En medio de la campaña electoral, es habitual que aparezcan casos y denuncias que resulten funcionales para utilizar como misiles ante la falta de alguna mínima propuesta alternativa para el modelo en marcha. Hay cosas que devienen de la propia naturaleza, como las cenizas que alteraron la vida cotidiana de Villa La Angostura y otras localidades del sur del país y parecen opacar la temporada turística, esencial para la vida económica de la región. Patética fue ayer la avidez del periodista Edgardo Antognana, de TN, preguntando por avalanchas a los encargados del operativo de emergencia, a pesar de la constante negación por parte de los expertos. Desconcertados, desorientados ante la falta de imágenes más impactantes, pasaban hasta el cansancio la escena del perrito que intenta tomar agua de la orilla del lago mientras aparta con su patita las cenizas volcánicas que flotan en la superficie. ¡Pobrecito!
El caso Schoklender, como ya se ha señalado en este espacio, seguirá inspirando hasta el fin de la campaña sesudos análisis de la prensa carroñera. El viernes se difundió la decisión de Marcela y Felipe, los hijos adoptivos –apropiados- de la cabeza del Grupo Clarín, de realizarse los análisis de ADN y compararlos con todos los perfiles genéticos archivados en el BNDG. O por lo menos esto es lo que manifestaron a través de sus abogados. Mañana será un día clave, pues los jóvenes deberán confirmar esa acción. Aunque todavía no se conocen los objetivos precisos de esta sorpresiva movida, se sospecha que el blanco sería desprestigiar otro de los organismos dedicados a la reconstrucción de la memoria, las Abuelas de Plaza de Mayo.
Y la semana pasada se desató un escándalo innecesario en una institución que se dedica a denunciar y resolver conflictos con los derechos humanos presentes, el INADI, Instituto Nacional contra la Discriminación.
Durante más de un año, este instituto funcionó de manera óptima como receptor y generador de denuncias sobre hechos que significaran alguna forma de discriminación racial, sexual o religiosa precidido por el actor, músico y conductor Claudio Morgado, que se dedicó a la política a partir de 2003. El año pasado, durante el tratamiento en el Congreso de la Ley de Matrimonio Igualitario, María Rachid, presi denta de una ONG que lucha por los derechos de gays, lesbianas, travestis y trans, jugó un papel muy importante en apoyo a esa iniciativa. Eso la impulsó a manifestar un fuerte apoyo al modelo del Gobierno Nacional en marcha. Como premio, fue nombrada como vicepresidenta del INADI. Parece que ahí comenzaron los cortocircuitos.
Según los empleados del INADI, afiliados a ATE, a partir de la llegada de Rachid los malos tratos y las decisiones arbitrarias se convirtieron en moneda corriente. De acuerdo a las versiones, los empleados eran obligados a asistir a actos políticos como si fueran cursos de capacitación. Las discusiones entre las dos autoridades eran frecuentes y escandalosas. Cuando la explosión se hizo inevitable, los medios se hicieron eco y lo convirtieron en otro misil para la política de inclusión que defiende el actual modelo.
Denuncias cruzadas, llamadas a la policía, peleas, gritos, posibles hechos de corrupción y hasta actos de abuso de autoridad condimentan este divorcio que no sólo alcanzó la amplitud ávida de los medios sino la escalinata de Tribunales. En medio de toda esta polvareda, Rachid aparece como candidata a la Legislatura Porteña ocupando el cuarto lugar.
Por supuesto, este hecho tiene diferentes características de los anteriores. Pero el silencio oficial es funcional a las operaciones mediáticas que buscan horadar el modelo. Si María Rachid es sospechada por actitudes inadecuadas, lo peor que se puede hacer es mantenerla como candidata. Es más, si ella está comprometida como dice con el modelo, debería dar un paso al costado. No basta con que baje su perfil, que no se muestre junto con los candidatos principales. Que un organismo destinado a monitorear casos de discriminación se muestre con tantas aristas negativas le hace flaco favor al modelo. Este divorcio novelesco más adecuado para los programas de chimentos o revistas “del corazón” es el cuadro perfecto para los operadores del túnel del tiempo.
Según recientes encuestas, la sobre-explotación mediática del caso Schoklender, el intento de salpicar a Hebe de Bonafini y la internacionalmente reconocida organización que preside y de ser posible a cuanta organización que luche por la memoria, la verdad y la justicia no ha logrado disminuir la imagen positiva de la presidenta ni la intención de voto. Ya los medios no pueden operar como antes, cuando se decía que cuatro tapas adversas de un diario podían voltear a un gobierno. Y es una prueba que ante la cantidad de titulares que intentan relacionar los actos corruptos de los hermanos con funcionarios del Gobierno Nacional, el piso de la presidenta sea de más del 40 por ciento.
Con el escándalo INADI también se intenta salpicar. Las versiones cruzadas y las agresiones verbales entre los protagonistas sólo aportan más fango. No estoy proponiendo que no se ventilen los trapitos al sol, sino que no haya nada que ventilar. Los organismos del Estado no deben funcionar como una escuela de vedettes.
El proyecto en marcha tiene logros muy importantes y falencias que son urgentes. Una cosa es esquivar los embates de los adversarios y enemigos. Pero otra cosa es tener que lidiar con las desaveniencias, las desinteligencias, las angurrias de los que dicen apoyar el modelo y formar parte de él pero terminan pateando brutalmente en contra. Eso constituye la excusa perfecta para convencer a los que piensan que un cambio de rumbo puede ser lo mejor para el país. De esta manera se les da argumento a los que no tienen argumento para nada y mucho de lo conseguido en estos ochos años quedará sólo como un buen recuerdo. Todo por culpa de algunos desubicados que no entienden cómo comportarse dentro de un movimiento colectivo.
La depuración de un movimiento político es una asignatura pendiente en la mayoría de los partidos políticos del mundo. Los bufarrones que se pegan a un modelo exitoso solamente en su beneficio personal es un lastre inevitable que deviene de los pactos y alianzas sucias que ineludiblemente se tejen a la hora de querer abordar el poder. La única manera de sostener el modelo y que las mierdas sean defecadas es a través de un electorado inteligente que sepa sostener y escuchar lo que le conviene. En Argentina el electorado es idiota.
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