Antes de comenzar con el tema de hoy, quisiera hacer justicia con algunos blogs amigos y como no sé “linkear” por ahora, recomendaré algunos de ellos de la manera más precaria y tradicional. Primero el del reconocido músico y otrora Sonia Bragueta, Horacio Fontova, que con Comando Amelia despliega su creatividad más profesional y realiza una selección de videos y textos por demás de interesantes. El otro, al que recurriré en algún momento es compudesdecero.blogspot.com que enseña los primeros pasos para los vírgenes en temas informáticos. Por último, Kikito Dulce, un músico y humorista originalísimo que apoya el modelo de una manera divertida y desprejuiciada en “¡Socorro… en poco tiempo seré hombre”. Ahora sí, vamos a lo mío.
Uno de mis trabajos consiste en enseñar periodismo en un colegio secundario a chicos de trece años, en una materia curricular que la dicto tipo taller. Muchas veces, mientras están realizando algún práctico en el aula un grupo empieza a tararear una canción y poco a poco, como en una comedia musical de los cincuenta, todos empiezan a cantar al unísono hasta que logro frenarlos. Generalmente, son canciones románticas, cumbias o alguna cancioncilla de moda. El miércoles pasado no me atreví a silenciarlos. Uno empezó a tararear y todos terminaron cantando… el Himno Nacional Argentino en su versión futbolera. Y no lo cantaban en clave paródica, sino con emoción. Una preceptora me vino a preguntar por qué les hacía cantar el himno y cuando le expliqué que lo hacían por motu proprio me miró con sorpresa. En fin, yo también quedé sorprendido y por eso lo comento.
Los que no cantan el himno con emoción verdadera son los candidatos presidenciales ya confirmados. Ricardo Alfonsín ya había dicho la semana pasada que su gobierno –de llegar, je- sería austero. Ya expliqué en este espacio que la austeridad significa ajuste y no para los que viven en la abundancia sino para los que menos necesitan estar ajustados. Pero Ricardito presentó oficialmente su candidatura en España y en una reciente entrevista con el diario El País (de carnales relaciones con Clarín) declaró que derogaría la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La semana pasada, en el programa de Marcelo Longobardi en C5N, había dicho que modificaría aquellos artículos que alteraran la libertad de expresión –que no se ve alterada en ninguno- y se mostró muy satisfecho cuando le preguntaron sobre ese tema. Pero en España, la cosa cambió. Se ve que el apoyo de los medios hegemónicos se consigue si se deroga esa tan trascendente y democratizadora ley. También dijo en el diario español que nuestro país está aislado del mundo, estupidez con la que concuerdan Macri, De Narváez, Lilita Carrió, Eduardo Duhalde y vaya uno a saber cuántos más. ¿Qué significa estar aislados del mundo para ellos? No ser más la muñeca inflable del FMI y de los especuladores financieros internacionales. Mientras tanto, nuestras relaciones dignas con el resto de los países del mundo se solidifican en el terreno político y económico. Y no se nos “cagan de risa”, como dice el mutante periodista Jorge Lanata. Basta revisar las palabras de elogio que el Secretario Nacional de la ONU, Ban Ki-Moon, destinó en su visita a nuestro país en estos últimos días.
Más a la derecha de Alfonsín –si es posible algo así- se encuentra el ex presidente de prepo Eduardo Duhalde, que también promete derogar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y sugiere una amplia amnistía para los condenados por delitos de Lesa Humanidad. Lo de él sería como un golpe de Estado pero con voto popular, si es que alguien lo vota. También desde las mismas sombras ideológicas del Peronismo Federal, está Alberto Rodríguez Saá, que como caudillo decimonónico, basa su campaña en su figura provinciana y no en sus propuestas de gobierno.
Un poco hacia el centro, tirando a la derecha ocupa un lugar ideológico impreciso pero descomunal Lilita Carrió para quien está todo mal, todo lo que venga de alguien que no sea ella estará todo mal y si no gana ella estará todo mal, aunque no dice de qué manera hará que las cosas vayan bien. Algo así. De propuestas, ni hablar, salvo la construcción de un monumento a Héctor Magneto en lugar a designar. Claro, sin él ella no sería quien es.
Proyecto Sur presenta una alianza sureña que no pasará de anecdótica, al igual que Altamira cuyos afiches parecen los mismos de veinte años atrás y sus propuestas más apolilladas, todavía.
La frutilla del postre, por eso lo dejo para lo último, es el FAP, el Frente Amplio Progresista que de tan amplio ha perdido el progresismo y no sabe dónde apoyar su frente. Hermes Binner, su candidato a presidente, hace lo imposible para disimular los cortocircuitos ideológicos que tiene con la candidata a vice, la pluma de oro y senadora Norma Morandini cuyos pasos progresistas consisten en haber votado en contra de la 125, de la estatización de los fondos de las AFJP, de la re-estatización de Aerolíneas Argentinas, de la Ley de ADN, entre otras acciones. Y como buena progresista y también periodista estuvo ausente durante la votación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Pero Binner no se queda atrás. No conforme con amenazar con una baja de las retenciones a las exportaciones del sector agropecuario y una –gradual, eso sí- liberación de la cotización del dólar que beneficiaría al mismo sector, prometió mayor seguridad jurídica y una construcción política basada en el consenso. La seguridad jurídica sería declarar a nuestro querido país como zona liberada para que los sectores financieros especulativos hagan su fiesta con nuestro esfuerzo. La construcción del consenso no es otra cosa que la claudicación ante los sectores poderosos de la economía. Tanto progresismo me empacha.
Ante este panorama electoral, aunque todavía no se haya confirmado el candidato o la candidata –todos sabemos cómo se resolverá este enigma, aunque no sabemos cuándo- el equipo gobernante con algunos aciertos, sus muchas asperezas, su opaca transparencia y sus tantísimos déficit, es el único que garantiza un camino que en sus ocho años de recorrido ha demostrado ser el adecuado para construir el país que la mayoría queremos. Falta mucho, muchísimo para eso. Pero el camino es el más audaz que nuestra conservadora sociedad puede tolerar. Por ahora.
Brillante al análisis, Profe (Observar que lo escribo con mayúscula) pero la última frase me intriga y me confunde. Cito textual: "Pero el camino es el más audaz que nuestra puede tolerar. Por ahora.".
ResponderBorrar¿Podría aclarar un poco?. Gracias.
Je, frente amplio, que de ser tan amplio perdió el progresismo en el camino. No estamos preparados para taaanto progresismo, sin dudas. Digamos, igual, que la democracia es cícilica, y la derecha en algún momento -aunque me duela admitirlo- va a volver. Hay que estar preparados para que todas las conquistas sociales conseguidas no sean avasalladas.
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