La campaña terminó. La veda electoral dispone un silencio que no será tan respetado.
Los ecos de todo lo que se ha dicho en
estos agónicos días seguirán rebotando en calles y plazas, colectivos,
taxis y trenes, aviones, bicicletas y sulkys. Expectativa, angustia, suspenso, temor, como en una ruleta rusa.
¿Cambiamos o continuamos? ¿Retrocedemos o avanzamos? ¿Manipulación o
conciencia? ¿Capricho o compromiso? ¿Individuo o colectivo? Con fondo musical
de western, lo del domingo parecerá un
duelo, con algunos que espiarán, a resguardo desde el purismo del voto en
blanco. Las consultoras apenas susurraron algunos datos y los electores los
ignoraron, para no entusiasmarse. Claro, el
que se quema con encuestas ve un porcentual y llora. El optimismo se
contiene para evitar un festejo anticipado. El estreno del balotaje ha
visibilizado numerosas voces ante la
posibilidad de perder muchas cosas impensadas décadas atrás: un modesto
bienestar, un desarrollo industrial en crecimiento, la investigación como
valor, la distribución de bienes culturales, una soberanía recuperada, la memoria como antorcha. La reacción a
la amenaza amarilla no es paranoia, sino el instinto de supervivencia que, ante las contradictorias, peligrosas y
apolilladas propuestas de Cambiemos, comienza a despertarse.
Detrás de proteger,
ayudar y respetar se esconde el
verdadero Yo de la fórmula opositora. Si en las semanas anteriores eran los
asesores del PRO quienes encarnaban el
lado oscuro de la Fuerza –con devaluación, ajustes y libertad para las bestias-, en los últimos tiempos fue el propio Macri quien salió a desalentar a sus posibles votantes.
En el escenario del debate se mostró exaltado
como nunca, soberbio como pocos, mentiroso como siempre. Hasta sus
impulsores mediáticos se sorprendieron por ese Macri que había abandonado el
bondadoso tono de los spots publicitarios. En la recorrida por los medios se
dedicó a reforzar ese nuevo personaje, que
es casi parecido a la persona de carne y hueso. Entusiasmado, introdujo
temas nuevos que desconcertaron hasta a los entrevistadores, tan acostumbrados a la obsecuencia.
El episodio con Darío Villarroel quedará para la
historia, con su violento despliegue de
prepotencia, menosprecio y cinismo; su obsesión con 678, para la galería
del ridículo; la estigmatización hacia La Cámpora, como una muestra de su intolerancia; la poda de funcionarios como
Alejandro Vanoli, Alejandra Gils Carbó y Martín Sabatella, como la sed de venganza que materializará en
su posible gobierno. Después dice que no
hay que perseguir a los que piensan distinto, pero parece que lo distinto, para él es distinción. Sin dudas, el
discurso único es su horizonte y entonces, se acabarán las confrontaciones, las
dos veredas y la famosa grieta. El camino armonioso que promete es el
sometimiento a los avarientos dictados del Círculo Rojo, ese grupo de
privilegiados acostumbrado a gobernar desde las sombras en su exclusivo
beneficio, esa minoría que se dedica
desde hace tiempo a succionar nuestra sangre para engrosar sus fortunas. Y
abajo, muy abajo, un pueblo desplazado, aceptando gustoso la miseria como castigo por haber disfrutado de esta primaveral década.
Campaña para no ganar
Aunque el IPC ha decrecido desde su aplicación, Macri eliminará el programa Precios Cuidados. A pesar del
movimiento turístico y del crecimiento y puestos de trabajo que genera, quiere reducir el número de feriados. Sin
tener en cuenta que contribuyó al incentivo del mercado interno promete terminar con el Ahora 12 ¿Qué demonio lo asesora? ¿Quiere que el futuro sea mejor?
¿Desea asegurar nuestro bienestar? ¿Entiende a quién le habla? ¿Querrá ganar
las elecciones o este sincericidio es una forma de retirarse
con cierta elegancia?
Precios Cuidados no es una presión sino un acuerdo entre todos los actores de la cadena de comercialización
para arribar a un valor razonable de los productos de consumo. Y también, busca
la inclusión de segundas y terceras marcas en un lugar más visible. ¿Querrá que queden sólo las grandes firmas
para que nuestra mesa se sacuda con sus locuras gananciales? Ahora 12 -que no sólo permitió el acceso
a productos más costosos sino que incrementó el número de tarjetas de crédito-
tal vez moleste porque cualquiera puede adquirir productos que
antes eran de uso exclusivo. Los que más tienen no necesitan precios
baratos ni planes subsidiados para satisfacer sus gustos. Una cuestión de clase, pues siempre molesta que las brechas disminuyan.
Lo de los feriados también pasa por este andarivel.
Los verdaderos representados por Macri –patrones, financistas, grandes
empresarios- pueden tomar días libres
cuando quieran. Un trabajador, no. Cualquier asalariado debe esperar los
días no laborables o los fines de semana largos para disfrutar del descanso o
de unas mini vacaciones. Cercenar el
calendario de feriados es condenarlos a nada más que trabajar. Y además,
acotar el movimiento en los centros turísticos a los meses de verano y no todo
el año, como es ahora. ¿Para qué propone esto Macri si no es para beneficiar a
sus amigotes? ¿Qué laburante aceptará
gustoso esta medida?
En paralelo a la contra
campaña encarada por Mauricio Macri, los
jueces hacen de las suyas.
Claudio Bonadío concretó junto a los héroes
de la Metropolitana, un allanamiento al Banco Central, aunque el área legal de
la entidad había enviado la
documentación necesaria para desarticular la denuncia de dos diputados
opositores. Además, la Sala II de la Cámara en lo Contencioso Administrativo
Federal declaró inconstitucional la ley
que, desde 2006, establece el número de miembros del Consejo de la Magistratura.
El primero actúa con premura, los otros con lentitud pero todos con un admirable sentido de la oportunidad a pocos días de las
elecciones. Funcionarios judiciales etiquetados por la oposición como
independientes pero que son funcionales
al patriciado vernáculo. Tan independientes son que siempre están
dispuestos a generar titulares y
protecciones cautelares con el único objetivo de condicionar y deslegitimar al
gobierno surgido de las urnas.
Medios concentrados, estancieros, potentados, jueces
cómplices, especuladores, buitres están a la espera de un Macri presidente que les abra la tranquera para arrasar con todo.
Tal vez, el candidato de Cambiemos, en la soledad de su baño, intuya el estropicio que provocarán tantas
fieras liberadas. Quizá sospeche que tanto desenfreno sólo traerá
desolación y que su nombre quedará asociado a las angustias que provocará en
casi todos nosotros. Una parte pequeña
de su corazón boicotea al personaje que disputará el balotaje. El resto de
sus entrañas sigue adelante con esta
gran estafa con globitos y frases de posters que lleva el inasible y
pomposo nombre de Cambiemos.
Hasta que se difundan los resultados, la ansiedad jugará con nosotros. Unas
pocas horas que se alargan hasta parecer un mes. Pero todo terminará bien,
salvo que los hados estén en nuestra
contra o que gran parte de los
ciudadanos sigan atrapados a las pantallas agoreras. Para el futuro, no
debemos perseguir al que piensa distinto –como harán ellos, si ganan- sino desterrar de los medios la distorsión
de los hechos y la transformación de las más oscuras fantasías en noticias
de tapa. No queremos jueces independientes ni salidos en una servilleta, sino comprometidos con la mayoría ni
tampoco libertad de mercado sino una economía al servicio de todos. Todo saldrá bien si recordamos quién está
del otro lado.
Un buen consejo para Macri, "acordate de De La Rua, y como terminó"
ResponderBorrarSlds
Marcelo Foti
El eterno lobo disfrazado de oveja ,que seduce con una supuesta tranquilidad y ganas de conciliar,quiera Dios levantar el velo para quienes no puedan ver las mentiras.
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