Extraña dictadura la que estamos viviendo, en la que todos se expresan libremente
y hasta nos estamos preparando para la recta final de las elecciones
nacionales. Tan poco dictatorial es esta
dictadura que los candidatos de la oposición elaboran sus mensajes de
campaña a partir de las mentiras de los medios hegemónicos sin que nadie se los
reproche. La grieta, la corrupción y el
miedo son algunos de los temas abordados por los que menos posibilidades
tienen de llegar a algo. Claro, debe ser difícil posicionarse como alternativa
cuando no se la necesita. ¿Cómo
disfrazarse de salvador cuando nada está en peligro? De algo se tienen que
agarrar si quieren que alguien los vote. Pero más allá de los elaborados cortos
televisivos y radiales, las propuestas
están ausentes en la campaña de los que quieren destronar al FPV, lo que
sugiere que en la carrera no serán los favoritos.
El pre candidato de Cambiemos, Ernesto Sanz promete unir al país. Apuntes Discontinuos ha
abordado muchas veces esta extraña idea de la nación desunida, producto de la tan expandida falacia de la
grieta. En esta alucinada lectura de los hechos, Argentina estaría dividida
gracias a la belicosidad del
kirchnerismo. Antes de la irrupción de los K, nuestro país parecía gozar de una
armonía paradisíaca: todos estábamos
felices ante el saqueo permanente de nuestros recursos por parte de una minoría
patricia. Aunque en 2001 estábamos desolados con la insólita crisis en que
nos habían sumergido los angelicales
economistas del establishment, para el
pre candidato radical eso es mejor que esto que estamos padeciendo. Sólo
basta recordar el spot de los chorizos que el ‘socialista’ Hermes Binner
utilizó algunos años atrás.
La unión que promete no es más que la aceptación de las recetas neoliberales
de siempre; es el sometimiento a las angurrias de las fieras más
desaforadas; es aplaudir un ajuste tras
otro para solucionar un problema que no existe y que sólo llenará, una vez
más, las arcas desbordadas de los que más tienen. Para la derecha, señalar a
los carroñeros que se esconden en las sombras es producir una grieta; abandonar el modelo del derrame es generar
una división. Para esta mirada de las cosas, no importa el bienestar de la
mayoría sino la facilidad para devaluar, evadir, fugar en beneficio de unos
pocos.
Otros candidatos basan su campaña en un ideal de honestidad
y transparencia. La corrupción –según afirman- es el principal problema del
país porque los K son todos chorros. Una lectura demasiado fácil de comprender,
sobre todo para el público cautivo de los medios hegemónicos. Sin embargo,
nunca mencionan la corrupción de los privados, cuyo accionar involucra montos mayores y perjuicios inmediatos. A
escala global, del dinero irregular que circula, se calcula que menos de un tres por ciento es producto de
la corrupción de los estados, un 60 por ciento es evasión impositiva y un
37, del narcotráfico, contrabando y venta de armas. Esto induce a pensar que
son los privados, los malos empresarios, los
más perjudiciales para las economías nacionales pero, gracias a los machacones
mensajes mediáticos, la mayoría de la población piensa que la corrupción política es lo más grave. Raro, porque los pueblos
sólo pueden elegir a sus representantes, no a los exportadores, empresarios ni
fabricantes. Creer ciegamente en estos
prejuicios es como renunciar a la democracia.
El otro país
Pero hay más. El PRO no deja de sorprendernos.
Después del obsceno giro discursivo de Mauricio Macri, comenzaron a aparecer
los descafeinados cortos de campaña.
Besos, abrazos, caricias, piropos y otros recursos más adecuados para un culebrón vespertino que para posicionar a un postulante
a la presidencia. El cambio es la promesa y la cordialidad, el recorrido
propuesto. El empresario exitoso, serio, casi robótico se convierte en un
hombre sencillo, abierto, que se zambulle en un pueblo para ser parte de él,
escucharlo y resolver sus problemas. Macri se presenta como un personaje externo que siempre está
entrando, pero nunca termina de hacerlo; que busca una pertenencia que
nunca ha tenido; que está dispuesto a
las empatías más incompatibles con tal de ganar. Hasta trata de sonreír.
Otro país es posible, es el mensaje casi de auto
ayuda. Eso ya lo sabemos; hemos probado muchos países desde que nacimos como
país, aunque en casi todas las
versiones, gobernaron siempre los mismos. Desde las sombras, por supuesto.
Y para su exclusivo beneficio, siempre es necesario aclarar. Ahora que
descubrimos el país que nos conviene a todos, ellos quieren retornar con el de siempre, aunque intenten presentarlo
como algo novedoso. Tan innovadores son que proponen cambiar pero manteniendo
lo que antes decían que estaba mal. Tan eficaces serán que garantizan que las
empresas de servicios seguirán estatizadas y continuarán las políticas de
inclusión sin retenciones ni aranceles de importación y con un dólar tan libre
como un colibrí. Un Estado enorme para
re distribuir pero ínfimo para recaudar. Algo imposible en el mundo real.
Pero ahora se agrega un dato nuevo. En su programa Economía Política, Roberto Navarro
difundió un video con el verdadero
proyecto del PRO. Carlos Melconián, Miguel Ángel Broda y José Luis Espert
exponen ante un grupo de empresarios lo que Mauricio Macri hará de alcanzar la
presidencia. La emoción fingida del Alcalde Amarillo cuando prometió mantener
la AUH es un poroto comparada con la
verdadera pasión con la que estos tres operadores de mercado relataban el país
de sus sueños. Dos pequeños ejemplos para no hacer tan vomitivo este
apunte: Melconián afirmando que sobran
tres millones de jubilados, los beneficiados por la moratoria previsional y
Espert delirando con las paritarias como
una acción fascista del Gobierno. La cereza de este venenoso coctel es
Broda anunciando el inexorable ajuste
con la expresión de un científico loco.
Mientras la pantalla nos muestra los edulcorados
encuentros con los vecinos, estos
apologistas del ajuste se preparan para la invasión y el saqueo. Gabriela
Michetti, con exagerada humanidad, nos ofrece un teléfono para que contemos
nuestros sueños pero detrás de los algodones perfumados se esconden estos terroristas de las finanzas para
desplegar sobre nosotros las peores pesadillas. Sin duda, los PRO son
peligrosos. ¿No deberíamos considerarlos traidores por pergeñar tan nocivo
engaño?
son traidores no cabe duda y venden ilusiones, vieja y retorcida trama
ResponderBorrarson traidores no cabe duda y venden ilusiones, vieja y retorcida trama
ResponderBorrar¡¡¡ Excelente !!!. Una clara exposición de algo que solo quienes no quieren ver, pueden ignorar. ¡ Y hasta defender, en algunos casos !.
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