domingo, 22 de noviembre de 2015

Todo sea por cambiar



Bueno, por decisión popular, se terminó “el curro de los DDHH”. Por fin llega la tan mentada alternancia. A partir del 10 de diciembre no habrá Cadenas Nacionales que interrumpan la telenovela ni más peleas que alteren la convivencia republicana. La grieta será bien disimulada para lograr la unión tan ansiada. Siempre hay que recordar que unión que no es lo mismo que unidad. Dentro de veinte días no estaremos más aislados del mundo, porque estaremos integrados a su peor parte. De ahora en más, ya no veremos rostros severos y ceñudos en los canales hegemónicos, sino satisfechos por los esfuerzos realizados para confundir al público y lograr este inexplicable triunfo. Inesperado, también. Doloroso, por supuesto. Dentro de unos años, los historiadores se encargarán de comprender este giro tan ingrato, aunque deban apelar a los más profundos tratados de psiquiatría para orientar sus estudios.
Todo sea para ver sonrisas en la pantalla, para que no se noten las arrugas de esos personajes con estreñimiento perpetuo. Todo sea para no escuchar el enojo de los patrones rurales, de los buitres y los caranchos, de los grandes empresarios y los exportadores, de los especuladores y los privatizadores seriales. Los otros enojos no importarán tanto, si los poderosos están felices. A partir del 10 de diciembre, Ellos nos van a ayudar, alegrar y amar, aunque para eso tengan que reducir la planta de empleados estatales, congelar jubilaciones o liberar el dólar. Ellos nos van a hacer felices abriendo las importaciones y eliminando feriados. Con ellos vamos estar cada vez mejor con sus medidas de ajuste y endeudamiento. Todo sea para no ver más malas noticias en la tele. A partir del 10 de diciembre no habrá más pobres en Argentina porque no estarán en los titulares de Clarín.
A partir del 10 de diciembre entraremos una vez más en el Primer Mundo en el que ya estuvimos; ése que nos condujo al desastre de 2001; ése que sólo significó abandonar soberanía, dignidad y bienestar. Y ahora que el Primer Mundo no es el de antaño nos caerá peor, porque nos trasladará su crisis. Tal vez necesitábamos algo de desempleo y miseria para valorar estos últimos doce años. Quizá algunos desmemoriados necesiten revivir lo que es estar mal para reconocer que “con Cristina estábamos mejor”. Los globitos amarillos abrieron las puertas de las tranqueras y las bestias más despiadadas van a entrar al corral. Las tiernas ovejitas buscarán protección y cuando vean las enormes fauces abiertas cerca de su cuello, sólo balarán: “yo no lo voté”.

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