En
una batalla como la que estamos protagonizando, las estocadas vienen de
cualquier flanco. Pero parece que será
la última, por eso la fiereza y la simultaneidad de los embates. En el agresivo
combo con que nos disparan entra la inflación,
la escalada del dólar ilegal, la
fuga de divisas, la soja incautada y el invalorable aporte de los medios
hegemónicos que cocinan y sazonan un
plato intragable. Los políticos opositores aportan lo suyo para que el
escenario, además de caótico, parezca autoritario. Sólo falta que un manojo de voluntarios organice un
bochinchero cacerolazo y algunos saqueos insignificantes para celebrar el fin
de año. La crisis que narran en la tele todavía no ha llegado a la vida
cotidiana, pero es tanto el empeño que ponen los peleles ante las cámaras que
muchos transeúntes empiezan a sentir su fétido aliento. Como si no supiéramos de hecatombes
económicas. Expertos en transitar abismos oscuros. Por eso, no estamos ante
una crisis sino ante los intentos de
provocarla, o al menos, de simularla.
O
si no, ¿qué aporta la negativa de los exponentes de la oposición a debatir
sobre el Código Civil y Comercial? Con el histriónico abandono de bancas y el
pedido de medidas cautelares para impedir la labor parlamentaria no se
construye una nación. Con asistencia perfecta a los estudios televisivos y
ausencias permanentes al Congreso no se
fortalece la Democracia. Con el voto negativo a la ley de Defensa del
consumidor no se defiende al ciudadano y con el rechazo al Pago Soberano no se
protegen los intereses del país. Menos con la sumisión al fallo de Griesa. Sin
embargo, en estos días ha circulado todo
lo contrario: los que se oponen a todo y niegan respaldo institucional a
las iniciativas del oficialismo creen
ser más legítimos, patriotas y republicanos.
Hasta
se mofan de la consigna patria o buitres.
Desde que recrudeció el conflicto con los especuladores financieros en
junio pasado, esta construcción disyuntiva parece dividir una vez más a los
argentinos. En realidad, más que
dividir, tendría que organizarnos. Decir que en una cuestión como ésta no
debería haber partidismo es una obviedad. Sin embargo, parece ser una cuestión
de partidos. Aunque cueste creerlo, hay posicionamientos ideológicos que
sostienen la obediencia servil a los
dictámenes de la justicia imperial y el sometimiento más cruento a la avidez
carroñera de los buitres. Sin dudas, los que, a esta altura de la vida,
proponen la negociación como mejor salida del conflicto no buscan garantizar
nuestro futuro, sino condenarlo para siempre. En el medio, están los que, con
tal de oponerse al kirchnerismo, con tal de eliminarlo de la vida política
argentina, prueban con una tibia
posición y afirman que éste no es un tema para apelar al patrioterismo, sino al sentido común.
Así
es. Cada tanto, los detractores recurren al patrioterismo
y conviene profundizar en esta cuestión. Este término puede considerarse como
una deformación, una degradación de patriotismo. Un simulacro, en todo caso. Menem celebrando una fiesta patria
sería el ejemplo más ilustrativo, justo él, que rifó el país al peor postor y todavía estamos pagando
las consecuencias. O De la Rúa, clamando
por un milagro que nos saque de la crisis, un 9 de julio de principios de
siglo. Eso es patrioterismo, el gesto vacío, la celebración de una independencia que se pisotea, el triunfo de
una minoría patricia festejado como una victoria del pueblo. Que nadie se
confunda: el Gobierno Nacional está
defendiendo la Patria con un enorme corazón de patriota; los demás, no.
Un plan para que seamos más
Aunque
se empeñen en decir lo contrario, Argentina
ya ha cumplido con todos sus acreedores. El martes pasado, La Presidenta
anunció el depósito correspondiente a los pagos acordados con los tenedores de
bonos más lo que deberían recibir quienes no entraron al canje. Esto gracias a
la Ley de Pago Soberano, rechazada
vilmente por los exponentes de la oposición, salvo algunas excepciones. Y
esto, a pesar de que simulan no comprenderlo, es cumplir con el fallo de Griesa y la cláusula pari pasu: todos reciben el mismo pago. Si la Justicia del
Norte actuara acorde con las leyes, todo debería terminar aquí. Pero no, como el único sentido de justicia que los
guía es el de satisfacer las angurrias de una minoría insaciable, van a
hacer lo imposible para convertirlo en un culebrón.
Y
pueden hacerlo porque encuentran eco
fronteras adentro en los aliados,
voceros, sirvientes y timoratos. No hace falta mucho esfuerzo para ubicar
los nombres en cada casillero. Esos empresarios, periodistas, analistas,
opinólogos, senadores y diputados que alimentan
día a día las esperanzas carroñeras
se acomodan fácilmente en estas categorías. Y un sector del público que
cree –o quiere creer- que el kirchnerismo nos está llevando a la ruina cuando,
en realidad, no es exagerado afirmar que
estos han sido los mejores años desde el retorno a la democracia. Datos,
fotos, películas, comparaciones, números, cuadros justifican ampliamente lo de
la Década Ganada. Y las dificultades con las que nos encontramos a diario provienen más de la resistencia al proyecto
que de su construcción: la negativa de los que más
tienen a ceder una porción mínima de sus cuantiosas ganancias.
Algo
ha ocurrido en nuestra historia que los impulsa a desconfiar, que les impide
disfrutar, que imprime en el gesto un permanente mal humor. Claro, con tantos fracasos y traiciones es
razonable esta tendencia. Pero estamos ante algo novedoso y muchos
argentinos han abandonado esa pulsión. Sin embargo, quedan algunos que aún consideran
que los medios son difusores asépticos de una verdad que siempre debe ser
negativa. Para ellos, el buen periodista
debe estar en contra. Eso no lo toman como posicionamiento ideológico, sino como objetividad. Y muchas otras
ideas que podríamos encontrar con una recorrida superficial por algunos canales
informativos, tapas de diarios y programas radiales. Más que informar, alimentan los prejuicios de algunos
individuos que se niegan a comprender. ¿Qué han hecho con esas cabezas, que
las han convencido de que sólo las malas noticias son atendibles y verdaderas?
¿Qué podemos hacer para mitigar esta tendencia?
Sólo nos queda seguir batallando con la
palabra, mostrando los logros alcanzados y los derechos conquistados. No es difícil, si uno asume el desafío.
El conflicto con los buitres es un tema muy claro, porque involucra la defensa del
país ante los intentos colonialistas. Podríamos preguntar a ese público cautivo:
¿Qué importa más, el beneplácito de los
poderosos o el bienestar de la mayoría? ¿Qué da más miedo, el control
estatal o el desenfreno de los formadores de precios? ¿Cuál es el principal obstáculo
para nuestro crecimiento, el accionar del Gobierno o el egoísmo de los más
ricos? ¿Qué es más conveniente, la succión interminable o el heroico desacato? Estos años nos han enseñado que es posible
alcanzar el sueño de un país mejor, que aproveche su potencial para el goce de
todos. Y hemos encontrado un camino novedoso que está dando buenos
resultados, a pesar de los intentos por demostrar lo contrario. No nos
desalentemos: esta vez, como nunca, las
cosas están claras y no es exagerado afirmar que tenemos la razón. Sólo
falta convencer a algunos que todavía se identifican con los que nos quieren
pasar por encima. Nada más que eso.
Buenísimooo artículo,más q completo y claro !!! En cuanto a los "Negadores Seriales" de la Realidad Real (sobre todo a kienes consumen ésos Medios envenenados de Odio) ,seguiremos intentando abrirles los �� y la Capocha...
ResponderBorrarGsutavo: Frente a tus palabras "Por eso, no estamos ante una crisis sino ante los intentos de provocarla, o al menos, de simularla", te dejo link del programa ADN, de Tomás Mendes, que salió al aire en nuestra provincia el 1 de octubre :
ResponderBorrarhttp://www.cba24n.com.ar/content/adn-acusan-que-montich-falsea-crisis-para-cobrar-subsidios
Siempre te sigo leyendo, al igual que a Adrian, mas allá de que he debido abandonar twitter y mi blog, por suerte por mucho trabajo.
Gracias Andrea. Y me alegro de que tengas mucho trabajo. Abrazo enorme
BorrarNo me caben dudas que la contra,coherente con su trayectoria llena de cabronadas, va a profundizar su ofensiva contra el pueblo
ResponderBorrarPor eso tiene que haber un pueblo que resista, que no se deje engañar con las viejas consignas, que confíe en quienes nunca traicionaron. Ese es nuestro trabajo. Abrazo enorme
BorrarEs muy dificil pedirle a los mercenarios q sean argentinos.
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