Vientos pestilentes en la popa
Pero
ésta es una pieza más de una estrategia de desgaste. Quizá, la menos dañina, la
menos antipática. Mientras desde los
medios se disputa por el objeto simbólico, en los antros de la economía se
batalla por dinero. Y los principales contendientes no son los trabajadores
menos favorecidos, sino los empresarios
que tienen de sobra. Unas 1200 empresas –muchas de ellas, las más grandes-
enfrentan causas penales por facturas falsas en operaciones de evasión. Para
evitar suspicacias, entre las investigadas, hay cuatro que pertenecen al
archi-enemigo de Clarín, Lázaro Báez. Alguien
debería investigar el porqué de este ensañamiento; tal vez una vendetta
similar a la emprendida contra Boudou, por citar un ejemplo, para no hacer tan
extenso este apunte. Como si fuera el
único empresario corrupto.
Unas
semanas atrás, el Estado recibió información sobre más de 4000 números de
cuentas bancarias del HSBC Suiza pertenecientes a individuos y sociedades argentinas,
pero sólo 125 de ellas son reconocidas
en las declaraciones juradas. El listado no incluye a pobres jubilados que
quieren resguardar sus ahorros, sino a individuos de altos ingresos que sólo buscan evadir para incrementar sus
enormes fortunas. Esto, en otros tiempos, era visto como una travesura,
como un acto de heroísmo cívico, como una peripecia apasionante y envidiable. En eso también estamos cambiando: hoy
sabemos que quien evade, nos perjudica a todos. “Nos están engañando –graficó Ricardo Echegaray, el titular de la
AFIP- nos hacen trampa los contribuyentes
que ocultan cuentas en el exterior”.
Estas
no son, por supuesto, las únicas tretas a las que apelan estos insaciables
succionadores. No hay que quitarles la
mirada de encima porque siempre están a la espera de un descuido para darnos el
zarpazo. Y después exigen libertad de mercado y hablan de la mano
invisible; llaman autoritario a
cualquier funcionario que los quiera controlar; buscan nombres de fantasía
para los organismos oficiales, como gesta-AFIP,
por ejemplo. Lo cínico es que se presentan como tiernos corderitos cuando en realidad son lobos enceguecidos
por su avidez. Lo indignante es que siempre lagrimeen, a pesar de estar
cebados a punto del empacho. Lo hipócrita
es que aseguran que, colmando sus arcas, nos benefician a todos.
Este
accionar no sería tan preocupante si, como muchos candidatos y periodistas
recitan a diario, tiráramos todos para el
mismo lado por una ancha y armónica avenida. Pero para ellos, eso sólo
significa facilitar los negocios y no meterse con sus chanchullos. Para
nosotros, la mayoría, no. En estos primeros años del nuevo siglo hemos
aprendido que este sendero necesita transitarse
en colectivo. Por lo tanto, deberán abstenerse los individuos que sólo piensan
en su exclusivo beneficio en detrimento de los derechos ajenos. También cómplices, apologistas y meros
espectadores deberán deponer su actitud si quieren acompañarnos en esta
novedosa excursión. El paisaje que nos espera es de sueño y sólo nos faltan
algunas volteretas; quizá sean los tramos más difíciles del periplo, los más
temibles, los más desalentadores. No importa: la multitud se transforma en fuerza, sobre todo cuando los monstruos
del pasado soplan su fétido aliento y nos pisan los talones.
Realmente leer tus escritos me resulta gratificante y placentero... Siento que encuentro sistematizados muchos de mis pensamientos; con un lenguaje ágil ,entendible ;certero y contundente ; que invita a la reflexión y al deseo de seguir leyendo ... MUCHÏSIMAS GRACIAS
ResponderBorrarHey. Muchas gracias por tantos elogios. Eso demuestra que el esfuerzo en escribirlos vale la pena. Abrazo
Borrar