miércoles, 1 de julio de 2015

El Obelisco no es la Patria



Una vez más, los hechos demuestran que el versito del aislamiento del mundo no tiene sentido. Ahora, hasta el Imperio podrá degustar nuestras carnes, después de reconocer que están libres de aftosa. Un capricho que se prolongó durante más de siete años y que significó una pérdida de casi 2000 millones de dólares en exportaciones. Y una chicana más que pierden los agoreros en plena campaña electoral. Por lo que parece, sólo les queda Cabral, más como emblema que como conflicto real. Aunque la Corte Suprema le dio la espalda y la Cámara de Casación aceptó el nombramiento de los nuevos jueces, los desconcertados miembros de la oposición seguirán presentando este enredo como un atropello institucional. Y, sin razón, tratarán de movilizar cacerolas no ya para derrotar a un proyecto imbatible sino, al menos, para verificar que no están tan solos en el ridículo en que han caído.
Oportunistas como son, tal vez puedan orientar el timón hacia otra causa justa y, en lugar de salir a las calles por la restitución de Cabral, porten carteles que clamen Yo soy Xipolitakis. Sobre todo ahora que Aerolíneas demandará a la modelo por su travesura con los pilotos en el vuelo de Austral y que la Justicia pone su ojo en el novio rosarino. Como dice un viejo refrán: fue por lana y salió trasquilado. O, en un lenguaje más terrenal, arrojaron barro y acabaron embarrados. Nada importa si el objetivo es demostrar que el kirchnerismo es malísimo.
Pero no les sale. Apenas pueden mantener la indignación de un manojo de individuos a fuerza de alimentar prejuicios. En eso, no se puede negar que son algo efectivos: imponer a Rodríguez Larreta como candidato preferido es todo un logro. ¿Qué convicción o garantía puede impulsar el voto por alguien así? No es locuaz, simpático ni demuestra inteligencia. En blanco y negro, parece un golpista de los ’50. En una película de superhéroes, sería el perfecto asistente del villano. Cualquier cosa puede parecer el delfín de Macri, menos un candidato a Jefe de Gobierno de la capital de un país.
Porque Lousteau es más engañoso. Tanto, que logró ser ministro de Cristina. Hasta puede despertar fantasías nocturnas. Con ocultar el oscuro financiamiento de su campaña a fuerza de desmantelar el Hospital de Clínicas basta para conquistar algunas voluntades. Más allá de los adornos y los rulos, los dos candidatos representan el mismo modelo del que no sólo nosotros estamos escapando. Pero el gobierno de la CABA es un problema de los porteños, que seguirán enredados en un irresistible hechizo. El futuro del país es algo más serio y no puede orientarse al amarillo porque, ya sabemos, se tornará muy oscuro.
Bifurcación a la vista
No hace falta ser muy sagaz para detectar estas amenazas en el discurso macrista. Aunque trate de disimularlo, por sus poros escapan el afán privatista y su afición a los recortes. Instinto neoliberal, que le dicen. Cuando quiere, abandona su mirada descontextualizada de la vida para abordar una caprichosa lectura de la historia, de acuerdo a lo que le dicte su ventrílocuo. En la sede de la UIA –ante algunos empresarios nuevos y otros resucitados- planteó que en estos tiempos, “sólo existe un intento de reindustrialización, no hay gran avance respecto de 1989”. Si los números confirmaran esto, habría que advertir que después de ese año llegó la década del Infame Riojano tantas veces elogiada por el patricio Alcalde. Un poco más claro: si desde el punto de vista industrial estamos como 1989 es porque perdimos tiempo hundiéndonos en el fango neoliberal que Mauricio Macri quiere restaurar.
Con su famoso equipo –ponderado con empalago por Domingo Cavallo- en breve desembocaremos en una crisis similar a la de 2001. O peor, porque en estos años nos hemos acostumbrado a vivir con una modesta dignidad. Si falla la memoria –como puede apreciarse en algunos cincuentones- con sólo dirigir la mirada hacia la malograda Grecia se comprenderá fácilmente de qué estamos hablando. Recortes, recesión, corralito y aprietes por parte de los organismos financieros. Menos mal que desde allá sí saben mirar y tienen la oportunidad de elegir su destino con una consulta popular. Nosotros no tuvimos esa posibilidad y nos despojaron de todo derecho.
Ahora sí podemos elegir entre volver al ’89 o seguir para adelante; entre tomar el atajo que nos conduce a una eterna calesita o seguir por este camino que ya está mostrando sus jugosos frutos.

1 comentario:

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...