Más allá del espanto, no sorprendió mucho que Mirtha
haya considerado ‘dictadora’ a La Presidenta. Ese término está en boca de los miembros de una clase que está
acostumbrada a decidir y la Diva de las comilonas televisivas se convierte
en una apologista de tan nocivo concepto. Los gobernantes tildados de populistas son aquellos que toman sus decisiones en beneficio de sus
gobernados sin la autorización del
establishment. Cuando no gobierna el Poder Económico a través de un
presidente títere en exclusivo beneficio de sus integrantes, estamos ante la presencia de una
dictadura, por más que haya elecciones democráticas todas las semanas. Así de simple es el bestial pensamiento de
estos nostálgicos de las dictaduras de verdad y de los gobiernos dóciles que
hemos padecido en el pasado.
La memoria es el principal antídoto para los
intentos restauradores. Cuando los que más tienen empiezan a exigir el respeto
a las instituciones, diálogo y consenso, libertad y demás tópicos republicanos
es porque advierten que sus privilegios pueden
ser limados. Las instituciones funcionan bien y la República está a salvo
sólo cuando una minoría puede llenar las
arcas a su antojo a costa de la miseria de la mayoría. Que Luis Etchevehere
haya tildado de fascista a Daniel Scioli por haber prometido que no dará “ni un paso atrás” es una muestra de esa
lógica. Ya están desenmascarados, así que no insistan con el versito. La
eliminación de las retenciones y la devaluación de la moneda no beneficiarán al
conjunto de la sociedad sino a ese
puñado de individuos que se amontona en la Rural. Y si el Gobierno no
acepta esas demandas no es por autoritarismo ni nada que se le parezca sino porque tiene que garantizar el
bienestar de 40 millones de ciudadanos.
Claro, “ni un
paso atrás” asusta tanto como “vamos
por más”. Sobre todo cuando no lo
dicen Ellos, los integrantes del Círculo Rojo. Ahora que sueñan con
recuperar el control, su principal emisario, el Alcalde Amarillo, armonizado por una líder budista, adopta como propios los principales logros
del proyecto que tanto ha denostado. O su nueva gurú ayudó a descubrir una
faceta desconocida del cerebro de Mauricio Macri, donde prima la sensibilidad
más conmovedora, o estamos ante uno de
los intentos de estafa más serios de que se tenga memoria. Como lo primero
es imposible, lo más probable es que estemos ante lo segundo.
El caballo porteño
Después del dramático giro discursivo del domingo
pasado, uno podría preguntarse para
quién miente Macri. Los medios hegemónicos –forjadores de su figura
política- no se han sumado a la pantomima; por el contrario, se han mostrado muy desconcertados,
hasta enojados. Los que lo han acompañado en todos estos años, aplaudiendo sus
pueriles intervenciones y los maquillajes urbanos más banales, casi lo abuchearon. Sus compañeros del
PRO apelaron a funambulescas piruetas para explicar tamaña mutación; hasta
abusaron de la inocencia del público al afirmar que Mauricio siempre ha tenido estas ideas.
Pero, con el correr de los días comenzarán a comprender
cómo viene la mano. Y pronto, desde sus títulos y editoriales aportarán
las piezas para ensamblar un artefacto amenazante para nuestro futuro: el
caballo de Troya, amarillo y fabricado en la CABA, que guarda en su interior un ejército de tecnócratas dispuestos a
aplicar ajustes y recetas ortodoxas. Por fuera, un muñeco de madera recién
fabricado que promete la continuidad pero en su interior pergeña los peores cambios.
Una reciente encuesta de Ibarómetro puede explicar semejante engendro. De acuerdo a los
datos recabados a partir de 1200 entrevistas realizadas en todo el país, ocho de cada diez argentinos creen que el
Estado debe asegurar el bienestar de la gente. Pero esta convicción no está
presente sólo en los que quieren que el FPV continúe en el gobierno, sino también en los que desean que cambie
el signo político. Macri, quien se ha mostrado siempre opuesto a la
intervención del Estado en la economía, ahora
deberá mostrarse como su principal adalid si es que quiere acceder a La Rosada.
Claro, así corre el riesgo de perder a los
seguidores del Macri anterior. Por
eso, una vez que los miembros del Círculo Rojo comprendan la nueva estrategia podrán contribuir a la construcción de este
caballo de Troya vernáculo, progresista
por fuera, neoliberal por dentro. Una especie de doctor Jekyll y míster
Hyde. El Macri-Jekyll es el bondadoso candidato que ha comprendido la
importancia del Estado en las políticas de inclusión y en la administración de las
empresas de servicio. El Macri-Hyde es
el que planea devaluaciones a la carta y la eliminación de las cargas
impositivas para beneficiar a los que más tienen, como ha sostenido muchas
veces.
Ambos son incompatibles para un mismo gobierno. No se puede sostener la redistribución del
ingreso con el desfinanciamiento fiscal y el incremento del dólar, salvo
que se recurra al endeudamiento externo. El nuevo Macri, más demagogo que
nunca, es una monstruosidad destinada a
embaucar a los que quieren la continuidad con otro color. ¿O la
monstruosidad está en aquellos que
pretenden que siga todo como en estos años pero con un partido diferente?
Por las dudas, evitemos los monstruos.
Muy buen comentario.
ResponderBorrarGracias. Abrazote
BorrarGracias, Gustavo, sos lectura diaria imprescindible.
ResponderBorrarPablo López
Gracias a vos.Sin los piropos de los lectores sería muy difícil continuar con esta tarea. Abrazo enorme
BorrarMuy bueno tu posteo, quisiera agregar que pareciera que se ha generalizado el recurso de hablar mal de alguien con una gran cantidad de admiradores positivos, como nuestra presidenta, para ganar numerosas repercusiones como la que tiene estos dichos de esta anfitriona. En otras palabras hablar, mal, de cfk, garpa...
ResponderBorrarestimado gustavo, como siempre un placer tus reflecciones, espero con ansia algo sobre el terrorifico plan economico de broda, espert y melconian que con tanto esfuerzo quisieron ocultar, abrazo enorme
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