lunes, 13 de julio de 2015

Inquietantes ficciones para un día gris



Pobres los lectores de los medios hegemónicos: viven indignados a fuerza de consumir mentiras. Alguien debería protegerlos. Uno de esos jueces que acostumbran revolear cautelares a los cuatro vientos debería intervenir de oficio. Sólo imaginar la vida de un individuo cautivo de La Nación, Clarín, TN o radio Mitre conmueve hasta las lágrimas. El martes pasado, en el contexto de la marcha en defensa de Luis María Cabral, una señora paqueta aconsejaba consultar estos medios para estar bien informada. Por eso, salió a protestar porque los titulares convirtieron un trámite administrativo en un ultraje a la Justicia. Tan tonta quedaba la pobre señora, ostentando con orgullo tamaña ignorancia ante una cámara. Ella no tiene toda la culpa: no puede desterrar sus prejuicios porque son alimentados a toda hora. Nadie puede tener buen juicio sobre las cosas que suceden si se cometen tantas tropelías informativas.
Una vez más, vale aclarar: una cosa es la libertad de expresión y otra el libertinaje para mentir con descaro. Un diario tiene como objetivo informar y brindar una línea de análisis sobre los hechos. Sin hacer ponderaciones sobre la objetividad –en la que ya nadie cree- la prensa hegemónica hace todo lo contrario: acomoda, ensambla, distorsiona los hechos de acuerdo a la mirada que quiere imponer. Si los acontecimientos no se pueden amoldar, los ocultan. ¿Qué pasaría si un empresario pone malta en un paquete de café o yuyos en uno de yerba? Si hay mecanismos para sancionar las estafas de las que somos víctimas, ¿por qué los fraudes mediáticos circulan con tanta impunidad?
Desde que Francisco pisó suelo ecuatoriano, las plumas periodísticas pusieron en juego toda su creatividad para deformar el contenido de su mensaje. En realidad, desde que Bergoglio se transformó en este pontífice que sorprende, no encuentran la manera de manipular su imagen para que sirva a sus intereses. Considerar los ridículos enojos de los opinadores vernáculos sobre su relación con Cristina sería jugar con demasiada ventaja. Eso podremos dejarlo para la galería del absurdo pues, para los análisis serios podremos considerar otros momentos. No, por supuesto, la interpretación de la gestualidad papal al recibir la famosa escultura de manos de Evo Morales.
A esta altura del apunte, amerita recurrir al botón de muestra, no por pereza sino para evitar la saturación. En este caso, los botones abundan y, también por piedad, sólo tomaremos uno. En camino a Paraguay, el avión papal de Alitalia atravesó suelo argentino. "Al sobrevolar la amada patria argentina para dar comienzo a mi visita pastoral a Paraguay, me alegra enviar un cordial saludo a vuestra excelencia, expresando mi cercanía y afecto a esta querida nación, para la que pido al Señor copiosas gracias que le permitan progresar en los valores humanos y espirituales, acrecentando el compromiso por la justicia y la paz". Protocolar, estereotipado y descontextualizado fue el mensaje que Francisco envió a Cristina.
Sin embargo, los cráneos de La Nación titularon en su portada: “El Papa pidió un mayor compromiso con la justicia en la Argentina". Claro, usaron al pontífice para alimentar el Operativo Cabral. Incluso explican el contexto –inventado, por supuesto- con el "grave conflicto entre el gobierno de Cristina Kirchner y el Poder Judicial por la remoción de jueces y el reemplazo por magistrados y abogados de confianza de la Casa Rosada". No, señores, el Poder Judicial en su conjunto avaló el procedimiento administrativo que desplazó a Cabral de la subrogancia que usurpaba. Sólo un par de integrantes de La Familia intenta hacer alboroto con este episodio menor. En fin, mienten hasta cuando califican de sorpresivo al mensaje porque es costumbre que Francisco envíe un mensaje al mandatario del territorio que sobrevuela. Esa pobre señora del principio tiene razón para estar indignada, pero mira en la dirección equivocada: se enoja con los tergiversados y no con los tergiversadores.
Si la Tierra fuera plana
Desde que el mundo comenzó a mediatizarse, el público experimentó la ampliación de sus horizontes de conocimiento, al menos desde el punto de vista cuantitativo. Un aldeano del siglo XVII apenas se enteraba de lo que ocurría en su entorno y el mundo se construía con un amasijo de fábulas y rumores. Los hechos trascendentes tardaban semanas en recorrer las distancias. El planeta dejó de ser plano mucho tiempo después de la confirmación de su redondez. En realidad, vivimos en una bola movediza aunque experimentemos una maqueta anclada.
Los aldeanos del mundo hemos visto fotos tomadas desde la luna, pero nunca hemos visto ese paisaje. ¿Qué pasaría si se descubriese que hemos sido víctimas de un engaño; que estamos posados en una tabla sostenida por tortugas y elefantes ingrávidos rodeados de adornos móviles dispuestos para nuestro entretenimiento; que el Universo es un invento de los científicos para desarrollar el negocio de la investigación espacial? No perderíamos el amanecer, pero lo veríamos distinto: el sol sería un artefacto que orbita la Tierra y no al revés. Entonces, sí tendrá sentido decir que “el sol asoma por el horizonte” porque éste será fijo y lo móvil será lo que ahora consideramos inmóvil.
Alguien revela el plan; arriesga su vida para correr el velo; su voz se amplifica por la contundencia de las pruebas. Los estafadores tratarán de defenderse. Los mecanismos de exclusión discursiva se pondrán en funcionamiento: lo tildarán de loco, mentiroso, hereje. Los terrícolas se dividirán entre redondistas y planistas, aunque no faltarán los indiferentes, desinformados, desconfiados y muchas variantes que pueblan el difuso renglón del “NS/NC”. Unos se adaptarán al instante al nuevo orden mundial y otros se negarán a borrar de un plumazo las lecciones del manual de Naturales que se amontonan en su memoria, las bolitas coloreadas hechas con papel maché y las láminas pegadas al pizarrón.
Sólo habrá unos pocos que se enojarán, que reaccionarán con violencia, pero no con los autores de la fabulación sino con el que los obliga a modificar sus parámetros de pensamiento, con el portador de la nueva verdad. El mundo conocido se desmorona para dar lugar a un nuevo mundo. ¿Cómo no incomodarse hasta la indignación con quien intima a dar semejante paso?
Pero no nos alarmemos. A pesar de estos párrafos, la Tierra sigue siendo una pelota giratoria con una órbita estable, aunque la sintamos plana e inmóvil. Sin embargo, corre el rumor sobre un cambio de paradigma que no afectará las ciencias naturales, pero podrá modificar nuestra naturaleza. Las críticas al des-orden económico,  la desigualdad, la angurria desmedida y la destrucción circulan cada vez con más fuerza. El mundo cambiará de forma y habrá que pensarlo distinto. Por eso la señora se aferra a Cabral, porque teme reconocer cuánto le han mentido y le cuesta abandonar el nido de sus prejuicios. Por eso la señora se indigna, porque debe reconocer cuán equivocada estaba. Por eso la señora insulta a La Presidenta y a los que son como ella, aunque sea un Papa. Por eso, como muchas señoras y señores, se enojan con el mensajero, aunque el mundo que vendrá sea mucho mejor.

2 comentarios:

  1. La señora paqueta no es ingenua. La señora paqueta se informa solamente por esos medios, no le interesa indagar más, le basta y sobra con esos medios infames que difaman, calumnian ensucian, cómplices de la justicia adicta a la oposición ¿quien dijo que esos jueces son independientes? Son independientes del pueblo, no de Magnetto y demás cómplices. Disculpa Gustavo por ser tan pero tan dura.

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  2. Estoy de acuerdo con Alejandra. La señora paqueta acepta a TN, Clarin y Mitre porque a su vez justifican la visión de la sociedad que ella tiene. La justifican así a ella misma, porque la reafirman en sus prejuicios.

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