Todos han enloquecido. Elisa Carrió pide cárcel para los encuestadores,
Mirtha chochea ante las cámaras y los
miembros del club PRO no saben cómo explicar los giros discursivos de su jefe
político. Para desquiciar un poco más a estos y otros personajes, el fin de
ciclo está cada vez más lejos, lo que
deja al mundo que ellos quieren restaurar anclado en el pasado. O lejos, en
el soberbio Norte que insiste en aplicar recetas que sólo profundizan la crisis.
Mientras tanto, Cristina –artífice de tanta insania- más que un pato rengo parece el correcaminos, tan enérgica como si
recién comenzara esta carrera para transformar el país que su compañero de vida
había recibido en ruinas.
"Los encuestadores deberían
ir presos por mentirosos –tuiteó
la diputada Carrió- Lo mismo hicieron
conmigo. Se van a llevar otra sorpresa. ¡Viva Cambiemos!”. Para bien o para mal, en Argentina mentir
no es un delito. Si así fuese, algunos medios estarían despoblados. Además,
hay ciertos tipos de discurso que están exentos
de la condición de verdad, como promesas, pronósticos y amenazas porque
involucran el futuro, que es inasible. Y las encuestas no son más que eso, suposiciones sobre lo que puede pasar.
Estos estudios estadísticos deben
evaluarse por su metodología pero no cuestionarse por sus desaciertos. En
todo caso, pueden perder prestigio o credibilidad por dibujar los resultados de
acuerdo a los intereses de quien los contrate. El riesgo sería perder clientes,
pero de ninguna manera ser procesados
como delincuentes.
A nadie se le ocurriría denunciar a Mirtha Legrand
por reproducir sin ruborizarse las
manipulaciones mediáticas. En realidad, nunca podremos comprobar si su piel
experimenta algún cambio de color porque debe
estar a varios centímetros de esa máscara que aparece en la pantalla. Este
fin de semana, exaltada, la Diva eructó
necedades como si fueran brillanteces filosóficas. Lo más visible es que
expresó que el país “vive una dictadura” y
consideró que La Presidenta es “caprichosa,
autoritaria y dictadora”.
Utilizar estos términos con tanta liviandad es una
acción irresponsable. Ya tiene los años suficientes para saber que durante una dictadura no se puede hablar de
‘dictadura’ sin correr riesgos.
Durante los primeros años del Retorno a la Democracia, hablábamos de ‘proceso’;
tardamos un tiempo en llamarla por su
verdadero nombre. Arribar socialmente a ese concepto –dictadura- nos permitió
fortalecer la continuidad institucional. Y nos dio mucho trabajo para que
alguien lo trate con tanta imprecisión. Si estuviésemos en una dictadura,
muchos de estos personajes que sólo
contribuyen a las intenciones destituyentes del establishment no tendrían
cabida en los medios de comunicación.
Las volteretas amarillas
Además de ese atropello conceptual, Mirtha también propaló algunas falacias mediáticas,
como eso de que “Cristina pone y saca
jueces”. Ningún presidente puede
hacer eso, por más ganas que tenga. En todo caso, las normas disponen un
complejo mecanismo para controlar a los encargados de aplicar justicia. Si
fuera tan fácil, los tribunales no
estarían infestados de personajes que oscurecen cualquier atisbo de
institucionalidad. Pero ya está dicho: mentir no es un delito y repetir las
mentiras de otro, tampoco.
Menos aún engañar al posible votante en una campaña
electoral. El caso ya es conocido: el pre candidato presidencial Mauricio Macri se disfrazó de kirchnerista
para conquistar algunos porotos que le permitan soñar con La Rosada.
Difícil no recordar al Infame Riojano que, mucho tiempo después de la “Revolución Productiva y el Salariazo” y
el “Síganme, que no los voy a defraudar”,
confesó que si decía lo que pensaba
hacer no lo hubiera votado nadie. Macri debe haber pensado en esto segundos
antes de salir a escena, el domingo de la casi derrota. Pero algunos de sus seguidores
no entendieron el simulacro y silbaron
algunas de sus propuestas de continuidad K.
Después, sí. Como
si un ojo gigante hiciese un guiño de complicidad, muchos compañeros de la
ruta amarilla abandonaron los libretos anti estatistas aprendidos en estos años
para balbucear algunas líneas PRO estatistas,
a tono con la nueva estrategia. Hasta Federico Pinedo tuvo que encarnar un personaje patriótico que no le cuadra
muy bien. “Mauricio haría lo mismo
que dice Kicillof –afirmó el diputado- negociaría duramente con los fondos buitre”. Ahí sí se
detecta la mentira y la desinformación, no sobre el futuro sino sobre los
hechos. Macri no negociaría con los buitres sino que obedecería la decisión del juez imperial Thomas Griesa y Kicillof,
en cambio, no lleva adelante ninguna negociación: sólo pide que acepten el canje de acuerdo a lo que nuestra ley dispone.
Más allá de estos detalles, llama la atención que ahora busquen identificarse con medidas y funcionarios que antes
denostaban con fervor.
Ante tan manifiesto intento de estafar la voluntad de los argentinos, es lógico que uno se sienta
incómodo, sobre todo por la posibilidad de que algún incauto caiga en la trampa. Pero Cristina calmó los ánimos: “me pone muy contenta y no hay que enojarse,
al contrario”. Y con un poco de ironía, agregó que le alegra que “más argentinos se
hayan dado cuenta de que estamos haciendo bien las cosas”. Aunque dejó lugar para el reproche: “si se hubieran dado cuenta un cachito
antes, cuánto tiempo de discusión y debate hubiéramos ahorrado, cuántos argumentos le hubiéramos restado a
los ríos de tinta y las horas de voces que decían que estábamos dividiendo y peleando”.
No nos asustemos. La Presidenta no cayó en la trampa
pues sabe que esta pirueta no es más que un
intento desesperado para que la derrota de octubre no sea tan contundente. Este
discurso que estrenan Macri y sus secuaces, de ninguna manera expresa lo que piensan hacer una vez que estén en el
gobierno. O mintieron antes, cuando criticaban cualquier medida o propuesta
del oficialismo o lo hacen ahora, cuando prometen la continuidad. La mentira no
está penalizada pero merece el más justo de los castigos: que las urnas den la espalda a esta pandilla de mentirosos.
Ante algunos personajes de la realidad, que superan las más fabulosas fantasías de afamados guionistas de Hollywood, uno no sabe si reir o llorar... pero se pregunta si semejantes bestias mitológicas son reales o han salido de una imaginación que supera claramente a las de J.R.R.Tolkien, Edgar Allan Poe, Howard Phillips Lovecraft, Philip K. Dick o el mismísimo Jack Vance. ¿Es TN o es Syfy? No lo sé...
ResponderBorrarMuy buena la nota. Abrazo
No es fantasía, es la imbecilidad que siempre acompaña a la ignorancia, algunos candidatos pretenden acceder a la primera magistratura sobre el concepto de cárcel a los delincuentes o el otro miserable que va a la casa de personas humildes con las manos vacías a comerse lo poco que puedan tener y encima se van siempre con algún paquetito, pero de las cosas que hacen al desarrollo de una nación no mencionan nada por que de eso se van a ocupar los caranchos que aportan dinero a la campaña de ambos sólo para tener el derecho divino de usarlos como títeres en la economia del país cual turco de años atras
BorrarLos medios se han encargado de generar un público avido de informaciones baladies haciéndoles creer que están accediendo a la verdad revelada y que el gobierno es el culpable de todas sus desventuras y que los políticos oficialistas dilapidan el dinero del pueblo cuando la realidad es que los medios estan cubriendo a los verdaderos ladrones. Lógicamente para ese público los políticos representantes del grupo deben usar metodología similar, al colonizado no se le pueden meter ideas o sensasiones nuevas despiertan desconfianza y odio.
No salió mi nombre Jorge j. Pastoriza
Borrar