En
un nuevo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, vale la pena superar la nostalgia para convertir su recuerdo en
fortaleza. Uno puede revisar sus discursos, sus medidas, sus decisiones y
siempre llega a la misma conclusión: el listado es extenso y altamente
positivo. Si no hubiera sido por él, hoy
estaríamos chapoteando en el barro, sometidos a los caprichos de los
angurrientos de siempre. A veces, hasta las rodillas y otras hasta el
cuello, pero nunca fuera del barro. Como siempre hemos estado cuando los
grandes grupos económicos pretenden gobernar el destino del país en su
exclusivo beneficio. En dictadura o en
democracia, casi siempre han comandado la economía doméstica para poner
nuestros bienes al servicio de sus arcas. Lo que decidió Kirchner fue
gobernar desde La Rosada, una manera metafórica de instaurar la política como representación de la mayoría. La
política no pensada como una troupe de sumisos sirvientes, sino como un grupo
de representantes dispuestos a defender los intereses de todos. El sueño que
propuso -el país creciente, equitativo y soberano- no está a la vuelta de la
esquina: ya lo estamos saboreando y
sería lamentable extraviar el camino por escuchar los cantos de unas siniestras
sirenas.
Quizá
gracias a Néstor ahora sabemos que, en lugar de bellos seres con voces
encantadoras, las sirenas criollas también son monstruos rapaces y
enceguecidos, como en el mito homérico. Gracias a ese exótico presidente
patagónico, no hay disfraz que nos engañe. Ya
no sirve la máscara del prestigio y la sabiduría con que en otros tiempos nos
han embelesado. Ya no temblamos cuando vomitan algún vaticinio fatídico. Ya
no nos asustamos cuando pegan un par de gritos. Ahora sabemos que la meta sólo
se puede alcanzar cuando los
representantes obedecen el mandato de las urnas y no las órdenes que las fieras
rugen desde sus madrigueras.
La
nueva edición del coloquio de IDEA, en Mar del Plata, tuvo algo de eso, condimentado con mentiras, dicterios,
difamaciones y mucha avaricia por parte de los empresarios más poderosos del
país. Uno de los destacados exponentes, el constitucionalista Daniel Sabsay, se hizo merecedor del Premio
Revelación Estrella de Mar, por su
aplaudido y festejado stand-up, un monólogo picante que, con un par de
canciones de Sinatra, podría convertirse en éxito en algún hotel de Las Vegas.
Lo
que más trascendió fue que haya puesto en duda el título universitario de CFK,
algo que otros habían hecho apenas asumió su primer mandato. Esto demuestra que no tienen demasiados
recursos para destronar al kirchnerismo. Como la recurrencia al gobierno autoritario y demás sandeces
que repiten los que no saben ya cómo oponerse. Con el descontrol propio del que no tiene razón –casi sacado- esputó: "basta de un matrimonio presidencial. Ahora nos quieren poner al
hijo presidencial y no lo podemos permitir". Primero: nunca hubo
matrimonio presidencial y menos aún, después de la muerte de Néstor. Segundo:
en un país republicano y democrático, ni
él ni ninguno de los asistentes al coloquio tienen atribuciones para poner o
sacar presidentes. Por lo tanto, si Máximo quiere candidatearse no hace
falta que ellos lo permitan. Como constitucionalista, debería saberlo.
El camuflaje de los enemigos
Tanta
farsa tenía como objetivo ocultar lo más importante: el modelo de país que pretenden imponer los que todavía se creen sus
dueños. Sabsay propuso, de cara al futuro, "hacer un acuerdo de políticas públicas, cumplir con la ley,
terminar con la impunidad y restablecer la libertad de expresión". Esto,
traducido al lenguaje cotidiano significa aplicar un ajuste, deskirchnerizar la
sociedad y derogar la LSCA, algo que les
duele como un forúnculo. Después, como quien no quiere la cosa, sugirió “poner coto al capitalismo de amigos”. También,
gracias a Kirchner, aprendimos el verdadero sentido de esa expresión: el capitalismo debe ser sólo de ellos.
Nada
más irritante que el llanto del que está repleto. En el Coloquio de IDEA, todos los expositores derramaron lágrimas
sobre los micrófonos, como si estuvieran en la indigencia. Los lamentos por
la pérdida de rentabilidad, los controles cambiarios y las regulaciones
parecían más propios de una telenovela que de un foro protagonizado por los más
acaudalados. Sin embargo, detrás del
escenario, la realidad los contradice. Las automotrices, los bancos, las
empresas de servicios y las extractivas muestran un crecimiento récord en sus
operaciones. FIAT Argentina, cuyo titular, Cristiano Rattazzi, es el más
quejumbroso, alcanzó el segundo mejor
registro histórico en sus ventas. Ford terminará exportando más que el año
pasado. Los bancos acumulan una ganancia
del 110 por ciento por encima de la de 2013. Una recorrida por los diferentes
sectores de la Gran Economía puede despertar repugnancia porque casi todos lloriquean a pesar de haber
ganado como nunca.
Entonces,
¿qué más quieren? La respuesta es sencilla: quieren gobernar. Y no para que a todos nos vaya mejor, algo que la
historia reciente pone en evidencia, sino
porque no soportan perder la potestad de tomar las decisiones. El país es
de ellos y están acostumbrados a romperlo cuando se les antoja. Lo que les
molesta es que desde hace once años no pueden jugar como antaño: destruyendo
todo con la seguridad de que siempre habrá alguien que venga a reparar. Ahora que estamos aprendiendo a construir,
no podemos dejar que vuelvan los demoledores.
En
estos días, surgió la palabra enemigo pronunciada
por los agoreros con un dramatismo conmovedor. Quince años atrás, esto nos
hubiera preocupado. Pero nuestro conocimiento sobre las cosas ha crecido tanto
que ahora nos causa risa. Porque muchos que se disfrazan de
adversarios, en realidad son enemigos. Y lo han sido siempre. Quienes
auspiciaron los golpes y se han beneficiado con ellos, son los principales. Los
que se niegan a devolver las divisas robadas, los que tienen todo y quieren
mucho más a nuestra costa, los que han
pisoteado nuestros derechos para eternizar sus privilegios, los que se
burlan de nuestra dignidad conquistada, los saltimbanquis, monigotes y
mayordomos que pugnan por la restauración y los nostálgicos empeñados en
impulsar un retroceso. Todos estos son
enemigos porque se niegan a acatar la voluntad del pueblo. Son enemigos
porque quieren succionar nuestra sangre, como ya lo han hecho en muchas
ocasiones. Son enemigos porque se muestran como ángeles salvadores cuando en
realidad son demonios destructivos y despreciables. Si les molesta que los nombremos como enemigos, que dejen de
comportarse como tales.
No
son personajes recién llegados a la tierra: han estado desde siempre para someter nuestro país al imperio de turno,
con una minoría enriquecida y una mayoría sufriente. Ahora lo sabemos con más
claridad. Néstor Kirchner fue el que dio el puntapié inicial de este intenso
aprendizaje. Por eso la Historia le tiene reservado un lugar de privilegio,
aunque, desde hace mucho tiempo ocupa la
principal habitación de los buenos corazones. El mejor homenaje es mantener
siempre vigente el proyecto que inició y no
distraernos con las minucias pestilentes que arrojan los boicoteadores desde un
costado del camino.
El manifiesto gorila del presente no me permite olvidar el pasado; Revolución Libertadora
ResponderBorrar01. Disolución del Partido Peronista.
02. Intervención de la CGT.
03. Suspensión convenciones colectivas de trabajo.
04. Inhabilitación de dirigentes Peronistas.
05. Depuración universitaria Peronísta.
06. Derrogación Constitución 1949.
07. Congelamiento salarial.
08. Suspensión de subsidios.
09. Fuerte Devaluación.
10. Incorporación al FMI.
Y... sí. Tanto algunos candidatos de la oposición, pero sobre todo, los integrantes del Círculo Rojo, quieren todo eso y mucho más. Por eso se quejan de que el Gobierno siga gobernando
BorrarLa afirmación es contundente ; sus diez puntos la describen con crudeza . . Ni pensar en volver a aquellos tiempos de despojo y miseria ... Tenemos que mantener más que nunca , vivo el " PROYECTO "...
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