Después del desconcierto del 25 de octubre,
aprendimos a no reírnos de las tonterías amarillas, porque gracias a ellas están a punto de convertir en presidente a un
personaje muy peligroso. Ellos, muy hábiles para las baratijas, comenzaron
a burlarse de las advertencias sobre
los economistas del PRO. El propio Mauricio Macri comenzó la serie con la
incomprobable anécdota con su hija y la sorpresa de los huevitos Kinder.
Después siguió una catarata en las redes sociales con desmentidas de miedos
absurdos, como una estrategia para
confundir a la ciudadanía, como siempre. Pero esto no es broma y no pasa
por los chiches que vienen con la golosina. Con las medidas que ya están
anunciando, no vendrán las siete plagas ni catástrofes imaginarias, sino conflictos y angustias vividas por la
mayoría cuando el Mercado se hizo cargo de conducir el país hacia el desastre
de 2001. Las sorpresas de este huevo serán
por demás de amargas, además de muy conocidas.
Que en su discurso de campaña anuncie que no va “a suspender la siesta santiagueña” puede
resultar gracioso, pero que confunda el nombre del gobernador de esa provincia
es un indicio del desinterés que trata
de disimular con sus promesas de prosperidad para el Norte argentino. Entre
ellas, los puertos anunciados parecen
una burla ante el sistema hídrico de esa región. Como con el Infame
Riojano, la ignorancia del candidato
produce más simpatía entre sus fans. Quizá no recuerden que, en los
noventa, los territorios del NOA y NEA eran
considerados inviables por el neoliberalismo. Nada indica que en su posible
gobierno las cosas sean distintas, en sintonía con su impronta unitaria y su pulsión agroexportadora.
No en vano, el coordinador energético de Cambiemos, Juan
José Aranguren, considera que "no es
relevante recuperar el autoabastecimiento y la soberanía
hidrocarburífera". Claro, deconstruir
esta frase nos conduce a un punto de partida oscuro: Aranguren fue presidente
de Shell y responsable de maniobras espurias para forzar una devaluación a
comienzos de 2014. El entonces jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, lo acusó de especular en el mercado de divisas y
mantener una “actitud conspirativa
contraria a los intereses del país”.
A pesar de esto, puede convertirse
en funcionario de un hipotético –y temible- gobierno de Macri.
Claro, ligado al mundo empresarial, no conmueven a
Aranguren palabras como ‘soberanía’ o
‘autoabastecimiento’. Al contrario, son obstáculos para el clima de negocios que deberá inundar el país a partir del 10 de
diciembre. Además, el combustible no será necesario cuando la devaluación y las importaciones
desmantelen el entramado industrial que hemos construido en estos años. Con
Macri y sus secuaces, Argentina ya no será un país, sino una empresa que dejará afuera a gran parte de sus empleados.
Perdón, ciudadanos.
Una bifurcación en nuestra vida
Que muchas de sus seguras víctimas sean sus posibles
votantes es un error que pagaremos muy
caro. El asalariado que piense que la devaluación de la moneda, la apertura
de las importaciones, la liberación de las exportaciones y la quita de
subsidios a los servicios van a mejorar
su vida está muy equivocado. Ninguna de estas medidas será tomada para
beneficiar a las mayorías, sino para
enriquecer una vez más a un puñado de angurrientos. No hay que volver a
probar el veneno que nos ha enfermado tantas veces. En Santiago, Macri aseguró
que su equipo es el “mejor de los últimos
50 años”. No es el mejor, sino el que ha
estado gobernando nuestra vida desde el principio de la dictadura hasta la
crisis de 2001. Todos los que se presentan como la novedad que nos hará
cambiar son viejos conocidos que nos han
hecho retroceder muchos años con cada una de sus apariciones. Este equipo es
el mejor para destruir todo lo que hemos
recuperado en los últimos doce años.
Si el 22 de noviembre es Macri el coronado como
presidente no será como resultado de la
libre elección de los votantes, sino de la manipulación perversa que los
medios dominantes han ejercido sobre su voluntad. En otros tiempos, los intereses que Macri representa debían
recurrir a los golpes de Estado para acceder al poder. Hoy tienen armas más
poderosas y menos sangrientas: los medios de comunicación. Regularlos no es
vulnerar la libertad de expresión, sino combatir la colonización de las conciencias que realizan todos los días.
Quien consume sus contenidos no es un sujeto libre sino un individuo preso de las más delirantes distorsiones de la realidad.
Lo que difunden a toda hora no son puntos de vista sobre hechos verídicos sino
patrañas surgidas de la imaginería sanitaria:
de los más hediondos retretes surgen las
fábulas que difunden como noticias. Y a partir de ellas analizan,
cuestionan y proponen. Con todo su poder intacto, imponen como candidato del
cambio –que incluye honestidad y transparencia- a un personaje procesado por escuchas ilegales que acumula más de
doscientas causas en su contra y que en su distrito no ha hecho nada de lo que
promete.
Desarmar el monstruo mediático es un desafío para
los próximos años, siempre y cuando
podamos desatar la poderosa maraña protectora de la Justicia. Unos cuantos
magistrados están empecinados en rebobinar nuestra historia y dificultan cualquier avance para horadar
los privilegios que nos han perjudicado siempre. Desde sus patricios
estrados han frenado todo intento de transformación y sanción del desequilibrio
de poder entre el pueblo y las corporaciones. Multas frenadas por
cautelares, leyes que se pierden en vericuetos burocráticos,
inconstitucionalidades a medida del usuario, delitos de Lesa Humanidad
ignorados por jueces timoratos son las fotos que se suceden en estos doce años.
El país nunca será para todos mientras
tanto poder se concentre en tan pocas garras.
El domingo 22 puede ganar el engaño y esto no es
meter miedo, sino apelar a la experiencia. De ser así, todo lo que hemos comenzado a disfrutar se podrá esfumar de un plumazo.
O podemos continuar por este camino colectivo que nos impulsó a diseñar un país
mejor. Las corporaciones, sus gerentes y
satélites con el país de las pesadillas o nosotros, los que queremos vivir
en una Patria que nos contenga en los bellos sueños de sus fundadores. Esta es la decisión que está en nuestras
manos: volver a destruir un país o construirlo en serio.
Tal cual se expresa en el concepto PATRIA O MACRI ..
ResponderBorrarABZO
J.pierantoni
Si, es la síntesis de lo que uno tiene que explicar mucho para que algunos abombados lo entiendan. Fuerza
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